La mañana del jueves 25 de abril, el exvicepresidente Joe Biden anunció que lanzaba su tercera candidatura por la presidencia… más de 30 años después de la primera.
Para Biden, las próximas elecciones serán muy distintas de las dos en que compitió con anterioridad, porque ingresa en el campo como el contendiente más fuerte, con resultados de encuestas que invariablemente lo sitúan a la cabeza de una numerosa colección de candidatos demócratas Por otra parte, habiendo servido como vicepresidente durante ocho años, es el aspirante que goza de mayor reconocimiento.
Pero ¿qué causó la rápida extinción de sus dos campañas previas? ¿Cómo evitará los mismos tropiezos? En 1988 y 2008, Biden buscó y perdió la nominación del Partido Demócrata y, aun cuando contempló volver a postularse en 2016, se abstuvo de hacerlo porque, un año antes de las elecciones, su hijo Beau murió a resultas de un cáncer cerebral.
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Como era de esperar, el Partido Republicano no perdió tiempo para explotar la campañas fracasadas del exvicepresidente. “Desde la década de 1980, Joe Biden se ha postulado y perdido la carrera por la presidencia. Y en 2020 pasará lo mismo”, asegura el comunicado de Michael Ahrens, director de comunicaciones del Comité Nacional Republicano.
El plagio arruinó su candidatura de 1988
En 1988, Biden era el respetado senador de Delaware. Tenía 45 años y a menudo lo comparaban con el senador Ted Kennedy. En 1984, Cuando Ronald Reagan estaba por concluir su primer periodo en la Casa Blanca, Biden contempló la idea de competir por la presidencia, pero decidió aguardar un poco antes de tomar parte en sus primeras elecciones generales. Para 1987, se había labrado la reputación de ser el candidato casi perfecto para los moderados -presidía el Comité Judicial del Senado, sabía atraer a los “baby boomers” y era estupendo recaudando de fondos-, por lo que decidió competir.
En el discurso con que anunció su candidatura, declaró: “Desde hace demasiado tiempo, esta sociedad ha celebrado el individualismo desmedido antes que la comunión de la comunidad. Durante mucho tiempo, esta nación se ha arrullado con el himno del interés propio. Desde hace una década, y guiado por Ronald Reagan, el engrandecimiento personal ha sido el clamor de esta sociedad: ‘Tengo lo mío, así que ¿por qué no consigues lo tuyo?’, y ‘¿Cuál es el beneficio para mí?’… Es necesario que nuestra sociedad reavive el fuego del idealismo, porque nada sofoca la promesa de Estados Unidos más que el cinismo y la indiferencia desenfrenados”.
Aun así, la campaña Biden se vino abajo casi de inmediato. A pesar de que contaba con más fondos que cualquier otro candidato -excepto Michael Dukakis-, comenzó a rezagarse en las encuestas.
Aquel verano, lo acusaron de plagiar partes de un discurso de Neil Kinnock -líder del Partido Laborista británico-, imputación que Biden reconoció y puso fin a su candidatura. Aunque, tiempo después, también se descubrió que había exagerado sus logros en la escuela de leyes.
El senador abandonó la competencia en septiembre de 1987, a escasos cuatro meses de anunciar su candidatura y sin siquiera haber llegado a las primarias.
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Ahora bien, la acusación de plagio no fue lo único que causó su ruina. En septiembre de 1987, el Washington Post publicó un análisis a posteriori de su campaña, donde Rowi Evans y Robert Novak revelaron que los integrantes del equipo de Biden “ponían toda la responsabilidad en el candidato, debido a su ineptitud administrativa y, aun más importante, porque se habían convencido de que, en el fondo, no era más que un candidato sintético que no tenía algo que decir”.
En su opinión, el destino de Biden quedó “sellado por su incapacidad para conciliar las exigencias de los liberales con intereses especiales y la necesidad de atraer una base electoral más amplia”.
2008, Irak y meteduras de pata
Pasaron otros 20 años antes que el senador, ya sesentón, se atreviera a postularse otra vez. Igual que hiciera en 1988, Biden dedicó años a reflexionar en su decisión de participar en la contienda. La primera vez que habló públicamente sobre la posibilidad fue en 2004, durante una presentación en el programa de Don Imus; y también como en 1988, Biden manifestó su intención de situarse justo en el centro, describiéndose como un demócrata moderado.
En esa ocasión, la diferencia fue que Biden se aseguró de abordar temas sustantivos, sobre todo lo tocante a la estrategia para la guerra de Irak, para la cual emitió un controvertido voto a favor en 2003.
El día que dio la noticia, ofreció una entrevista telefónica en la que declaró: “Me postulo a la presidencia porque considero que -con la ayuda necesaria- puedo detener esta marea de impopularidad, restablecer el liderazgo mundial de Estados Unidos y cambiar nuestras prioridades. Podría argumentar que mi experiencia y trayectoria, tanto en el país como en el extranjero, me posicionan para alcanzar esos objetivos”.
Sin embargo, aún no tenía el prestigio de candidatos como Hillary Clinton o la estrella ascendente, Barack Obama. Así mismo, en el esfuerzo por compensar su falta de políticas en 1988, la campaña de 2008 terminó enfatizando excesivamente el tema de la estrategia para Irak. Esto creó la impresión de que Biden era un contendiente con una sola propuesta, la cual consistía en “federalizar” la guerra de Irak y dar un “respiro” a las beligerantes facciones de kurdos, chiitas y suníes.
