En Venezuela, un hombre fue asesinado en una marcha por comida. En todo el mundo, unas 300,000 personas podrían morir de hambre diariamente durante los próximos tres meses.
Durante una protesta por comida en Venezuela, un hombre de 28 años murió y dos personas más resultaron heridas por disparos de arma de fuego.
La manifestación, que se realizó el pasado 23 de abril, terminó con saqueos y disturbios en medio de la cuarentena por el nuevo coronavirus. Las autoridades informaron que el joven falleció en Upata al recibir dos disparos en la cabeza, que “presuntamente hizo un cuerpo policial”, dijo el gobernador regional, Justo Noguera, de acuerdo con AFP.
El agente, agregó el funcionario, está “a la orden del Ministerio Público”.
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Las protestas dieron inicio luego de que se diera un aumento en los precios de los alimentos y productos básicos, explicó un reporte de la Fuerza Armada en la región, al que tuvo acceso la AFP.
En el hecho, un supermercado fue saqueado y comercios cercanos a la zona de la protesta fueron vandalizados, de acuerdo con las autoridades. Hubo al menos 30 detenciones.
La prensa local también informó que hubo otras manifestaciones en los estados Monagas (este) y Portuguesa (oeste). Durante dos días consecutivos los venezolanos se han manifestado por comida. Antes de la muerte del joven, siete personas, dos de ellas por armas de fuego, fueron heridas en el estado Sucre (este), denunció un diputado.
Hasta el viernes 24, Venezuela tenía 311 casos de contagio por COVID-19 y diez fallecidos. Además de la pandemia, las familias venezolanas tienen que enfrentar la desnutrición con sus bajos ingresos, lo que les dificulta tener una buena alimentación.
Venezuela forma parte de los diez países que padecieron las peores crisis alimentarias en 2019. La evaluación de seguridad alimentaria del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), publicada en febrero pasado, dio a conocer que el 7.9 por ciento de la población en Venezuela “está en inseguridad alimentaria severa. Un 24.4 por ciento adicional está en inseguridad alimentaria moderada”.
El mismo estudio indica que el 74 por ciento de las familias ha utilizado estrategias de supervivencia relacionadas con el consumo de alimentos. “El 60 por ciento de los hogares reportó haber reducido el tamaño de la porción de sus comidas, el 33 por ciento ha aceptado trabajar a cambio de comida y el 20 por ciento ha vendido bienes familiares para cubrir necesidades básicas”.
En tanto, seis de cada diez familias han gastado sus ahorros en alimentos.
HAMBRE EN ÉPOCA DE COVID-19
El jefe del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, ha alertado de una pandemia de hambre en medio de la propagación del nuevo coronavirus.
“En mis conversaciones con los líderes mundiales en los últimos meses, antes de que el coronavirus se convirtiera en un problema, decía que en 2020 enfrentaríamos por varias razones la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial.
“Así que hoy, con COVID-19, quiero enfatizar que no solo estamos enfrentando una pandemia mundial de salud, sino también una catástrofe humanitaria global. Millones de civiles que viven en naciones afectadas por conflictos, incluidas muchas mujeres y niños, se enfrentan a ser empujados al borde del hambre, con el espectro de la hambruna como una posibilidad muy real y peligrosa”.
En una videoconferencia con el Consejo de Seguridad de la ONU, Beasley explicó: “Podríamos enfrentar múltiples hambrunas de proporciones bíblicas en unos pocos meses”.
Las crisis se profundizarían, comentó, en lugares como Sudán del Sur y Burkina Faso y la región del Sahel Central.
A esto se suma la crisis económica en el Líbano que afecta a millones de refugiados sirios. Así como en la República Democrática del Congo, Sudán, Etiopía. Y la lista continúa: “Ya nos estamos enfrentando a una tormenta perfecta”.
Aunque lo anterior es impactante les daré cifras, agregó, y exhibió que 821 millones de personas se acuestan con hambre todas las noches en todo el mundo, con hambre crónica y, como lo muestra el nuevo “Informe global sobre crisis alimentarias 2020”, hay otros 135 millones de personas enfrentando niveles de inseguridad alimentaria altos. “Eso significa que 135 millones de personas en la tierra se acercan al borde de la inanición”.
