Irán busca extender un acuerdo de 20 años con Rusia, al mismo tiempo que la república islámica negocia un convenio de 25 años con China, en lo que constituye un nuevo impulso para establecer una coalición internacional contra la presión económica y política de Estados Unidos.
El Ministro de Relaciones Exteriores iraní Mohammad Javid Zarif llegó este martes a Moscú para una serie de conversaciones en las que busca renovar un acuerdo de cooperación de dos décadas entre ambos países. El contenido del pacto no fue divulgado, pero se produce después de un trascendental acuerdo que tiene que ver con la venta de petróleo y armas, así como con la cooperación nuclear, firmado el 12 de marzo de 2001 por el presidente ruso Vladimir Putin y el entonces presidente iraní Mohammed Khatami.
Putin habló con su actual homólogo iraní Hassan Rouhani antes de la llegada de Zarif en una conversación realizada el jueves, en la que se habló de la pandemia del coronavirus, el acuerdo nuclear de Irán, la guerra en Siria y temas bilaterales como “la implementación de proyectos energéticos conjuntos a gran escala”.
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El acuerdo, que según Zarif, ambas partes “acordaron firmar”, se produce cerca de una semana después de la filtración en varios medios noticiosos de un documento de 18 páginas que, según se afirma, sería el borrador de un convenio amplio con China. Este acuerdo, cuyo contenido está aún por concluirse, según funcionarios iraníes, incluía una inversión china de cerca de 400 millones de dólares en el sector energético y en la infraestructura iraníes.
Los intereses de Teherán, Moscú y Beijing parecen coincidir de una manera que, en opinión de los expertos, podría resultar un desafío para los intentos de Estados Unidos de mantener su hegemonía en el orden internacional.
“Los tres países se han unido por razones estratégicas y pragmáticas”, declaró a Newsweek Guy Burton, profesor adjunto de la Universidad Oficial Vesalius de Bruselas. “Desde el punto de vista estratégico, esos países comparten una aversión común al orden mundial encabezado por Estados Unidos. Pragmáticamente, tiene sentido que trabajen unos con otros”.
Inicialmente, el gobierno del presidente iraní Hassan Rouhani estaba a favor de estrechar las relaciones con Oriente y Occidente mientras contribuía a forjar un acuerdo nuclear sin precedentes firmado por China, Francia, Alemania, Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido. Sin embargo, a la salida ordenada por Trump en 2015 siguieron estrictas sanciones contra Irán, las cuales han sido un obstáculo en la disposición de Europa a comerciar con ese país del Medio Oriente.
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Hamidreza Azizi, profesor visitante del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad, señaló que la estrategia estadounidense ha obligado a Teherán a entrar en contacto más estrecho con Moscú y Beijing. Calificó a los recientes acuerdos como “algo totalmente sin precedentes en la historia de la república islámica, con un sistema político basado, entre otras cosas, en la idea de rechazar alianzas con las grandes potencias”.
“Mientras tanto, esto se produce en un momento en que los desacuerdos y conflictos políticos entre Rusia y China por una parte, y Estados Unidos por la otra, han venido incrementándose; así, Irán, aparentemente, también ve una situación favorable en el ámbito internacional para seguir adelante con esta nueva visión de política exterior”, añadió.
En años recientes, Rusia y China han forjado una relación cada vez más estrecha que incluye aspectos energéticos, económicos y de defensa. Esta relación puede dar una nueva forma al equilibrio internacional de poderes y también ha provocado profundas preocupaciones para Washington, que ha impuesto sanciones a ambos países en distintos grados como un intento de contener a sus competidores estratégicos.
Sin embargo, al igual que Irán, Rusia y China han respondido con actos de rebeldía. Moscú y Beijing han emprendido ambiciosos proyectos en otros países, que incluyen una presencia más audaz en el Medio Oriente. A finales del año pasado, Irán se unió a Rusia y China en una serie de ejercicios navales sin precedentes en el Océano Índico, a pesar de las tensiones existentes en el Golfo Pérsico.
Sin embargo, Rusia y China, que son potencias seculares que no comparten las ambiciones revolucionarias de Irán en el Medio Oriente, han tenido cuidado de no forzar los lazos diplomáticos y económicos con los enemigos de Irán en la región, como Israel y Arabia Saudí. Los funcionarios iraníes también destacan que los acuerdos internacionales de su país tienen que ver más con favorecer sus propios intereses que con infligir daño a cualquiera de sus adversarios.
“Irán ejerce una política exterior que coincide con sus intereses nacionales”, declaró a Newsweek Alireza Miryousefi, vocero de la misión iraní ante Naciones Unidas.
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“China y Rusia han sido valiosos aliados, incluso en el ámbito económico, y cualquier acuerdo de cooperación con cualquiera de estas naciones será transparente y beneficioso para ambas partes, así como para la región en general”, añadió. “Nuestra cooperación con China y Rusia no está en contra de ningún país de la región o fuera de ella”.
Mientras que los acuerdos de Teherán se producen en un momento difícil para la república islámica, también coinciden con un periodo complicado para Washington. Estados Unidos lucha contra el coronavirus y la recesión provocada por él, al tiempo que maneja el descontento civil, y también ha adoptado una política exterior unilateral de línea dura que ha creado las condiciones para que países como Irán, Rusia y China encuentren terreno en común.
“La política establecida en los años de Trump, principalmente en el Medio Oriente, pero también más allá, ha logrado acercar entre sí a los enemigos de Estados Unidos”, declaró a Newsweek Michael Kugelman, director adjunto del Programa de Asia y asociado de alto nivel para el Sur de Asia del Centro Wilson.
“Debemos ver estos acuerdos como una reacción contraria y una venganza contra Estados Unidos, pero también como el hecho de que los rivales de Estados Unidos ven la oportunidad de fortalecer su propio poder en un momento en el que el orden mundial cambia continuamente y carece de dirección, mientras Estados Unidos está cada vez más ausente y es cada vez más impopular en el mundo” añadió.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek