La ciudad de Manaos, capital del selvático estado Amazonas de Brasil, vive un caos sanitario por el nuevo coronavirus: falta personal médico, algunos hospitales almacenan cadáveres en camiones frigoríficos y los cementerios empezaron a abrir fosas comunes.
“Es una escena en vida de una película de terror. El estado ya no es de emergencia, sino de calamidad absoluta”, describe el alcalde de la ciudad, Arthur Virgilio Neto, en una entrevista telefónica con la AFP.
En Manaos morían en promedio entre 20 y 30 personas al día, pero la cifra subió a “más de 100” diarias y colapsó el deficitario sistema de salud en plena pandemia de la COVID-19, que está llegando a las alejadas comunidades indígenas de este estado de 1.5 millones de km2 (casi el triple de España).
“Las personas están muriendo en su casa (…), algunas tal vez porque no tuvieron asistencia” médica, agrega el alcalde, quien sospecha que “en el fondo fue el COVID-19” la causante de esos decesos.
Amazonas es el quinto estado más golpeado por el nuevo coronavirus, con 2,479 contagios y 207 muertes hasta el martes, pero Manaos -con 1.7 millones de habitantes, registra la mayor tasa de mortalidad de las 27 capitales estatales.
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Brasil es el país latinoamericano con mayor número de muertos y contagios: más de 2.900 y más de 45,000, respectivamente. Cifras que según expertos podrían ser hasta 15 veces superiores y que no reflejan la realidad por la falta de exámenes para COVID-19.
El aumento de casos en Manaos ha empujado al abismo a los hospitales, que instalaron cámaras frigoríficas en camiones para conservar los cadáveres.
A las afueras del hospital Delphina Rinaldi Abdel Aziz, Rita Alencar espera que alguien le diga si puede llevarse el cuerpo de su abuela para enterrarlo.
“Todavía no apareció nadie a darme una respuesta para sacar a mi abuela y sepultarla. Ella no murió de COVID-19”, dice Alencar.
En el cementerio público Parque Taruma están abriendo fosas comunes para enterrar a las víctimas de COVID-19; por disposición de la alcaldía, un máximo de cinco familiares pueden dar un breve y último adiós a sus seres queridos.
“Estamos haciendo un trabajo duro para enterrar personas. Ya tuvimos sepultureros enfermos, que contrajeron coronavirus, algunos no saldrán con vida”, lamenta el alcalde de Manaos, que ha pedido más recursos al gobierno de Jair Bolsonaro para atender la emergencia.
“Es una lucha muy grande, muy dura”, afirma.
Videos que circularon en las redes sociales mostraron filas de vehículos fúnebres esperando turno para entrar al cementerio.
Sistema centralizado, sistema colapsado
Las autoridades locales construyeron un hospital de campaña y el gobierno federal convocó a médicos de todo el país para ayudar en la crisis.
Pero estas medidas para reforzar el sistema llegan demasiado tarde y la situación es “extremamente preocupante” ya que Manaos concentra todas las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de Amazonas y 80% de los médicos especializados, explica el especialista en enfermedades infecciosas Bernardo Albuquerque, de la Universidad Federal de Amazonas (UFAM).
El auge de la pandemia se espera a partir de mayo, pero Manaos ya tiene ocupado el 90% de sus camas de UCI, faltan insumos de protección para los funcionarios de salud, así como tomógrafos y medicamentos.
“El sistema está realmente centralizado en la capital”, dice Albuquerque a la AFP.
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Eso obliga a los pacientes graves de los 61 municipios restantes de Amazonas, situados en muchos casos a días en barco, a viajar hasta la capital para ser atendidos.
Solo 18 municipios están conectados por carretera con la capital, “el resto solo tiene acceso por vía fluvial y muy pocos por vía aérea”, dice Albuquerque.
Y cuando el paciente logra viajar a Manaos, llega “en una situación deplorable o no tiene garantías de recibir una atención adecuada. Es una situación dramática”, añade el alcalde.
Preocupación por indígenas
El cuadro se complica más.
Amazonas concentra la mayor población indígena del país, un grupo de riesgo, históricamente diezmado por virus llegados de fuera.
Tres indígenas han fallecido por coronavirus y al menos 15 de los 31 contagiados están en Manaos.
El gobierno federal ofreció la construcción de un hospital de campaña para atención de indígenas, pero las autoridades locales todavía esperan que se concrete.
El ministerio de Salud ya anticipaba en abril que se avecinaba una catástrofe en Amazonas.
La respuesta a la situación tiene que darse “lo más rápido posible”, dice Albuquerque.
“Si pudiésemos chasquear los dedos y decir: que mañana esté todo listo, ese sería el tiempo ideal”, agrega.