Pero un análisis del Programa Mundial de Alimentos, a raíz del coronavirus, muestra ahora que otros 130 millones de personas podrían ser empujadas al borde de la inanición para fines de 2020. Eso suma en total 265 millones de personas.
“Si no podemos llegar a estas personas con la ayuda vital que necesitan, nuestro análisis muestra que 300,000 personas podrían morir de hambre todos los días durante los próximos tres meses. Esto no incluye el aumento de la inanición debido a la COVID-19”.
David Beasley explicó que, en el peor de los casos, se podría estar viendo hambruna en aproximadamente tres docenas de países, y, de hecho, en diez de estos países ya se tiene más de un millón de personas por país que están al borde de la inanición: “En muchos lugares este sufrimiento humano es el alto precio del conflicto”.
También existe un peligro real de que más personas mueran potencialmente por el impacto económico del COVID-19 que por el virus mismo, ya que se espera que los confinamientos y la recesión económica conduzcan a una pérdida importante de ingresos entre los trabajadores pobres.
Dio a conocer que los impactos económicos y de salud del COVID-19 son más preocupantes para las comunidades en países de África y Oriente Medio porque el virus amenaza con dañar aún más las vidas y los medios de subsistencia de las personas que ya están en riesgo por conflictos.
370 MILLONES DE NIÑOS NO RECIBEN COMIDAS ESCOLARES
En estos momentos, 1,600 millones de niños y jóvenes no asisten a clases por el cierre de las escuelas, por eso casi 370 millones de niños no están recibiendo las comidas escolares nutritivas.
“Solo piensen que cuando los niños no reciben la nutrición que necesitan, su sistema inmunológico se debilita. En donde las comidas escolares nutritivas han sido suspendidas por el cierre de escuelas trabajamos para reemplazarlas por raciones para llevar a casa, siempre que sea posible”.
Beasley dijo que, ante todo, se necesita paz y, con esta, un alto al fuego global es esencial. Pidió a todas las partes involucradas en los conflictos que brinden acceso humanitario rápido y sin obstáculos a todas las comunidades vulnerables para que puedan obtener la asistencia que necesitan, independientemente de quiénes sean o dónde se encuentren.
“Las cadenas de suministro tienen que seguir moviéndose si queremos superar esta pandemia y obtener alimentos de donde se producen para llevarlos a donde se necesitan. También significa resistirse a la tentación de prohibir las exportaciones o gravar las importaciones, lo que puede conducir al aumento de precios y casi siempre resulta contraproducente”.
También solicitó 350 millones de dólares adicionales para establecer una red de hubs logísticos y sistemas de transporte para mantener las cadenas de suministro humanitarias en movimiento en todo el mundo. Asimismo, proporcionarán hospitales de campaña y evacuaciones médicas de los trabajadores humanitarios y de la salud en primera línea, según sea necesario y estratégicamente.
DATOS CLAVE
—La mayoría de las personas que sufrieron inseguridad alimentaria aguda en 2019 se encontraban en países afectados por conflictos (77 millones), cambio climático (34 millones) y crisis económicas (24 millones de personas), según el “Informe mundial sobre crisis alimentarias”.
—Diez países padecieron las peores crisis alimentarias en 2019: Yemen, la República Democrática del Congo, Afganistán, Venezuela, Etiopía, Sudán del Sur, Siria, Sudán, Nigeria y Haití.
—Sudán del Sur tenía el 61 por ciento de su población en un estado de crisis alimentaria (o peor) en 2019. Otros seis países también tenían al menos el 35 por ciento de su población en un estado de crisis alimentaria: Sudán, Yemen, República Centroafricana, Zimbabue, Afganistán, Siria y Haití.
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—Estos diez países representan el 66 por ciento de la población total en situación de crisis o peor (Fase 3 IPC / CH o superior), 88 millones de personas.
—Sobre la problemática, el economista y jefe de WFP Arif Husain afirma: “El COVID-19 es potencialmente catastrófico para millones de personas cuyas vidas ya penden de un hilo. Supone un golpe para millones de personas más que solo pueden comer si ganan un salario.
“Los confinamientos y la recesión económica mundial ya han diezmado sus ahorros. Solo se necesita un shock más, como el COVID-19, para llevarlos al límite. Debemos actuar colectivamente ahora para mitigar el impacto de esta catástrofe mundial”.