Una empresa transparente permite “ver”, a través de ella,
una cualidad indiscutible para poder adaptarse a los cambios de hoy.
EL VALOR de la transparencia genera recompensas que impactan tanto en lo tangible como en lo intangible de las compañías. Si apelamos a una definición sencilla de este término, una empresa transparente permite al stakeholder ver, a través de ella, la razón: está sujeta a un proceso de gestión corporativa que tiene como premisa escuchar a las contrapartes; stakeholders, saber qué esperan y qué necesitan para confiar en una empresa.
Existen conceptos y realidades a través de los que una compañía construye la transparencia, como reputación, rendición de cuentas y buen gobierno corporativo. Todo ello no solo para robustecer la estrategia de negocio, sino también su sostenibilidad y propósito corporativo.
Hay una exigencia de carácter ético que no solo va ligada a los resultados financieros, sino que es una manera en cómo las compañías adoptan los conceptos de transparencia, acceso a la información, buen gobierno corporativo, entre otros.
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La transparencia y rendición de cuentas están entre las mejores herramientas de los inversionistas, colaboradores, proveedores y clientes para afrontar de mejor manera las crisis.
PROBLEMAS DE FONDO
Las crisis son pruebas constantes para las compañías. Algunas de las más representativas del siglo XXI —como la burbuja de las “puntocom”, la crisis inmobiliaria en Estados Unidos y la pandemia— provocaron que las compañías más endebles, no solo en el aspecto económico, sino de transparencia, perecieran y se volvieran la referencia de opacidad y sus peores consecuencias.
Milton Friedman, uno de los economistas más reconocidos e influyentes, decía que “la responsabilidad social de las empresas es aumentar sus ganancias”; la idea fue un parteaguas en 1970, cuando se publicó en el diario The New York Times,aunque hoy queda evidentemente obsoleta.
“Las ganancias son tan innatas a la empresa como el respirar al ser humano. El potencial de una empresa va más allá que solo generar dinero. Una compañía es capaz de asumir un rol activo en el bienestar social y ambiental”, comenta Eloy Rodríguez, director general de Promotora Acción Social Empresarial (Accse).
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El poco interés de las empresas en las tendencias de largo plazo es un riesgo latente. Las acciones y estrategias climáticas no se encuentran entre las prioridades de las empresas: apenas dos de cada diez (20.5 por ciento) de los encuestados en Latinoamérica aseguran que sus organizaciones están trabajando en la materia, de acuerdo con el estudio “Approaching The Future 2021”, elaborado por Corporate Excellence.
CASO SÓLIDO
La única manera de tener un negocio sostenible es contribuyendo al crecimiento de un país y al éxito de las personas. “El crecimiento de PepsiCo debe estar acompañado del de las comunidades donde operamos. Si bien somos una compañía global que trae conocimiento, mejores prácticas, tecnología, crecemos a la par del mercado mexicano”, comenta Alina Hernández, directora de Corporate Affairs, Responsabilidad Social y Comunicación de PepsiCo.
Uno de los pilares que ha desarrollado la compañía es formar equipos diversos y con enfoque de equidad de género, los cuales, además de contribuir con el crecimiento sostenible, aumentan en 47 por ciento la creatividad y el desarrollo de planes novedosos y en 30 por ciento el retorno de la inversión que genera cada empleado.
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La diversidad, construir un negocio sostenible y la transparencia son acciones que vuelven a las empresas competitivas con capacidad de implementar programas, alianzas estratégicas y elevar la calidad de una industria entera.
DESPERTAR
El escenario actual —el pospandémico— es el recordatorio de la fragilidad, vulnerabilidad y volatilidad a la que se nos enfrentamos como sociedad, y las empresas no se libran de esta “nueva realidad”.
Hay un despertar muy fuerte y evidente donde las empresas tienen que cuidar —como nunca— la relación con sus stakeholders, porque ellos tendrán la mayor credibilidad al momento de emitir un juicio de valor sobre una compañía, de acuerdo con Mariela Pérez, académica emérita e investigadora de Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
Y es que “ser transparente” ya no es una opción ni puede ser parte de una estrategia. Las empresas viven en “casas” con paredes y techos de cristal donde la clave, además, es saber y entender que la rendición de cuentas se da hoy en cinco planos, no solo en el financiero: social, medioambiental, ética y gobernanza y talento. La transparencia y rendición de cuentas hoy es de aquellas empresas que deciden apuntar más alto y más lejos.
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Elisenda Casellas es directora de Grupo de Asuntos Públicos y Corporativos de JeffreyGroup. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.