Cuando la encontré desnuda en la sala de nuestra casa perdiéndose entre los brazos de alguien más…creí que era el fin de mi vida, resultó ser todo lo contrario.
Más allá de atropelladas justificaciones mientras se ponía a toda prisa la ropa no habían palabras que entendiera en ese momento, así que mejor me fui. Era viernes , cambios de último momento en mi itinerario me habían hecho volver a casa dos días antes de lo planeado, maldije entonces mi agenda de trabajo y la disculpe, culpándome a mi y solo a mi por no estar tanto como debí haberlo hecho.
Al día siguiente retome mi relación con la bebida, quería estar dormido, inconsciente… no sentir cómo me carcomían los recuerdos, no tener que comenzar el lunes a cancelar el salón, las invitaciones… el pastel o la luna de miel. Quería mitigar el sabor amargo que me ocasionaba pensar en lo que nunca íbamos a ser capaces de construir juntos. A veces la idea de lo que puede ser hace que se pierda noción de lo que realmente está sucediendo, me concentré tanto en el futuro que olvide disfrutar el presente, hasta que fue inevitable.
La falta de claridad me llevó a pensar que la única manera de evitar el sufrimiento era terminando con mi vida, un ratón en un laberinto sin salida. Nunca me caracterice por ser una persona muy deportista, aún así, irme al cerro antes del amanecer intoxicado me pareció la mejor idea, en esos lugares es normal que los accidentes sucedan , era menos dramático que otros métodos, parecería que el senderismo en un lugar desconocido mezclado con mi falta de condición habrían hecho de las suyas , un explorador más que tropieza y cae sobre las piedras del acantilado , el fin perfecto como cereza en el pastel para nuestra historia fallida.
Entiendo ahora que mi plan tenía muchas áreas de oportunidad, pero era la única opción que me planteé en ese punto de inflexión. Ahí estaba viendo cómo los primeros rayos del sol se colaban entre las primeras hojas de la primavera, aún sentía el alcohol subiendo hasta mi boca, sudaba por el esfuerzo al subir y aún así seguía helado. Me senté un momento para descansar y sin quererlo me quede dormido, perdido en la noción del sueño me despertaron voces y risas cercanas , era un grupo de corredores que pasaban a toda prisa cuesta arriba, la resaca combinada con el picor del sol mucho más fuerte hacía que me retumbara la cabeza como palpitando. Me puse de pie y me acerqué a la orilla , el plan era simple; correr a toda velocidad hasta “tropezar” a la orilla, así que eso hice, comencé a subir sin pensar, ningún borde parecía el indicado, así que seguí subiendo, el sudor cubría mi pecho y mis pestañas pero algo me hacía seguir hasta que de pronto me encontraba en la cumbre , rodeado de gente. Una chica se acercó a ofrecerme agua , sentía que iba a desmayarme , un sujeto estiró su brazo con una barra energética , es normal me dijo, respira, ya llegaste. Y entonces, mientras masticaba granola con miel empecé digerir muchas otras cosas…no quería matarme , quería dejar de ser quien era , quería reinventarme , volver a ser yo. A la semana siguiente llegamos juntos , no tarde mucho en formar parte del clan de corredores que subían con ánimo la fiesta , desafiando sus límites, oxigenando los pulmones, en cada exhalación aprendí a dejar ir mientras que, en cada inhalación le daba la bienvenida a esta nueva versión de mi.
He recorrido el mundo corriendo maratones, he hecho más amigos que nunca, convivo con personas que están, no solo para mi sino para ellos mismos, vivo en el momento presente y es justo aquí y ahora que entiendo que correr salvó mi vida de quien era entonces.