Desde fines de 2019, cuando aparecieron los primeros casos en Wuhan, China, el SARS-CoV-2 se ha diseminado a casi todos los rincones del planeta. La cifra de casos de COVID-19 ha crecido de manera exponencial y ha afectado todos los continentes, excepto el Antártico. El epicentro de la enfermedad en Estados Unidos es la Ciudad de Nueva York donde, hasta el pasado 6 de abril, se habían registrado más de 68,000 casos confirmados.
Hasta fines de marzo, todo parecía indicar que la pandemia estaba pasando por alto a los animales en general. Sin embargo, la narrativa cambió el domingo 5 de abril, cuando el Zoológico del Bronx, Nueva York, notificó lo que podría ser el primer caso conocido de un animal infectado: Nadia, una tigresa malaya que comenzó a presentar tos seca y al practicarle un análisis de detección, resultó positiva al coronavirus.
Si bien otros seis grandes felinos del zoológico también han manifestado síntomas, Nadia es el único ejemplar al que le hicieron la prueba, ya que los encargados no quisieron someter a los demás al proceso anestésico. Se espera que los siete animales logren recuperarse, y a decir de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre -que gestiona el zoológico-, todos se encuentran “animosos, alerta e interactúan con sus cuidadores”.
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Se cree que la tigresa adquirió el virus de un empleado del zoológico, por lo que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) hizo la recomendación de que, dada la escasa información disponible sobre la interacción de los animales y el virus, lo más conveniente es que las personas contagiadas se mantengan alejadas de los animales. Incluidas las mascotas.
“Aun cuando no se han recibido informes de mascotas estadounidenses que hayan enfermado de COVID-19, es recomendable que las personas infectadas tengan contacto limitado con los animales hasta que dispongamos de más información sobre este virus”, explicó la USDA en el comunicado emitido el domingo 5 de abril.
Tras la documentación del primer caso en Estados Unidos, cabe preguntar cuáles son los efectos del virus en los animales, no solo de zoológico, sino también los domesticados y los silvestres. Antes del informe de ese fin de semana, casi todas las noticias sobre animales eran videos de diversas especies que rondaban libremente por las áreas hasta ahora controladas por el hombre.
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Por ejemplo, circularon escenas de cabras correteando por Llandudno, Gales. Dado que ese país está en cuarentena, las calles se encuentran eminentemente vacías, lo cual permite que las cabras deambulen sin molestias. Y, además, los videos son muy graciosos.
Otras imágenes han hecho la ronda en los medios sociales, incluidos avistamientos de coyotes en San Francisco, California; un ciervo silvestre en una calle de Sri Lanka; y pingüinos bamboleándose por el Acuario Shedd de Chicago, haciendo “incursiones” en el interior de instalaciones normalmente atiborradas de personas. Ahora bien, a pesar de todas esas escenas de animales haciendo monerías y saliéndose de la rutina cotidiana, es importante averiguar si el virus también puede afectar a nuestros amigos peludos y emplumados.
Mientras se esclarece este asunto, el psicólogo Steve Aibel, director sénior de la unidad de comportamiento y entrenamiento animal en el Acuario Shedd, asegura que, aunque el acuario se encuentra cerrado al público, la rutina diaria y las interacciones de los animales no han cambiado gran cosa.
“Sospecho que se dan cuenta de que las cosas son distintas, pero no hemos observado cambios notables en su conducta”, dijo Aibel en una declaración para Newsweek. “Es imposible saber si la nueva situación les gusta o no, pues los entrenadores trabajan con los pingüinos cuando hay público en el edificio y también cuando las instalaciones están vacías, así que las aves están habituadas a desenvolverse en los dos escenarios”.
Aibel agrega que, si bien el personal del acuario echa de menos a los visitantes, les complace saber que los videos que están compartiendo producen una reacción positiva.
Aun cuando los videos de coyotes se nos antojen un tanto extraños, Deb Campbell, del Departamento de Protección y Control Animal de San Francisco, asegura que no son algo fuera de lo común.
“Nuestro sitio Web está recibiendo numerosos informes de avistamientos de coyotes que deambulan en las calles casi desiertas”, reveló Campbell. “Pero el hecho es que viven aquí, así que tal vez [en ausencia de humanos] estén aprovechando algunos atajos convenientes. Lo que nunca sabremos es si los coyotes están saliendo con más frecuencia, o si las personas los avistan más a menudo porque están encerradas en casa y sin más que hacer que mirar por las ventanas”.
Por otra parte, se está incrementando el esfuerzo para encontrar estadounidenses dispuestos a adoptar o acoger animales de manera temporal. Matt Bershadker, presidente y CEO de la Sociedad Estadounidense para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales (ASPCA, por sus siglas en inglés) dice que esa búsqueda está motivada, en parte, por la situación que enfrentan los refugios de animales de todo el país, los cuales están pasando grandes dificultades por la escasez de personal.
“Estamos viviendo una crisis sin precedentes y siempre cambiante, y cada refugio encara las dificultades específicas de sus comunidades. Muchos han tenido que reducir su personal de planta y voluntario, lo que ha dejado a los animales en el terrible aprieto de hallar un albergue temporal o permanente”, precisó Bershadker para Newsweek.
Agrega que, aun cuando el estrés y los desafíos personales se han disparado de una manera nunca vista a causa de COVID-19, el Centro de Adopción de la ASPCA en la Ciudad de Nueva York no ha registrado un incremento en la cifra de propietarios que renuncian a sus mascotas, y tampoco en la cantidad de animales rescatados de las calles. En cuanto al panorama nacional, Bershadker señala que todos los días habla con profesionales del bienestar animal de todo el país y, al parecer, esta tendencia se ha extendido a todo el territorio de Estados Unidos.
“Por supuesto, cualquier situación de desastre conlleva el riesgo de que los propietarios de mascotas no puedan proporcionar la atención que necesitan sus animales, de modo que muchos refugios y organizaciones protectoras están preparándose para la posibilidad de que el abandono animal aumente en las próximas semanas o meses. Para responder a esa eventualidad, es indispensable implementar programas de acogida y adopción eficaces”.
Bershadker sugiere que quienes tengan interés en ayudar a los animales desamparados se pongan en contacto con los refugios de su localidad. De esa manera ayudarán a abrir más espacio para animales necesitados.
“No hay mejor lugar que un hogar amoroso, donde los animales se acostumbran a imágenes, sonidos y experiencias que los preparan para la posterior adopción”, enfatizó. “Debemos tener presente que los animales nos brindan un consuelo y una compañía excepcionales, sobre todo en tiempos de crisis. Esta es la manera más compasiva de agradecerles y es por eso que, hoy más que nunca, invitamos a las personas a adoptar o acoger temporalmente a un animal”.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek