En la comunicación de hoy, los roles han cambiado, de la pasividad a la actividad. Los elementales, emisor, mensaje, receptor, han mudado a nuevas circunstancias. Es simple, el emisor ya no es autónomo, depende en mucho del receptor, el receptor es activo de la producción del mensaje, también. En términos de comunicación la verdad no es suficiente, a nadie le importan los datos, los argumentos, las frases, los histrionismos, si no están en medio de sus valores, de su cultura. En política los lenguajes crípticos que tanto beneficio produjeron, se necrosaron, los oradores decían en las campañas, “… por cada voto del adversario se necesitan dos, uno, para igualarlo y otro, para superarlo…”, aritmética, estadística, lógicamente, no tienen sentido esos predicados, fueron metáforas que movieron sentimientos en momentos de la disputa. Es esencial no debatir dentro de la inteligencia del adversario, es importante empoderar la razón propia.
Caer en esa trampa es fácil; por ejemplo los corajes emocionales, ideológicos, racionales, de todas las mañanas en las ondas hertzianas nacionales, nos conducen a debatir con falacias, mentiras, enredos intelectuales, con la falta de lógica, argumento material y objetivo, insisto, no se solucionan ingresando a ese atmosfera ideológica, pretender el uso de ese lenguaje es suicida. Lo eficiente de la discusión y la argumentación es desmentir desde pensamiento y razón propios; de lo contrario el pensamiento se enfermará de gravedad al grado de perder la razón, en esa virtud se mimetizará de las imágenes de “…adversarios, conservadores, neo-liberales…”, debatir sobre esas imágenes ilocucionarias son una batalla perdida; los auditorios juzgan un mismo lenguaje, se dificultan barruntos, inferencias, conclusiones. Es más convincente el argumento de mi Abuela Severa Escalante: “al que ronca, roncarle”.
La comunicación de hoy tiene consecuentes al instante, a la velocidad de 300,000 kilómetros por segundo, la colorimetría, las tipografías, atrapan las mentes en menos de 10 segundos, nueva realidad. Realidad que conjuga tiempo y espacio en sinfonía con el ritmo de las pantallas: ¡Cambiarás de parecer, cambiarás de intensión, cambiarás de gusto…! La comunicación de hoy requiere serenidad, impulsar confianza, sustentarse en la rigurosidad del estudio y en la inteligencia emocional, cultivar una minerva capaz de diseñar el mundo nuevo que demanda la vida compartida, se requiere, empatía, decisión, amor por México y por el Otro, orden, demanda que el Derecho sea garantía de justicia, que la ética impulse lo justo. No hay gobernante que tenga derecho, menos en un país democrático, a atentar con las conquistas del esfuerzo, profesional y laboral, de la propiedad privada, de la dignidad personal y colectiva. Para debatirlo está la majestad del cuerpo electoral que decida con certeza y visión de futuro, en junio de 2021 tendemos la oportunidad de decidir nuevamente. En nuestras manos estará que el crayón, es preciso que no le falle la razón. Las y los ciudadanos tenemos la posibilidad mágica de transformar la boleta en voto, el sustantivo en verbo.
No basta la racionalidad con que se auditen los problemas, es esencial que las coyunturas y circunstancias no perjudiquen las decisiones. No basta con acudir a las urnas, es preciso que ahí se inicie un periplo político que demande, rendición de cuantas, ser parte de la toma de decisiones, de la transparencia; que el solo hecho de votar dote de una responsabilidad de auditoría pública que realice un litigio entre gobernante y gobernados. Que demuestre que la política es una actividad social no privilegio del gobernante, que exprese que el error del pueblo es haber permitido que la política la desarrollen los políticos, ello les puso la hacienda pública en sus manos y a su libre albedrío. Han sido las deficientes políticas públicas, sus lenguajes herméticos, los que manipulan un debate, innecesario y estéril, entre los que aplauden a los gobernantes y sus críticos, dificulta las reacciones que la dinámica social demanda para solucionar problemas comunes. Los escenarios a la medida, para intervenir, indebidamente, tomar decisiones políticas y lograr prerrogativas, se basa en la propaganda.
La nutriología dice: “somos lo que comemos”; la intelectualidad dice: “somos lo que leemos”; el Derecho dice: “somos lo que nos corresponde…”; la política dice: “somos lo que participamos y deliberamos”; la comunicación dice: “somos lo que comunicamos de manera activa y pasiva a la vez”. El uso del lenguaje es clave del debate y la comunicación, la que colectivamente comparte significados, misma que se fortalece de la información, cuyo Derecho beneficia al colectivo. En el núcleo de todo está la palabra, la que llora y ríe, la que premia y castiga, la que reconoce y desconoce. En la toma de decisiones, el patrimonio del pueblo: sus INSTITUCIONES: representación popular, ejecutivos, tribunales, sociedad civil, fundación de nuevo cuño, son sostén de nuestro sistema político. Debemos respetarlo.