ANOCHE FUIMOS TESTIGOS del enfrentamiento verbal de los candidatos a la vicepresidencia de Estados Unidos. El evento se transmitió desde el Kingsbury Hall, en la Universidad de Utah, y tuvo como moderadora a una representante de la prensa escrita: Susan Page, quien ha cubierto la fuente noticiosa de la Casa Blanca para varias publicaciones y es hoy editora del USA Today.
Los contendientes son por todos conocidos. Comencemos con la dama: la senadora Kamala Harris. Ella es actualmente senadora por el estado de California y tiene un currículum que va desde fiscal de distrito hasta legisladora en el Senado, pasando por la procuraduría estatal.
Kamala tiene una serie de peculiaridades que vale la pena observar: es hija de Donald Harris, un economista jamaiquino de raza negra, y de Shyamal Gopalan, originaria de India y perteneciente a la etnia tamil. Eso la hace representar tres minorías: demográficamente es hija de negro e hindú; en la cuestión de género es mujer y, hasta ahora, si bien la oficina presidencial ya fue ocupada por el hijo de una mujer blanca y un hombre de color, que en el esquema estadounidense es un negro, el hecho de que la máxima magistratura sea ocupada por una mujer, y que además sea de raza negra, rompe con todos los esquemas de la supremacía blanca de Estados Unidos.
Como interlocutor en el debate estuvo Mike Pence, actual vicepresidente, exgobernador del estado de Indiana y de ascendencia blanca, bautizado dentro de la religión católica. Al vicepresidente hoy se le define como un “exitoso supremacista cristiano”, a lo que debemos añadir blanco.
De manera que lo que en realidad se enfrentó anoche fueron los dos perfiles raciales e ideológicos de Norteamérica. Por un lado, el liberal que a través de una lucha inclemente ha logrado que representantes de las minorías accedan a los escaños de poder, y por el otro, los supremacistas cristianos y blancos, que a la hora de hacer dinero abrazan a la ciencia, y a la hora del control político se refugian en una religión que protege la supremacía de los blancos y predica resignación a las minorías sojuzgadas.
DEBATE CIVILIZADO E INAPETENTE
No obstante lo anterior, el debate se condujo de manera civilizada. Ambos contendientes se felicitaron por sus logros y tuvieron expresiones de empatía ante las desgracias, como el caso de la enfermedad de campaña que sufre el presidente.
Los dos permitieron que el contrincante hablara, aunque Pence fue el más imprudente en el debate.
En cuanto al resultado, aunque Pence se vio con más colmillo y Harris más ávida de promocionar su imagen que de atacar a Pence cuyas vulnerabilidades no fueron explotadas a satisfacción por ella, los analistas dudan que cambie la intención de voto de los estadounidenses.
Esto quedó de manifiesto en el tema de China. Pence mencionó que el déficit se había resuelto cuando proporcionalmente es mayor ahora que en la administración de Obama-Biden. La senadora Harris no hizo ninguna mención y es poco probable que no supiera del déficit de la administración de su contrincante. En el tema del COVID-19 tampoco se lanzó a fondo con las cifras y eso que su contrincante era el encargado del problema. Pero dejó ir muchas oportunidades.
Los dos evadieron preguntas como cuando la moderadora fue directa al cuestionar si habían hablado del relevo con los candidatos a la presidencia 2021–2024. Ambos se hicieron como que la Virgen les hablaba y se salieron por peteneras; el primero habló de una vacuna que aún no está aprobada y que a lo mejor va a estar aprobada; luego salió con la epidemia de la gripe de los cochinos con un argumento del tipo: si mi tía tuviera ruedas… La senadora se refugió en su historia, habló de cuando la invitaron a ser vicepresidenta, de su mami y del hecho de que, si viera en dónde anda ahora, estaría muy orgullosa de ella.
Los dos mintieron: Harris en cuanto al hecho de que están en una recesión manufacturera, y Pence en cuanto a que Biden cancelaría la extracción de petróleo por la técnica de fracking.
Sin embargo, lo que quedó de este debate fue una Kamala Harris que dijo ser, en primer lugar mujer, además de negra, asiática y bien pistola, pues como abogada, fiscal, procuradora y senadora se come la lumbre a puños. Esto electriza a las mujeres estadounidenses y a las minorías.
Pence por su parte se identificó como un conservador, orgulloso amante de la vida, cristiano, y por supuesto supremacista blanco. Esto electriza a la base trumpiana.
Ambos, además, dejaron claro que si la suerte los lleva a la primera magistratura de Estados Unidos serán prudentes y mesurados. Al contrario del actual poseedor de la presidencia.
VAGÓN DE CABÚS
El mundo perdió al último mexicano en recibir un Premio Nobel, Mario Molina. Los otros dos fueron Octavio Paz y Alfonso García Robles. La UNAM participó el deceso en su cuenta de Twitter. Es tiempo de pérdidas para la ciencia mexicana.
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor. N