La marihuana tiene la imagen de ser una droga relativamente inocua. Pero todas las drogas conllevan un grado de riesgo y el cannabis no es la excepción. Uno de esos riesgos es la dependencia, de la cual mucha gente asume que es algo que les pasa solo a quienes usan “drogas duras”, como crack o heroína. De hecho, el riesgo aproximado de la dependencia del cannabis es de uno de cada diez.
Este riesgo podrá parecer relativamente bajo, pero dado que hay aproximadamente 200 millones de consumidores de cannabis en todo el mundo, la cantidad potencial de personas dependientes de la droga es cercana a 20 millones, más o menos la población de Rumania.
Vale la pena explorar cómo se construye esta cifra de uno de cada diez. Varios estudios sobre la dependencia del cannabis usaron el criterio (véase abajo) expuesto por la biblia del diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría, el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM) para determinar la dependencia del cannabis.
Examinar estos criterios recalca cuán complicado es hacer este diagnóstico. Una manera confiable de valorar la dependencia de cualquier droga, incluido el cannabis, es ver qué pasa cuando una persona deja de usarla. Si experimenta síntomas físicos o psicológicos de abstinencia, entonces es posible que sea dependiente.
El DSM deja en claro que para calificar para un diagnóstico de dependencia del cannabis, estos síntomas de abstinencia no tienen que deberse a otra sustancia, lo cual es lógico pero endemoniadamente difícil de determinar en la práctica. Por ejemplo, muchas personas mezclan tabaco con cannabis. En comparación con el cannabis, las posibilidades de hacerse dependiente del tabaco son cinco veces más grandes. Así, el malestar que la gente experimenta cuando deja de fumar carrujos podría deberse al tabaco en vez de al cannabis. Hay una superposición considerable en los síntomas de abstinencia de ambas drogas.
Las versiones anteriores de los criterios del DSM para la dependencia de sustancias tenía un sesgo de género. Una de las cuestiones que evaluaban la dependencia preguntaba si la persona alguna vez estuvo intoxicada mientras manejaba un camión. Dado que más hombres manejan camiones que las mujeres, esto limitaba el umbral de criterios para la dependencia en mujeres. En consecuencia, hemos subestimado la cantidad de mujeres que son dependientes. También, los delitos relacionados con el cannabis son mucho más entre hombres que entre mujeres. Los criterios del DSM incluyen este problema, de nuevo contribuyendo a una subestimación de las mujeres.
Los psiquiatras deciden si una persona califica para un diagnóstico de dependencia del cannabis, y por ende, aun cuando el cannabis se consume en todo el mundo, la mayoría de la información que tenemos sobre el consumo y dependencia del cannabis a nivel poblacional proviene de América, Europa y Australia. Esto limita significativamente los cálculos de dependencia del cannabis en países no occidentales, donde hay pocos psiquiatras.
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Estadísticas creíbles
Varios países y estados de Estados Unidos han legalizado o despenalizado el cannabis. Este cambio político ha contribuido a la percepción de que el consumo de cannabis está libre de riesgo. Para desafiar esta percepción, necesitamos cálculos creíbles de la dependencia del cannabis. Como hemos visto, los métodos usados a la fecha no dan la talla y los criterios de evaluación están sesgados hacia hombres occidentales. A nadie le ayudan unos cálculos de dependencia del cannabis que omitan grupos claves de una población, principalmente mujeres y aquellos en países no occidentales.
La mayoría de la gente que consume cannabis no se hará dependiente, pero necesitamos despertar consciencia sobre el riesgo. El peligro es que la gente no se da cuenta de que tiene un problema, o si se percatan de su dependencia, creen que son los únicos. Añádase a esto la idea equivocada de que cualquiera simplemente se puede abstener del cannabis sin experimentar síntomas de abstinencia.
Sin embargo, mejorar la manera en que contamos a quienes son dependientes del cannabis no es lo bastante ambicioso, deberíamos ser capaces de predecir quién está en riesgo en primer lugar. Esto ofrece el potencial de reducir las tasas de dependencia, no simplemente calcular las cantidades después de que se presentó el problema.
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Ian Hamilton es un profesor adjunto en la Universidad de York.
Este artículo se publicó originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons. Lee el artículo original.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek