Las personas infectadas por coronavirus que son asintomáticas pueden tener una respuesta inmunitaria más débil en comparación con quienes sí desarrollaron síntomas.
Estos pacientes sin síntomas, además, tardan significativamente más tiempo en desechar el virus de su organismo, de acuerdo con un informe publicado en The Nature.
La investigación tuvo como base el análisis de los efectos del coronavirus en 37 personas infectadas, en Wanzhou, China, quienes nunca llegaron a desarrollar síntomas.
El estudio consistió en medir los anticuerpos IgG, que tardan un tiempo en producirse desde el contagio, y los IgM, los primeros que fabrica el cuerpo.
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De los 37 asintomáticos, el 81 por ciento dio positivo para IgG, frente a cerca del 84 por ciento de los sintomáticos, entre tres y cuatro semanas después de la exposición al virus.
El resultado fue más dispar en el caso de la IgM. El 62 por ciento de los asintomáticos presentó esa primera barrera contra el coronavirus, frente al 78 por ciento del grupo sintomático.
Además, estos últimos encararon la fase aguda de la enfermedad con una presencia significativamente mayor de IgG que los asintomáticos.
Evolución de hasta 45 días
Los investigadores hicieron una comparación de los valores de la concentración de coronavirus en la reacción de las pruebas PCR de las primeras muestras nasofaríngeas positivas para 37 pacientes asintomáticos, y de otros 37 sintomáticos.
“Los primeros registraron un plazo de eliminación del virus de 19 días —intervalo entre la primera y la última muestra con resultado positivo—. En tanto, los pacientes con síntomas leves registraron valores inferiores, con una duración de la eliminación viral de 14 días”.
Por ello se concluyó que los pacientes que no llegaron a desarrollar sintomatología clínica relevante en el proceso tardaron más en vencer el virus.
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Dentro de los asintomáticos, el paciente que tardó menos en completar el proceso de desprendimiento viral lo hizo en un plazo de seis días, mientras que la evolución más larga fue de 45.
“Son pocos los casos analizados, pero los pacientes se estudiaron con una gran profundidad, lo que abre la puerta a conclusiones que podrían matizar nuestro modelo de rastreo, aunque este ya es bastante sólido”, explicó Joan Ramón Villalbí, especialista en Salud Pública y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS).