En México, a escala nacional, hay 3,494 casos de dengue confirmados y 11 personas muertas por ese motivo, de acuerdo con la información publicada en la Semana Epidemiológica 22, actualizada al 1 de junio de 2020.
La enfermedad del dengue es vírica y es transmitida por mosquitos hembra principalmente de la especie Aedes aegypti y, en menor grado, del A. albopictus.
De acuerdo con la Secretaria de Salud, el 62 por ciento de los casos confirmados corresponden a Veracruz, Jalisco, Tabasco, Guerrero y Nayarit.
Estos mosquitos también transmiten la fiebre chikungunya, la fiebre amarilla y la infección por el virus de zika. La enfermedad está muy extendida en los trópicos, con variaciones locales en el riesgo que dependen en gran medida de las precipitaciones, la temperatura y la urbanización rápida sin planificar, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.
La infección causa síntomas gripales y, en ocasiones, evoluciona hasta convertirse en un cuadro potencialmente mortal llamado dengue grave. El síntoma más común del dengue es la fiebre junto con náuseas, vómitos, sarpullido, molestias y dolores (en los ojos, muscular, en las articulaciones o en los huesos).
Se debe sospechar que una persona padece dengue cuando una fiebre elevada (40°C) se acompaña de dos de los síntomas siguientes: dolor de cabeza muy intenso, dolor detrás de los globos oculares, dolores musculares y articulares, náuseas, vómitos, agrandamiento de ganglios linfáticos o salpullido.
Los síntomas se presentan al cabo de un periodo de incubación de cuatro a diez días después de la picadura de un mosquito infectado, y por lo común duran entre dos y siete días.
En las últimas décadas ha aumentado enormemente la incidencia de dengue en el mundo y, con esto, alrededor de la mitad de la población global corre el riesgo de contraer esta enfermedad.
El dengue se presenta en los climas tropicales y subtropicales de todo el planeta, sobre todo en las zonas urbanas y semiurbanas. No hay tratamiento específico para curarlo, pero la detección oportuna y el acceso a la asistencia médica adecuada disminuyen las tasas de mortalidad por debajo del 1 por ciento, señala la OMS.
CLASIFICACIÓN DEL DENGUE
Dengue sin signos de alarma: la enfermedad puede manifestarse como un “síndrome febril inespecífico”. La presencia de otros casos confirmados en el medio al cual pertenece el paciente es determinante para sospechar el diagnóstico clínico de dengue.
Dengue con signos de alarma: el paciente puede presentar dolor abdominal intenso y continuo, vómito persistente, acumulación de líquidos, sangrado de mucosas, alteración del estado de conciencia, hepatomegalia y aumento progresivo del hematocrito.
Dengue grave (conocido anteriormente como dengue hemorrágico): fue identificado por vez primera en la década de 1950 del siglo pasado durante una epidemia de la enfermedad en Filipinas y Tailandia. Actualmente, afecta a la mayor parte de los países de Asia y América Latina y se ha convertido en una de las causas principales de hospitalización y muerte en los niños y adultos de dichas regiones.
El causante del dengue es un virus de la familia Flaviviridae que tiene cuatro serotipos distintos, pero estrechamente emparentados: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. Cuando una persona se recupera de la infección adquiere inmunidad de por vida contra el serotipo en particular. Sin embargo, la inmunidad cruzada a los otros serotipos es parcial y temporal. Las infecciones posteriores (secundarias) causadas por otros serotipos aumentan el riesgo de padecer el dengue grave.
La complicación potencialmente mortal es advertida por los signos que se presentan entre tres y siete días después de los primeros síntomas, que son dolor abdominal intenso, vómitos persistentes, respiración acelerada, hemorragias de las encías, fatiga, inquietud y presencia de sangre en el vómito. Las siguientes 24 a 48 horas de la etapa crítica pueden ser letales; hay que brindar atención médica para evitar otras complicaciones y disminuir el riesgo de muerte.
EN AUMENTO, LA INCIDENCIA DEL DENGUE EN EL MUNDO
La OMS ha indicado que, en las últimas décadas, ha aumentado enormemente la incidencia de dengue en el mundo. Una gran mayoría de los casos son asintomáticos, por lo que el número real de casos está insuficientemente notificado y muchos están mal clasificados.
Según una estimación reciente, se producen 390 millones de infecciones por dengue cada año (intervalo creíble del 95 por ciento: 284 a 528 millones), de los cuales 96 millones (67 a 136 millones) se manifiestan clínicamente (cualquiera que sea la gravedad de la enfermedad). En otro estudio sobre la prevalencia del dengue se estima que 3,900 millones de personas, de 128 países, están en riesgo de infección por los virus del dengue.
