El populismo, desde inicios del siglo XX, ha conseguido sintonizar con el descontento de los pueblos hablándole no a la razón, sino a la frustración, la venganza o la revancha.
Esta tendencia política tiene una figura carismática, un oído dispuesto y la única voz posible. Improvisadores con grandes eslóganes, pero planes diminutos, describe el escritor Diego Fonseca en su más reciente libro, Amado líder (Harper Collins).
En este libro “trato de explicarme el fenómeno del populismo con el que he convivido toda mi vida adulta. El libro empieza con un retrato de la época de 1990, los inicios de gobernantes neopopulistas en América Latina, y concluye con Nayib Bukele. Más la posible reemergencia de Trump en 2024.
“Con ello se intenta explica cómo un fenómeno tan desestabilizador para la democracia ha tenido una gran implicación en América Latina. Y por qué nuestras sociedades parecen adoptar una mirada nihilista ante la democracia y ante la gestión de la cosa pública”, comenta Diego Fonseca en entrevista con Newsweek México.
El autor añade que el populismo no es un fenómeno reciente y que algunos capítulos buscan definir sus alcances como fenómeno político.
“En general es una misión tan fascinante como encontrar vida en Marte. No solo porque es recurrente, sino porque tiene una laxitud romántica y el término es extremadamente poroso.
“Hay populistas neoliberales y confluyen también otros populismos que son autoritarios con una profunda advocación dictatorial como es el caso de Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
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Fonseca también suma otros populismos “con rasgos autocráticos como pueden ser el caso de Andrés Manuel López Obrador o de Nayib Bukele. Otros más tienen una cultura populista autoritaria y hegemónica. Esto está presente en todos los fenómenos populistas que se logran construir, como es el caso del peronismo en Argentina”.
El líder populista, comenta Diego Fonseca, propone una utopía a toda esa gente que ha quedado fuera del mercado de las ideas y del mercado en sí. De esta forma, “la emergencia del líder populista es producto del fracaso de experiencias previas de la democracia representativa de los partidos tradicionales”.
Si la gente está cansada de ver que los políticos prometen cosas y no llegan o que la democracia solamente ofrece consensos subóptimos buscará una solución.
“La gente desarrolla una idea nihilista de agobio y enojo con muchísima angustia, ansiedad y que encarna muy bien en la figura del líder populista.
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“Él propone no una razón, sino una fe, porque en general los movimientos populistas son cuasi religiosos. Son religiones políticas que plantean a la gente la idea de que ese individuo le tiene la solución a sus problemas y es un mesiánico”.
Fonseca apunta que el “amado líder” tiene un enorme carisma y la gente deposita en el muchísimas esperanzas. “Están cansados de casi todo y es quizás el último intento antes de patear al sistema por los aires.
“Ese afecto que se genera es muy difícil de debatir con argumentos porque es una experiencia vital extremadamente subjetiva”. Sin embargo, señala Fonseca, este vínculo entre el líder populista y el público se rompe progresivamente.
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Esto sucede cuando la gente comienza a pensar que aquel que aseguraba “la tierra prometida” no es más que otro individuo que buscó el poder para perpetuarse en él.
Amado líder explora las experiencias de varias naciones y las peculiaridades de sus populismos, la caída en desgracia de los sistemas representativos y de los partidos políticos.
Asimismo, analiza la emergencia de las redes sociales como herramientas de organización y expresión y los mercados electorales atacados por la manipulación tecnológica. N