Aunque la charrería es considerada como el “deporte nacional por excelencia” y una tradición de varias generaciones, asociaciones ambientalistas rechazan su realización por representar espectáculos de explotación animal, pues a pesar de que no busca la muerte de los toros, como en el caso de las corridas, sí se les expone a malos tratos, golpes y otras acciones que socavan su integridad.
El gerente del programa contra la Crueldad Animal de la Humane Society México, Felipe Márquez Muñoz, lamentó que a la fecha se siga incluyendo este tipo de prácticas como actividades legales, pues los animales empleados en las corridas de todos o en la charrería, son clasificados como objetos y no como seres vivos dentro de la normatividad.
Además de significar actividades turísticas y culturales para Aguascalientes, se deben considerar los intereses económicos que existen detrás de ellas, lo que complica que avance su prohibición desde el Congreso del Estado.
“Son espectáculos que ante la ley están permitidos, son legales, prácticamente se puede hacer lo que sea con los toros, los caballos, gallos, porque están excluidos en la ley, es algo inexplicable, la ley protege a los animales, excepto a estos animales, entonces queda esa laguna y queda muy poco por hacer”.
Ante la inminente realización del Congreso Nacional Charro en Aguascalientes en el mes de noviembre, el ambientalista hizo un exhorto a la población para no asistir a las actividades que atenten contra la dignidad e integridad de los animales utilizados en dicho espectáculo.
“Lo que se puede hacer es incentivar a la población a evitar este tipo de actividades, a no participar en ellas; entendemos que la charrería es una actividad que tiene ciertos tintes de tradición, de deporte nacional, entonces hay que andar con mucho cuidado, buscar una estrategia para que estos espectáculos sigan sucediendo porque al final de cuentas sigue siendo una explotación de animales y lo ideal es que no sucediera”.
Felipe Márquez aseguró que las corridas de todos y las charreadas han ido reduciendo su aceptación en la población, principalmente en las generaciones más jóvenes, por lo que en los próximos años se pudieran tener avances más palpables sobre la prohibición de estas prácticas.
“Estas actividades tienen una tendencia a la baja en el mundo; hace 10 años se hacían más de 1,000 corridas de toros al año y hace cinco años se hicieron menos de la mitad, sin pandemia, entonces estamos entendiendo que son una actividad que ya no es popular entre los jóvenes y los niños, ya no les llama la atención como a nuestros abuelos y papás”.