She(256) es un organización sin fines de lucro que se aboca a propiciar la diversidad en la industria floreciente de las cadenas de bloques o blockchains.
El año pasado, Sara Reynolds, una de las mentes más brillantes de su generación, estaba en una conferencia sobre cadenas de bloques [blockchain] para estudiantes de la Universidad de California, campus Berkeley. Cuando miró al auditorio, notó algo: casi todos los asistentes eran hombres blancos.
Reynolds y sus colegas programadoras vieron esto como un llamado a ponerse en acción. E iniciaron She(256), una organización sin fines de lucro dedicada a la diversidad en la industria floreciente de las cadenas de bloques. (El nombre es un juego de palabras con SHA-256, un algoritmo seguro de resumen criptográfico en la comunidad criptológica.)
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Al principio, el grupo organizó conferencias para mujeres con una mentalidad similar para que se congregaran, crearan redes y solidificaran una comunidad a lo largo del Área de la Bahía de San Francisco. Pero la buena acogida y el interés creciente les indicaron a las cofundadoras que solo habían arañado la superficie.
CAMBIAR PATRONES CULTURALES
Desde entonces, su negocio ha crecido para incluir un programa de tutorías, las cuales vinculan a mujeres jóvenes y ambiciosas con profesionales con experiencia y establecidas en la comunidad de cadenas de bloques; actualmente tiene más de 500 participantes. Las iniciativas educativas incluyen hackatones, entrenamiento básico en codificación y talleres diseñados para estudiantes desde secundaria hasta postgrado.
“Tratamos de cambiar una cultura”, dice la cofundadora Reynolds, quien funge como directora ejecutiva del grupo. “Es algo en lo que queremos que todas participen, necesitamos que todas participen, y eso es definitivo para un movimiento. Es un cambio global”.
Los observadores de tecnología creen que las cadenas de bloques, como las revoluciones tecnológicas anteriores, pueden trastornar a muchas industrias e impulsar a una clase nueva de empresarios, y She(256) no quiere que las mujeres se queden atrás.
“Vemos muchísimo potencial donde se encamina [la tecnología de cadenas de bloques]”, opina Reynolds. “Como está en su infancia, todavía está creciendo. Creemos que hemos entrado en ella en el momento correcto para ser capaces de cambiar la cultura alrededor de ella y, esperamos, incluso de cambiar la cultura que rodea el espacio tecnológico más grande”.