EXPANSIÓN DE LA ENFERMEDAD
Antes de 1970, solo nueve países habían sufrido epidemias de dengue grave. Ahora, la enfermedad es endémica en más de 100 países de las regiones de África, América, el Mediterráneo Oriental, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental. Las regiones más gravemente afectadas son las Américas, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental.
En 2008, en estas regiones se registraron en conjunto más de 1.2 millones de casos, y en 2015, más de 3.2 millones, según datos oficiales presentados por los Estados Miembro de la OMS.
En fecha reciente el número de casos notificados ha seguido aumentando. En 2015, se notificaron 2.35 millones de casos tan solo en la región de las Américas, de los cuales más de 10,200 casos fueron diagnosticados como dengue grave y provocaron 1,181 defunciones.
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Tras un descenso del número de casos entre 2017 y 2018, en 2019 se observó un fuerte aumento. En la Región del Pacífico Occidental, el aumento del número de casos se dio en Australia, Camboya, China, República Democrática Popular Lao, Malasia, Filipinas, Singapur y Vietnam, mientras que se han notificado casos por DEN-2 en Nueva Caledonia, y por DEN-1, en la Polinesia francesa.
En la Región de África también se notificaron brotes en el Congo, Costa de Marfil y Tanzania. También hubo un aumento del número de casos en varios países de la región de las Américas.
Se calcula que cada año son hospitalizadas 500,000 personas con dengue grave, cuya tasa de letalidad estimada es del 2.5 por ciento. No obstante, muchos países la han reducido a menos del 1 por ciento, y la tasa de letalidad mundial ha disminuido en un 28 por ciento entre 2010 y 2016, gracias a que el tratamiento de los casos ha mejorado de forma significativa con la creación de capacidad en los países, indicó la OMS.
En las Américas, hasta marzo pasado se habían reportado 560,086 casos de dengue, incluidas 118 defunciones. Del total de casos notificados, 137,900 (25 por ciento) fueron confirmados por laboratorio y 1,560 (0.3 por ciento) fueron clasificados como dengue grave. La tasa de letalidad fue de 0.023 por ciento, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
TRATAMIENTO
Hasta ahora no hay tratamiento específico para el dengue. En caso de dengue grave, la asistencia prestada por médicos y enfermeras que tienen experiencia con los efectos y la evolución de la enfermedad puede salvar vidas y reducir las tasas de mortalidad de más del 20 por ciento a menos del 1 por ciento.
Es decisivo mantener el volumen de los líquidos corporales.
INMUNIZACIÓN
La primera vacuna contra el dengue —Dengvaxia® (CYD-TDV), desarrollada por Sanofi Pasteur— fue aprobada por vez primera en diciembre de 2015 y hasta ahora su comercialización ha sido autorizada por los organismos de reglamentación de 20 países para ser utilizada en personas de 9 a 45 años residentes en zonas endémicas.
En abril de 2016, la OMS publicó una recomendación condicional sobre su uso en zonas en las que el dengue es muy endémico (seroprevalencia del 70 por ciento o más). En noviembre de 2017 se publicaron los resultados de un nuevo análisis para determinar retrospectivamente el estado serológico en el momento de la vacunación.
Dichos resultados revelaron que el grupo de participantes en el ensayo que eran seronegativos en el momento de la vacunación tenían mayor riesgo de padecer dengue grave y hospitalizaciones por dengue que los participantes no vacunados.
PREVENCIÓN Y CONTROL
El único método para controlar o prevenir la transmisión del virus del dengue consiste en luchar contra los mosquitos vectores:
∞ Evitar que los mosquitos encuentren lugares donde depositar sus huevecillos aplicando el ordenamiento y la modificación del medioambiente.
∞ Eliminar correctamente los desechos sólidos y los posibles hábitats artificiales.
∞ Cubrir, vaciar y limpiar cada semana los recipientes donde se almacena agua para uso doméstico.
∞ Aplicar insecticidas adecuados a los recipientes en que se almacena agua a la intemperie.
∞ Utilizar medidas de protección personal en el hogar, como mosquiteros en las ventanas, usar ropa de manga larga, repelentes, materiales tratados con insecticidas, espirales y vaporizadores. Estas medidas tienen que observarse durante el día tanto en casa como en el lugar de trabajo, dado que el mosquito pica durante el día.
∞ Mejorar la participación y movilización comunitarias para lograr el control constante del vector.
Durante los brotes epidémicos, las medidas de lucha antivectorial de emergencia pueden incluir la aplicación de insecticidas mediante el rociamiento.
Asimismo, se debe vigilar activamente los vectores para determinar la eficacia de las medidas de control.
La detección clínica y el tratamiento adecuado de los pacientes con dengue puede reducir de forma significativa las tasas de mortalidad por dengue grave.