DE POLÍTICA Y ALGO MÁS
«No es el crítico quien cuenta, ni el que señala con el dedo al hombre fuerte cuando tropieza, o el que indica en qué cuestiones quien hace las cosas podría haberlas hecho mejor. El mérito recae exclusivamente en el hombre que se halla en la arena»: Theodore Roosevelt
VIVIMOS tiempos políticos acelerados y queda cada vez más claro que el momento para definir a los candidatos presidenciales se ha adelantado. Lo que se puede percibir desde ahora es que la elección de 2024 se llevará bajo un escenario de contrastes y de alianzas conformado por dos grandes bloques: los de izquierda y los de derecha, los liberales y los conservadores, los que apoyan el proyecto del presidente y los que lo rechazan.
En Morena la carrera empezó dura, agresiva y apresurada. Provocado por el método de selección del partido, que es por medio de una encuesta, esto obliga a los contendientes a figurar lo antes posible para posicionarse. Hasta el momento son tres aspirantes los que han levantado la mano, buenos perfiles, que resultarían competitivos en cualquier escenario.
Claudia Sheinbaum, la que podría ser la primera mujer presidenta en la historia, ya comenzó con giras alrededor de la república presumiendo avances en materia de seguridad.
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Ricardo Monreal, un político profesional que sabe de tejer redes (declinó en sus aspiraciones a la Jefatura de Gobierno en el 2018 por la Dra. Sheinbaum), se ha cansado de decir que será candidato presidencial de preferencia por Morena.
Y Marcelo Ebrard (que declinó es sus aspiraciones presidenciales por Andrés Manuel en 2012), al que se le ve hoy en día como una especie de vicepresidente, sabe que llegó su hora, que 2024 es su momento.
¿Qué pasa del lado de la oposición? ¿Dónde están los perfiles? ¿Quién es el que puede encabezar los anhelos de un sector considerable de la población que no se identifica con el proyecto actual? ¿Quién puede estar a la altura de competir contra el partido en el gobierno?
Hasta hoy el único que ha dado la cara y levantado la mano es Ricardo Anaya, el talentoso político, extraordinario comunicador, experto en debatir y gran orador. Bien dicen que de los fracasos se aprende, y se ve que Anaya aprendió del método y las formas de su némesis político, Andrés Manuel López Obrador. Desde su derrota en 2018 no ha dejado de hacer campaña, pasó largos periodos recorriendo el país, se volvió muy activo en redes sociales, generando contenido y dando mucho de qué hablar, una especie de “influencer político” de la clase media alta.
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Anaya se ha vuelto polemista y arrojado y actualmente se encuentra refugiado y haciendo su lucha desde Estados Unidos, donde ha mandado el mensaje de que está cómodo y seguro, y que de ahí no lo saca nadie, y no es para menos, ya que se ha visto involucrado en una lucha frontal con la FGR y con el presidente de México que, de salir avante, no cabe la menor duda de que saldrá fortalecido, limpio, para entrar en una contienda de confrontación.
La principal incógnita es qué procederá en su nueva audiencia a la que fue citado a comparecer en persona en enero de 2022 donde, si va, podría ser aprehendido, y si no va, también.
¿Anaya piensa que será refugiado político en Estados Unidos?, ¿se podrá generar una crisis diplomática? A todas luces se ve difícil mientras Anaya no tenga la doble nacionalidad.
Lo que no deja de causar extrañeza es que parecería que su partido lo ha abandonado cuando él ha sido el único que ha levantado la voz y dicho abiertamente que será candidato presidencial. Su voz no ha tenido el eco que se esperaba; ante sus llamados desesperados de que es víctima de una persecución política, no se ha visto un apoyo de diputados, senadores y demás figuras de su partido o de la alianza opositora que acompañen los reclamos. Tal pareciera que lo están dejando solo y ver cómo se resuelve su situación antes de darle un espaldarazo absoluto.
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Lo que sí se ha escuchado es una actitud derrotista de la oposición, donde se trata de sabotear el ejercicio de participación ciudadana de la revocación de mandato llamando abiertamente a no participar, y del presidente nacional del PAN, quien da por perdidos cinco estados de seis que estarán en juego en 2022.
ENTRE SUSURROS…
Bien dicen que no es lo mismo ser borracho que cantinero, que no es lo mismo llamar al león que verlo venir, que no es lo mismo ser legislador que alcalde, donde es más que evidente que la tarea de gobernar es velar… Se comenta que hay un renovado entusiasmo en el gobierno de la Ciudad de México y que los alcaldes de Morena (que no han brillado en sus acciones) se sienten cómodos en la sombra mientras que otros ocupan las primeras planas cada semana. N
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Carlos Jiménez Rodríguez, liberal, librepensador, 34 años de edad, licenciado en cine y televisión, maestro en administración pública, columnista, se ha desempeñado como servidor público en la Ciudad de México y como asesor legislativo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.