“Lo que la oruga interpreta como el fin del mundo es lo que su dueño interpreta como mariposa”: Richard Bach, Ilusiones.
EL COVID-19 HA MARCADO en muchas formas este año 2020, y muchos de los cambios adoptados por la emergencia sanitaria llegaron para quedarse. Pero esta no es la primera epidemia que vive la humanidad: hemos padecido cólera, ébola, VIH, peste negra y, aun en nuestros días, padecemos tuberculosis.
El tema es serio, pero nuestras ventajas también. La diferencia es que tenemos ya un aprendizaje, existen equipos especializados para atender algo tan puntual como un virus, y solo uno, durante el periodo que sea necesario para lograr una vacuna; tenemos también medios de comunicación en tiempo real para intercambiar información y una guía clara de acciones para evitar contagios, en la medida de lo posible, para cada individuo.
El urbanismo como disciplina surgió precisamente de la necesidad de aplicar medidas higiénicas en las ciudades europeas para hacer frente a las epidemias de la Revolución Industrial en el siglo XIX. Intervenciones como la de Haussman en París (1853) se presentaban como garantía de iluminación y ventilación natural para las viviendas (además de su sentido militar), siendo la única respuesta científica hasta el momento para las enfermedades. Recordemos que no fue sino hasta 1882 que Robert Koch descubrió el causante de la tuberculosis: el Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch, en su honor; en 1944 se descubrió la estreptomicina, primer tratamiento eficaz contra el bacilo, pero no es sino hasta 1952 que se considera curable con el desarrollo del primer antibiótico específico para esta enfermedad.
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Beatriz Colomina, profesora Howard Crosby Butler de Historia de la Arquitectura en la Universidad de Princeton, presenta en su libro más reciente, X-Ray Architecture (Lars Müller, 2019) la tesis de que el movimiento moderno en la arquitectura surge de los lineamientos médicos de la época, específicamente de los sanatorios para tuberculosis, así como del descubrimiento médico de los rayos X, que Mies van der Rohe lleva a la arquitectura con la analogía de “la piel y los huesos”, develando la “estructura ósea” de sus construcciones.
Fueron entonces los médicos los que diagnosticaron las acciones para la recuperación de los enfermos, generando un programa arquitectónico a partir del cual los arquitectos resolvieron la forma. Alvar Aalto es el primer ejemplo al proponer un hospital que cumpliera las normas médicas para ayudar al tratamiento de su hermano y de sí mismo, puesto que él también contrajo la enfermedad: el sanatorio de Paimio, construido entre 1929 y 1933, fue solo uno de muchos edificios construidos en todo el mundo con estos fines.
CINCO PUNTOS DEFINITORIOS
Todo esto se ha reflejado en la vivienda con el paso de los años, las restricciones frontal y posterior en los reglamentos de construcción tienen esa misma finalidad, las ventanas tienen que garantizar los luxes de acuerdo con el espacio habitable que dotan, y finalmente, debería haber una adecuación cultural en cada unidad habitable de todo este aprendizaje. Cada país, y cada territorio, ha vivido esta pandemia a su manera y esto se reflejará en su patrimonio construido, en las nuevas formas de habitar para la generación que nos siga.
Independientemente de los metros cuadrados construidos o del segmento de población al que se pertenezca, yo, como arquitecto, observo cinco puntos que serán definitorios para las nuevas propuestas habitacionales:
1. Ingreso, control y desinfección: al más puro estilo japonés, el genkan aporta ese espacio de intercambio exterior-interior; afuera se dejan los zapatos, la ropa de calle, el cubrebocas, lo que necesita ser lavado y desinfectado. Adentro, facilita el aseo y la seguridad a los otros habitantes de la vivienda.
2. Privacidad: acentuar la división entre espacios públicos y privados, que la posibilidad de aislamiento en caso de un contagio de los miembros de la familia no sea tema de inseguridad para los cuidadores.
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3. Flexibilidad de los espacios públicos: ¿Qué te faltó en esta cuarentena? Un lugar de trabajo, un estudio, el gimnasio, un lugar de juegos para los más pequeños. Equipar un espacio no es lo mismo que improvisar un espacio.
4. Áreas verdes: el impacto psicológico de un jardín y un espejo de agua ya se consideraba en la arquitectura vernácula mexicana, con el patio al centro. También tiene aportaciones al microclima de la vivienda.
5. Y último, pero no menos importante, la arquitectura es una de las bellas artes, debe ser alimento para el alma. El quédate en tu casa ¿fue para ti un premio o un castigo? La literatura, la música, la pintura, el cine, la danza, el teatro nos han dado un brote de paz en medio de la pandemia; la arquitectura también puede hacer eso.
Los arquitectos no solo tenemos la capacidad de asimilar las nuevas tecnologías, tenemos la obligación de reflejar la evolución de la sociedad, de fondo y de forma pues el hecho de no estar confinados en casa no significa que la pandemia haya terminado.
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Daniel Caballero Reyes es licenciado en arquitectura por el Instituto Tecnológico de Chihuahua II (arquitectura regional sustentable) y maestro en urbanismo y territorio por la Universidad de Guadalajara. Es miembro del Colegio de Arquitectos de Chihuahua y director y fundador de Eco Diseño Construcción desde 2013.