Cientos de tumbas, cavadas simbólicamente por una ONG, se pueden ver en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, para rendir homenaje a los miles de brasileños que murieron por la COVID-19 y para denunciar la “incompetencia” de las autoridades públicas ante el avance de la pandemia.
Las tumbas están alineadas sobre la arena en diez filas frente al emblemático hotel Copacabana Palace de la “Ciudad Maravillosa” y en ellas se clavaron cruces negras decoradas con pequeñas banderas brasileñas.
“El objetivo es protestar contra la sucesión de errores cometidos por el gobierno federal en el manejo de la crisis humanitaria que Brasil está sufriendo”, explicó la ONG Rio de Paz en su cuenta de la red Twitter.
— riodepaz (@riodepaz) June 11, 2020
El efecto visual recuerda a imágenes de cementerios en muchas ciudades de este país, donde se están cavando tumbas apresuradamente debido a la pandemia, especialmente en la ciudad amazónica de Manaos.
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“Hemos reproducido aquí, en el decorado de la postal de Río, lo que vemos en nuestros cementerios”, declaró Antonio Carlos Costa, presidente de la ONG, a la AFP.
“Estamos aquí para exigir un cambio de actitud al Presidente de la República, quien debe comprender que nuestra nación enfrenta el momento más difícil de su historia. Esta pandemia ha exacerbado las injusticias sociales y la incompetencia de los poderes públicas”, acotó.
El presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, ha minimizado repetidamente la escala de la pandemia y sigue abogando por la reanudación de las actividades económicas mientras la curva de contagios sigue en aumento en el país.
Este jueves, el país sudamericano, de 212 millones de habitantes, registró 40,919 fallecidos, entre ellos 1,239 en las últimas 24 horas, y 802,828 contagios, la segunda cifra más alta del mundo después de Estados Unidos.
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En la playa de Copacabana, un partidario del presidente arrancó algunas de las cruces, mientras que otros insultaron a miembros de la ONG.
Un video publicado por Río de Paz en Twitter muestra que un padre cuyo hijo murió a los 25 años de esta enfermedad volvió a colocar la cruz en su lugar, gritando “¡respeten nuestro dolor!”.