EL MUNDO tiene un placebo para la incertidumbre de corto plazo y eliminar en una parte dicho desasosiego: se llama vacuna.
La pregunta que todo el mundo nos estamos realizando es: ¿2021 será mejor que este que termina en materia de energía y economía? La respuesta causa una picazón en la cabeza y todo mundo dice: sí porque ya tenemos la vacuna y podremos volver a casi todas las actividades en un corto plazo.
El placebo creado es una realidad virtual del deseo de nuestras neuronas de que todo estará bien, pero muchos de los países han creado una visión alternativa de corto plazo ligado a tener la forma de controlar este y otros virus. Ahí ha quedado demostrado que el ser humano puede tener una adaptabilidad rápida, investigar y crear nuevas normas para la convivencia humana. Pero todo esto no puede ser posible sin… el dinero.
El dinero significa inversión, esto a su vez, circulación en la economía de un país, y con ello crecimiento para hacer frente ante cualquier cambio en forma abrupta como lo acontecido durante 2020.
Comentar de mi parte qué nos espera para 2021 sería algo irracional, especulativo y de alta incertidumbre sobre el final del hecho acontecido. Pero sí podemos decir que al planeta le quedan 40 años de vida.
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¿Por qué? Todo se deriva de que los esfuerzos en conjunto hasta el momento no están unificados en el mundo. Países como Estados Unidos, Canadá, la comunidad europea, el Reino Unido, Dinamarca, Noruega y, en el próximo lustro, China, han creado una alternativa de misión para tener una menor reducción de la toma de energías primarias, cuyo objetivo es mejorar la calidad del aire, temperatura y tener menor cantidad de contaminantes. Esto lo están trazando como línea de tiempo al año 2060.
Estos esfuerzos no están ligados a los mejores deseos para 2021; están basados en hechos de cálculos fríos y tangibles, pues el no hacerlo creará un caos mayor del actual y no habría el recurso suficiente y tiempo para controlarlo.
En el mundo, en el último lustro la inversión realizada en energía ha sido, en la parte de combustibles, el 44 por ciento; electricidad, 41 por ciento, y eficiencia de la energía, en 15 por ciento.
Esta visión cambiará a partir de 2021 para llegar en 2050 a alrededor de un 50-55 por ciento en la parte eléctrica, y un 20-25 por ciento en la eficiencia bajo economías circulares. Todos esto dependerá de los acuerdos que pueda haber en 2021 en el mundo y no en forma individual de cada país.
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Cada nación que considere que su mercado solo depende de una sola inversión para estar acorde con el mundo solo creará placebos de corto plazo y estará destinada a ser un país mediocre y sin una misión de largo plazo.
El total de inversión en energía en el mundo se concentra en alrededor del 75-80 por ciento en tres regiones:
México es parte importante en el mundo en el mercado energético, pero no solo por estar en una región en donde tenemos un tratado comercial vigente con Estados Unidos y Canadá. Esta oportunidad única que tenemos, y que tiene fecha de caducidad, si no la aprovechamos acentuando las bases en 2021 de una transición energética con base en el aprovechamiento de las energías primarias y permitiendo un mercado equilibrado entre lo público o privado, estaremos destinados a continuar ampliando el déficit de nuestra balanza comercial, indicando al mundo: acércate conmigo porque quiero importar tus productos, servicios y materias primas porque mi mercado no tiene la forma de producir.
El dinero tiene un límite, si lo coartas o controlas crearás un efecto de invernar circulante, al no permitir que otros tomen el riesgo de algo que la inversión pública no puede hacer o sostener.
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El 2021 no será de buenos deseos. Deberá ser la base del mundo en el hecho de conformar una misión que asegure que en 2060 no tengamos cada cierto periodo que encerrarnos porque no hay el aire correcto, la suficiente energía y el dinero para poder cubrir la necesidad del mundo ante cualquier masa en el espacio que ocupe un lugar y que afecte en forma directa al ser humano.
Lo irónico del mundo. La evolución del hombre nos concibió en tener contacto directo con el hábitat, pero ante el crecimiento poblacional y avances tecnológicos tuvimos que cubrirnos para no enfermarnos al estar en contacto con el entorno; con la Revolución Industrial tomamos de la naturaleza las energías primarias y alteramos el entorno de los ecosistemas. La naturaleza se reveló y hoy tenemos un virus que alteró nuestra forma de vida, y no cambiar significa dejar de tener interrelación con la naturaleza, al cubrirnos no de pelo o ropa, sino de sistemas aislantes que no permitan que nos enfermemos.
El 2021 no cambiará el hecho, pero sí asentará la base para que el planeta esté dispuesto a tener un mundo sin alteraciones en 2060.
El tiempo no nos espera, y el dinero tiene un límite.
Agradezco a cada una de las personas que leyeron cada artículo, esperando poder aportar con conocimiento. No deseo un feliz 2021, prefiero decir que tu misión se consolide en hechos para poder vivir en tu entorno. N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.