“Los mejores recuerdos no están en las fotos ni en nuestra memoria, están en nuestro corazón”. Anónimo
Confiar en una idea, en un sueño o un proyecto personal y trabajar para llevarlo a cabo puede suponer la barrera entre las personas exitosas y las que deciden no arriesgarse. En ese dilema se encontró Griselda Palacios Rodríguez, joven ama de casa, egresada de la carrera de Diseño de Modas de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA).
Tras terminar sus estudios, comenzó a elaborar sus propios vestidos, como la mayoría de sus compañeras, sin embargo, al corto plazo se percató que ese no era el rumbo al que quería dedicarse profesionalmente.
Al convertirse en madre, tuvo una idea que poco a poco se ganaba su atención. A partir de las prendas de sus hijos pequeños, confeccionó ositos, con los que podía mantener vivos los recuerdos de su nacimiento y sus primeros pasos.
De ser un pasatiempo que le generaba emociones y sentimientos, se convirtió en un proyecto de trabajo, con el que podía desenvolverse en lo que le gustaba y ser económicamente independiente.
“Yo antes me dedicaba a hacer vestidos, entonces nada qué ver, y mucha gente me preguntaba ‘¿cómo que vas a hacer peluches?’, pero yo sabía que era lo que quería hacer, disfrutaba mucho hacerlo, es algo muy gratificante”.
Fue así, que con un puñado de prendas de vestir e incertidumbre inició su propio taller: Amorsitos GP.
En un inicio, el trabajo caía a cuentagotas, de confeccionar uno o dos ositos al mes, los pedidos se contaban por decenas. Ya no sólo se acercaban madres deseosas de mantener un recuerdo de las primeras etapas de sus hijos, sino también llegaban personas que habían tenido el fallecimiento de un ser querido, lo que se incrementó aún más con la pandemia del Covid-19, según relata.
“Ver materializado esa camisa que le viste varias ocasiones a tu ser querido, ver preservado ese recuerdo en un amorsito que sientas ganas de abrazar en todo momento o que esté decorando tu habitación y tenerlo presente, es lo que buscan las personas. Al principio hacíamos 20 o 30 amorsitos, pero desde diciembre nos han estado pidiendo hasta 80 por mes”.
En los cuatro años de vida, Griselda ha confeccionado alrededor de 500 ositos a partir de prendas de vestir.
Cada ‘amorsito’ demanda hasta cuatro horas en su proceso de elaboración, pero cada uno es único y especial, tanto para las personas que los solicitan, como para la propia Griselda, quien imprime sus propias emociones y sentimientos en cada trabajo.
“Cada historia es única, siempre cuido que cada uno tenga algo diferente, ya sea una orejita u otro detallito, he recibido muchas historias de mamás que me traen la ropita de sus bebés, a veces yo entro con el nudo en la garganta, de saber lo que significa para ellas; tengo la ropa de mi suegra que falleció el año pasado y no he podido trabajarlos, al ser alguien muy cercano”.
Los sacrificios de ser mujer, madre y emprendedora
En sus inicios, en Amorsitos participaba únicamente Griselda, pero el aumento de los pedidos y el éxito, requirió la participación de más personas, por lo que dos mujeres, también amas de casa y jefas de familia, se sumaron al proyecto.
“Tengo personas que me están apoyando, por la demanda busqué a dos amas de casa como yo, que no quieran descuidar su casa ni a sus niños, más ahorita con la pandemia, me apoyé de mamás, entonces ellas me ayudan a hacer el proceso del rellenado, me lo regresan y yo hago el terminado”.
Asimismo, Amorsitos forma parte del programa “Hecho en Aguascalientes” de la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDEC), lo que ha significado una ventana en fiestas, festivales y mayores lugares de difusión.
A pesar del auge que ha tenido su idea, para Griselda ha sido un reto combinar sus roles como mujer, madre y emprendedora, por lo que siempre trata de no descuidar ninguno de ellos.
“El primer reto fue separar las actividades de la casa con el trabajo, porque al momento que yo decidí quedarme en casa y trabajar desde aquí se me hacía difícil, al principio era lavar trastes, lavar ropa y todo eso, yo sentía que no avanzaba, entonces lo que tuve que hacer fue un horario para la casa, otro para mi trabajo y para tareas de los niños”, comentó.
De igual manera, su esposo ha sido una parte importante para llevar a cabo sus actividades.
“Cuento con su apoyo, somos un gran equipo, él llega de trabajar y yo empiezo mi jornada laboral, él se dedica a los niños y a lo que quede pendiente en la casa”.
Para Griselda, la constancia y escuchar a los clientes han sido las principales formas de alcanzar el éxito.
“Mi consejo es que se queden con algo que disfruten, que amen hacer, que no les pese hacer, y aunque al principio digan ‘sólo vendí un peluche’, no pasa nada, al principio yo vendía uno al mes, pero no me desmotivé y traté de escuchar a mis clientes, animarme, investigar, buscar apoyos, ser innovadora, yo al principio sólo hacía osos y ahora me han estado solicitando más animalitos”.