Bajo el Acuerdo de París en 2015 se acordó mantener el incremento de la temperatura del planeta debajo de los 1.5 °C para evitar un desastre mayor ocasionado por el cambio climático. Los expertos afirmaron que para lograr esto se requería disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a “cero” antes de 2050.
El objetivo inicial de la COP26 fue evaluar cómo han evolucionado los planes de los diferentes países desde 2015, para ir proponiendo ajustes en el camino, redefinir legislaciones e implementar mejores prácticas y tecnologías, para reducir la emisión de combustibles fósiles a 0 para 2050, con un significativo avance para el 2030.
¿Qué significa “cero-neto”? Es no agregar gases de efecto invernadero a la atmósfera, lo cual significa reducir las emisiones de CO2 (de combustión de gas, petróleo o carbón), de metano (producto de agricultura y ganadería) y de otros gases lo más que se pueda.
Esto implica transformar los residuos al tiempo que se producen, por medios naturales como a través de la reforestación y el incremento de biomasa vegetal, o de la conservación y restauración de tierras húmedas, o a través de procesos de economía circular para rediseñar los ciclos tecnológicos de los residuos y crear un efectivo sistema de capitales (social, ambiental y económico) para las regiones, principalmente para países en desarrollo.
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Esta es la teoría. La práctica es realmente complicada y requiere de la convergencia de muchos factores para poderse aplicar.
Algunos hechos. China, el mayor productor de CO2, y Rusia, tercer emisor, proponen llegar a ser carbono neutral para 2060, pero sin decir cómo; India, el cuarto emisor, se pone como meta 2070, sin planes visibles.
Los ambientalistas y algunos científicos dicen que los principales líderes (Estados Unidos, China, Rusia, India, Brasil) no se ponen de acuerdo y que la meta de no subir de los 1.5 °C no se va a alcanzar con o sin COP.
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El presidente Biden, optimista y aunque tímido en sus propuestas, declaró que es posible que Estados Unidos ahora sí cumpla con las metas, mientras criticó a Rusia y China por no asistir a las asambleas plenarias del evento.
Bill Gates, en uno de sus discursos, señaló que los avances no han sido ni suficientes ni uniformes: los países con más compromisos (Estados Unidos entre ellos) anuncian que para 2050-2060 llegarán a la meta de neutralidad de carbono, pero no se ve que se vaya a lograr sin implementar planes de choque mundialmente comunes, concretos y efectivos.
Por otro lado, pareció que los países en desarrollo, que son también grandes productores de gases de efecto invernadero, solo vinieron a pedir dinero para lograr sus metas.
¿CÓMO SABREMOS SI LA COP26 FUNCIONÓ?
• Si los planes que se generen por los países industrializados, de lograr la neutralidad, presentan victorias tempranas (2030) tendientes a la descarbonización de las economías.
• Si los planes anunciados en la COP26, relacionados con la reducción de la deforestación, reducción del metano y el uso del carbón y los combustibles fósiles, están acompañados de financiamiento y reglas claras y medibles, para que todos los países, pobres y ricos, puedan alcanzar conjuntamente la meta del 2050.
• Si se establecen leyes y regulaciones y un estado de derecho uniforme para todos, transparente y bien administrado sin fronteras.
Se le dio gran relevancia e importancia a la participación de la juventud, a través de ONG dedicadas a la inclusión de jóvenes y nativos de comunidades locales.
• Si se logran reducir los Green Premium (lo que se paga adicionalmente por ser limpio) de los materiales más contaminantes, (producción de energía basada en combustibles fósiles, acero, cemento, plásticos) utilizando tecnologías innovadoras flexibles, baratas y competentes contra las versiones actuales emisoras de carbono, con atractivos incentivos para su adopción, principalmente para los países en desarrollo de mayor impacto ambiental.
• Si las grandes corporaciones energéticas, que hoy se concentran en el petróleo, cambian radicalmente y se dedican a producir energías limpias y renovables (como hidrógeno verde), económicamente viables con un mercado de trillones de dólares para el 2050.
• Si se invierte en soluciones basadas en la naturaleza (NBS) para fortalecer la resiliencia de los ecosistemas y redireccionar los retos sociales, como la seguridad alimentaria, seguridad de agua potable, etcétera.
• Si el calentamiento global, así como la pandemia, crea un interés mundial en el que se concentren capacidades y voluntades de todos los países con un propósito común de sobrevivir y dejar un lugar sano para futuras generaciones.
• Si los políticos dejan de hablar y actúan con conciencia, capacidad y ética, como dijo Greta Thunberg afuera de los salones de convenciones —no la dejaron entrar a las plenarias—, “menos blablablá y más acción” dirigida a resolver la crisis climática.
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Algunos de los logros de la COP26. Se revisaron la mayoría de los planes por país para cortar las emisiones y mantener la meta del 1.5 °C. Aunque no hubo conclusiones concretas, sí hubo unanimidad en las principales acciones para llegar a esta meta.
Es la primera vez que de manera unánime se incluyó como prioritario limitar notablemente el uso del carbón y de energías de origen fósil. El Pacto del Clima de Glasgow es el primer plan climático para reducir explícitamente el uso del carbón, el mayor generador de GEI. Aunque al último minuto China e India cambiaron el término de eliminación por el de “reducción”, el Pacto seguirá siendo prioritario en todo el mundo.
Se incrementaron los fondos económicos para los países en desarrollo más vulnerables a los desastres naturales, ya que los 100 billones de dólares por año, que se habían prometido para 2020, no se cumplieron.
Más de 130 países (incluyendo Estados Unidos, Brasil, Rusia y México) decidieron reducir a la mitad la deforestación y la degradación de la Tierra para 2030.
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Más de 100 países firmaron la propuesta de Estados Unidos y Europa de reducir la generación de metano en un 30 por ciento para 2030.
Se le dio gran relevancia e importancia a la participación de la juventud, a través de ONG dedicadas a la inclusión de jóvenes y nativos de comunidades locales y de la participación de la organización civil, en temas relacionados con la solución efectiva de los problemas de sustentabilidad y resiliencia de las regiones.
En general, la sustentabilidad cuesta, es compleja, poco valorada por los consumidores y requiere que intereses colectivos se alineen, y si no hay un pronto retorno a la inversión, todavía es muy difícil convencer a la iniciativa privada y a los gobiernos de invertir en estrategias sustentables en el largo plazo.
Después de escuchar y leer múltiples opiniones sobre la COP26, me atrevo a concluir algo que no escuché, pero creo necesario añadir y enfatizar: ningún proyecto, tecnología o programa funcionará si no hay una “conciencia colectiva” que trabaje en forma armónica y holística, con el solo gran propósito de dejar un planeta que pueda autogestionar efectivamente sus grandes pero limitados recursos, incluso los humanos. Está en nuestras manos el mantenerlo lo más sano que se pueda para el bienestar de futuras generaciones. N
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El Dr. Carlos Scheel es profesor emérito de Sustentabilidad e Innovación Tecnológica en EGADE Business School y director de la iniciativa Sustainable Wealth Creation Through Innovation and Technology (SWIT). Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.