Y eso no fue todo. El candidato cometió un montón de errores durante la campaña. Por ejemplo, describió a Barack Obama como “el primer afro-estadounidense convencional, elocuente, inteligente, limpio y de buena apariencia”.
El verano de 2008, Biden ofreció una entrevista a la red de televisión por cable C-SPAN, y se jactó de su relación con los “indios americanos”. “Siempre hemos tenido una relación estupenda. El mayor crecimiento poblacional de Delaware se debe a los indios americanos; los que han emigrado de India. Más vale que no vayas a un 7-Eleven o a un Dunkin’ Donuts si no tienes un leve acento indio. Es broma”, comentó Biden.
Para enero de 2008, las encuestas situaban a Biden muy a la zaga; mucha gente ni siquiera sabía quién era; y terminó ocupando el quinto lugar en la reunión electoral de Iowa, con apenas 1 por ciento de los votos. El senador volvió a retirarse de la competencia.
¿Cambiarán las cosas en 2020?
Biden no tendrá el problema de reconocimiento en las elecciones generales de 2020. Además, inicia la carrera como favorito y eso lo ayudará a obtener grandes donaciones. Por otra parte, sus resultados en las encuestas lo convierten en el candidato mejor posicionado para competir con Donald Trump, y eso le confiere credibilidad. Y en una época en que la principal motivación de muchos candidatos es derrotar a Trump, a cualquier precio, la elegibilidad es un factor importante para los votantes.
El objetivo es que Biden capte los mismos sectores de votantes con los que Donald Trump obtuvo la victoria en 2016. El exvicepresidente se ha esmerado en estrechar vínculos con los sindicatos de trabajadores, y se espera que su campaña inicie de manera oficial el próximo lunes con un mitin en un salón sindical de Pittsburgh.
En entrevista con Politico, Larry Rasky, consultor que colaboró en las dos campañas anteriores del exvicepresidente, señaló: “Barack Obama eligió a Biden como compañero de cédula por tres razones: su experiencia en política exterior: su destreza para debatir; y tercero, su atractivo para los votantes de clase trabajadora, sobre todo en el medio oeste. [Biden] cumplió las expectativas en esos tres frentes. Los votantes étnicos de clase trabajadora -a quienes denominamos ‘demócratas de Reagan’- son los individuos que hacen falta para que el Colegio Electoral se vuelva contra Trump”.
En el video con que anuncia su postulación, Biden no hace la menor mención de otros candidatos, tampoco hace propuestas de políticas o estrategias, ni proporciona detalle alguno de su trayectoria personal. En vez de ello, presenta su candidatura como una competencia contra Trump.
La mañana del jueves 25 de abril, Biden marcó el inicio de su carrera por la presidencia con la siguiente declaración: “La historia recordará los cuatro años de este presidente, y todo lo que representa, como un momento aberrante en el tiempo. Pero si permitimos que Donald Trump permanezca ocho años en la Casa Blanca, él cambiará para siempre, y de manera fundamental, la personalidad de esta nación. Lo que somos. Y no puedo limitarme a observar de brazos cruzados”.
El problema es que, para tener un enfrentamiento con Trump, Biden debe ganar las primarias demócratas y vencer a los candidatos que pueblan un campo saturado y muy diverso. Y si bien su atractivo centrista podría funcionar en una elección general, no hay que olvidar que eso fue lo que condujo a su fracaso en las dos campañas anteriores.
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Con todo, casi la mitad de los votantes demócratas se define como moderado o conservador, de suerte que en una competencia donde la mayoría de los candidatos se presenta como progresista y propone políticas como el Nuevo Acuerdo Verde y Medicare para todos, Biden bien podría destacar como la opción precisa. Además, históricamente, los vicepresidentes que se han postulado a la presidencia han ganado las nominaciones de sus partidos.
Aun así, Biden tiene algunos inconvenientes. Un hombre célebre por su facilidad para irse de lengua podría tener dificultades en una competencia que, a no dudar, le obligará a rendir cuentas por sus comentarios insensibles del pasado, y por la forma como dirigió las audiencias de Anita Hill.
Varias mujeres lo han acusado de tocarlas de manera inadecuada y de causarles incomodidad. Y aunque muchas colegas han salido en su defensa por este asunto, es posible que Biden termine por ahuyentar a las votantes de la era #MeToo.
También enfrenta el problema de contenido, el mismo que lo acosara en las campañas anteriores. Tal vez resulte atrayente y hasta elegible. Pero ¿cuál es su lucha? Fue justo por eso que Hillary Clinton lo criticó durante la competencia presidencial de 2016.
“El video del lanzamiento de Joe Biden es enérgico e inteligente”, escribió David Axelrod, antiguo asesor del presidente Barack Obama. “En esencia, pasa por alto las primarias y va directo al evento principal atacando a Donald Trump, poniendo por delante [la manifestación ‘Unite the Right’ en] Charlottesville, y presentando su contienda como una lucha titánica para recuperar los valores estadounidenses”.
Los fracasos anteriores debieran servir para que Biden tome consciencia de que no puede pasar por alto las primarias. Está iniciando un largo año de campaña y debe vencer a otros 19 demócratas -hasta ahora- antes de tener la oportunidad de encarar a Trump.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek