En estos días, con la recuperación del precio del barril de petróleo a escala mundial y ante una coordinación entre todas las partes involucradas, hemos visto cómo se ha llegado al objetivo que Estados Unidos pretendía alcanzar de mantener el precio del West Texas Intermediate (WTI) por arriba de los 30 dólares. Esta meta, según este valor, ayudaría a los productores a poder cubrir los costos (punto de equilibrio). Y vemos, además, un brent que se pretende que se mantenga por arriba de los 40 dólares para el beneficio del precio mundial de todas las diferentes mezclas del mercado.
Ello ha beneficiado la recuperación del precio de la mezcla mexicana de exportación debido a que la fórmula para los crudos que vendemos a Estados Unidos contemplan, en el valor, al WTI con 0.65 y el brent con 0.35. Hoy, según cálculos de enero a abril, hay una contracción de las exportaciones. Así, ante el inicio del T-MEC el 1 de julio, resulta importante enfatizar en si el acuerdo es benéfico, sobre todo si consideramos que el total que exportamos a Estados Unidos representa casi el 50 por ciento de lo que exportamos en los últimos meses.
Partiendo de la recuperación del precio del barril hoy en día, y si consideramos que la mezcla está por arriba de los 30 dólares (punto de equilibrio, 26.54 dólares), podemos indicar que la recuperación en corto plazo sí nos ha beneficiado en el sentido de percepción, pero no logra quitar la parte especulativa del mercado para el largo plazo.
Si consideramos el largo plazo, podemos decir que el acuerdo del recorte de producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (OPEP+) está siendo evaluado desde tres puntos técnicos-económicos:
- El cumplimiento de todos los países al recorte propuesto de 9.7 millones de barriles.
- Ampliar este recorte inicial cuando menos hasta el mes de julio.
- Si no existiera una estabilización en julio se decidiría prolongar hasta diciembre de 2020.
Es importante entender el mensaje: la recuperación de la demanda mundial no será a un ritmo acelerado, será en forma lenta y en función del retorno de las personas económicamente activas a los lugares de trabajo o ocupación. El motivo de la OPEP+ para tomar una decisión tiene un fundamento, no incrementar de nuevo el estrés en el almacenamiento del crudo y evitar que se ocasione el mismo efecto especulativo ocurrido en Estados Unidos en el almacenamiento con la caída del WTI, en abril, por debajo de cero.
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La OPEP+ evaluará este junio si la demanda se recupera al ritmo esperado y, en el caso de no llegar, que se prolongue un mes más (en el mejor de los casos).
¿Y A MÉXICO ELLO EN QUÉ LE AFECTA?
Indicaremos primero que la nación tiene programado en 2020 una producción promedio diaria anualizada de 1 millón 951,000 barriles por día (mbd), una plataforma de exportación de 1,085 mbd, y enviar a refinerías alrededor de 800,000 barriles por día. Estimado del precio por barril: 49 dólares.
Ante el COVID-19, este plan, que forma parte del presupuesto de 2020, se ha cancelado en cuanto a la producción de crudo, así como los porcentajes de exportaciones a los diferentes lugares a donde se envía la mezcla mexicana. La refinación fue modificada al planear el incremento de crudo hasta en 1 millón de barriles, según declaraciones públicas de mayo pasado. Con este escenario ponemos a consideración lo que podría pasar, de acuerdo con la información de enero a abril de la Sener y de Pemex.
El acuerdo de la OPEP+ era reducir la producción a partir de mayo en 100,000 barriles.
De acuerdo con el cruce y cálculos realizados, la proyección de contracción pudo haber cerrado en mayo y continuar para junio en el siguiente promedio:
En abril, las refinerías enviaron alrededor de 670,000 barriles diarios de crudo, con una mezcla de 52 por ciento de crudo pesado y 47 por ciento de ligero. En la primera semana de mayo, según información de la Sener, de acuerdo con la producción de combustibles se observa una entrada de 800,000 barriles.
Así, podemos observar que, al aumentar la cantidad de crudo a refinerías, los barriles de exportación se contraen y, dependiendo de cada región de exportación, disminuyen. El ejercicio es realizado considerando mantener el mismo porcentaje observado en abril de lo comercializado en el mercado mundial.
Pero si consideramos la reducción de exportación con base en el costo de la logística y el desplazamiento de nuestro crudo en algunos mercados, podría suceder que, por ejemplo, en el caso de enviar un millón de barriles a refinerías, se considere que solo nos quedemos con el envío de crudo a Estados Unidos para poder equilibrar la balanza comercial y reducir costos de logística.
Estos resultados, que son proyecciones solo para mayo y junio, consideremos que podrían prolongarse hasta julio o, en el peor de los casos, hasta diciembre, si los países de la OPEP+ quedan de común acuerdo en ampliar el periodo del recorte vigente, es decir, no incrementar los 100,000 barriles que esperábamos recuperar en julio.
Cada mes adicional afectará el plan del futuro de México rumbo al 2024 y la plataforma de producción considerada en los planes de esta administración. Ante ello, el presupuesto a discutir en septiembre para el 2021 deberá considerar a Pemex, es decir, aumentar el presupuesto para incrementar la producción de los objetivos que se habían establecido por Pemex de tener una producción en promedio por arriba de 2 millones de barriles diarios en 2021.
Es tiempo de que no olvidamos que una parte fundamental de la industria de hidrocarburos no solo es el crudo, que está en un mercado mundial de especulaciones, y tampoco dejar a un lado el mercado del gas natural, que es más estable y puede ayudarnos a equilibrar el negocio al invertir en la construcción de petroquímicas.
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México debe visualizar que hoy en día las remesas de Estados Unidos han caído y la recuperación podría contraerse aún más si la gente no regresa a sus ocupaciones o trabajos como antes del inicio de la pandemia. Hoy, ante los datos de casos de COVID-19 y la contracción económica mundial, está complicado el mercado del turismo debido a que debemos esperar las nuevas normas sobre cómo se podrá hospedar en hoteles y cómo se podrá realizar el turismo. Es decir, será una recuperación muy lenta y de largo plazo.
Igualmente, las exportaciones de México dependerán del intercambio comercial y el reinicio de la industria en nuestro país. Y habrá que adicionar a esta ecuación la variable de una reducción en la recaudación de los ingresos para el gasto de la nación. La pregunta, entonces, es: ¿de dónde sacaremos dinero?
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía.