Conflictos armados, desplazamientos masivos, miles de personas huyendo de la violencia, campos de refugiados sobrepoblados y pocas o nulas condiciones sanitarias necesarias como agua potable son las problemáticas que viven países como Siria y Burkina Faso y que, ante esta pandemia, no deben olvidarse. Aquí te contamos lo que está sucediendo allá.
El COVID-19 está afectando a la mayoría de los países del mundo y agotando, incluso, algunos de los sistemas de salud más avanzados del planeta. El escenario que vivimos actualmente es tan solo una muestra del panorama que muchos países padecen desde hace años, algunos incluso décadas, y la llegada del coronavirus representa una amenaza aún mayor a causa de su debilitado sistema de salud y las condiciones de vida de miles de personas que viven en condiciones de sobrepoblación y hacinamiento.
En este momento hay crisis humanitarias en países como la República Democrática del Congo, Siria y Yemen, que se agravan ante los pacientes que ya han sido diagnosticados con coronavirus y la posible amenaza de un brote con mayor repercusión en su sociedad y con campos donde viven decenas de personas en una habitación, o donde el ébola y el sarampión también son una amenaza.
Como organización médico-humanitaria de emergencia, con años de experiencia en epidemias, en MSF nos preocupa el deterioro exacerbado que estas crisis pueden tener ante el COVID-19 y la poca atención que los gobiernos y la solidaridad internacional pueden darles a estas situaciones críticas, que son igualmente urgentes para las personas que las viven.
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En muchas áreas donde trabajamos hay pocos actores médicos en condiciones de responder a una sobrecarga de pacientes. Garantizar la continuidad de la atención para todos los pacientes que estamos atendiendo hoy, y que nuestros equipos médicos estén al mismo tiempo preparados para manejar casos potenciales de COVID-19, es un reto impresionante que todos los días llevamos a cabo de la mano del personal médico local y gracias a la solidaridad internacional.
Es muy importante no desviar la mirada de estas cinco crisis que te contamos a continuación, seguir atendiéndolas y asegurar la atención médica a miles de personas que, como todas, esperan que esto pase para continuar trabajando.
BURKINA FASO
Burkina Faso está en medio de una crisis humanitaria sin precedentes luego de un grave deterioro de la situación de seguridad en los últimos dos años. Más de 840,000 personas han sido desplazadas.
El sistema de salud ha sido destruido. Con la brecha estacional del hambre y la temporada alta de malaria que se avecina, los equipos de MSF están preocupados porque la situación se deteriore aún más, afectando particularmente a los niños pequeños. En un contexto que ahora es aún más desafiante debido a la pandemia.
Con 345 casos de la nueva enfermedad, Burkina Faso es uno de los países más afectados de África.
SUDÁN DEL SUR
En el área administrativa del Gran Pibor, el conflicto ha provocado el desplazamiento de miles de personas, exponiendo a hombres, niños y mujeres a niveles extremos de violencia y dejándolos en extrema necesidad de asistencia médica y humanitaria. La violencia reciente condujo a un mayor desplazamiento de miles de personas, que huyeron por sus vidas y buscan refugio, y a una gran cantidad de pacientes heridos que buscan atención en las instalaciones de MSF.
MSF organizó una intervención de emergencia en Pibor para garantizar el acceso a la atención médica, la inmunización y la prestación de servicios básicos a la población. Desde principios de marzo, la situación médica de estos desplazados internos se ve agravada por la aparición de diarrea acuosa aguda.
Aquí, la llegada del COVID-19 es una terrible amenaza.
TANZANIA
En el estado de Nduta, uno de los más pobres del país, el miedo de un brote masivo de COVID-19 es la preocupación más importante. Si no se controla rápidamente, la propagación del virus podría crecer exponencialmente en cuestión de semanas. Esto a causa de las condiciones de vida, donde las personas permanecen en refugios básicos, con acceso limitado a servicios que la mayoría de nosotros consideramos estándar, como el agua y el saneamiento.
El lujo del autoaislamiento y el distanciamiento físico adoptado por algunas sociedades simplemente no es posible en Nduta, donde más de cinco miembros de la familia pueden compartir una habitación pequeña. Las condiciones de hacinamiento hacen casi imposible cumplir con los consejos críticos de higiene. Ya en enero de este año, nuestros equipos médicos registraron altos aumentos en pacientes con diarrea aguda e infecciones respiratorias, y actualmente tenemos cuatro tiendas de desbordamiento a plena capacidad.
Los refugiados burundeses en Tanzania son el grupo de refugiados con menos financiamiento del mundo, con cerca de un millón de refugiados, según la Agencia de la ONU para los Refugiados, mientras que la región de Kigoma, donde se encuentra Nduta, es una de las regiones más pobres de Tanzania. En consecuencia, tanto los refugiados como la comunidad de acogida son especialmente vulnerables a un brote.
BANGLADÉS
El primer paciente de COVID-19 en el área de Cox’s Bazar fue confirmado el 24 de marzo de 2020. El área de Cox’s Bazar ya está sobrepoblada con refugiados rohingya provenientes de Myanmar. Y todas estas personas viven en un lugar superpoblado con un sistema pobre de agua y saneamiento.
El COVID-19 puede ser potencialmente letal para estos grupos vulnerables, que no tienen acceso a un sistema adecuado de agua y saneamiento.
REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO
La República Democrática del Congo (RDC) declaró su décimo brote de ébola en 40 años el 1 de agosto de 2018. Con el número de casos superior a los 3,000, este es, con mucho, el brote de ébola más grande que ha tenido el país. También es la segunda epidemia de ébola más grande jamás registrada, detrás del brote de África occidental de 2014-2016.
Durante los primeros ocho meses de la epidemia, hasta marzo de 2019, se informaron más de mil casos de ébola en la región afectada. Sin embargo, entre abril y junio de 2019, este número se duplicó, con otros mil nuevos casos reportados en solo esos tres meses. Entre principios de junio y principios de agosto, el número de casos nuevos notificados por semana fue alto y promedió entre 75 y 100 cada semana. Desde agosto, esta tasa ha ido disminuyendo lentamente. Solo se identificaron 70 casos durante todo octubre.
Aunque sigue siendo relativamente bajo, esta cifra fluctuó a lo largo de finales de 2019 hasta principios de 2020.
A principios de 2020, el número de casos registrados por semana disminuyó drásticamente, con solo un puñado de casos registrados durante enero y febrero. Sin embargo, el 10 de abril, apenas tres días antes de que se esperara que se declarara el brote, dado que la última persona fue declarada curada el 3 de marzo, se registró un nuevo caso en Beni. El brote aún no ha terminado y existe una continua necesidad de vigilancia.
El Ministerio de Salud de RDC está realizando una secuenciación genética para determinar el origen de la cadena de transmisión de este grupo de casos.
Hasta el 17 de abril, hay 284 casos confirmados de COVID-19 en RDC, la mayoría de los cuales se encuentran en Kinshasa. La capacidad de prueba es solo en Kinshasa, con un máximo de 200 pruebas posibles por día. En general, se necesitan al menos cinco días para obtener los resultados de la prueba.
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El autor es oficial de prensa de MSF en México y Centroamérica.