En Guanajuato la situación de emergencia modificó su polo magnético. Pasó de la escasez de gasolina a eso otro terrible que todos sabemos pero que casi nadie se atreve a mencionar: la existencia de un articulado cartel enfocado en el robo de combustibles, que ha evolucionado a una guerrilla suburbana en los últimos años y que se ha fortalecido a ciencia y paciencia de los gobiernos locales.
Si Guanajuato padece más el desabasto de combustibles, también tiene que ver con las actividades ilegales de una poderosa banda que además de dos años a la fecha se encuentra en guerra con otro grupo delincuencial.
Gobernador fuera de foco, en la semana de los bloqueos y el explosivo en Pemex. Foto: Twitter
Las muertes ocurridas en nuestro territorio y que han elevado los índices de homicidios en forma estratosférica, tienen que ver directamente con eso. Sin embargo, las autoridades locales de seguridad y los propios gobernadores no han acudido a las explicaciones para trazar planes que protejan a su población, sino solo para justificarse y lavarse las manos.
En el entendido de que el detonante es un delito de origen federal, la coordinación con el gobierno de la República resulta indispensable y también es urgente. Márquez simplemente llegó a convenios con el ejército para aumentar el estado de fuerza, pero sin que formara parte de ningún plan estratégico, mostrándose que la simple llegada de efectivos y radicación de base no tiene ningún impacto.
Hoy, que ocurre lo que tanto se ha pedido, una confrontación directa con los grupos criminales que habían llevado el saqueo a niveles industriales, el gobierno aparece replegado, sin hacerse cargo de la trascendencia del momento y limitado solo a atender uno de los efectos de la nueva circunstancia, el abasto de combustible.
Pero, además, en los últimos cinco días, cuando se ha incrementado la operatividad de las fuerzas federales en Guanajuato y se han suscitado hechos preocupantes como la aparición de un vehículo con explosivos frente a la refinería de Salamanca, la ausencia del gobierno estatal en el primer frente de batalla que tiene la población de Guanajuato, resulta estruendosa.
El gobernador del estado parece ausente de las funciones de gobierno en una semana clave para el estado. Es comprensible una disminución en el ritmo por el accidente que sufrió en sus actividades recreativas del fin de semana, pero no una desaparición casi total, incluso en las redes sociales.
No ha sido una semana cualquiera. Dos días Guanajuato se convirtió en tema nacional: primero por los bloqueos huachicoleros que paralizaron por horas una importante vía, la carretera Querétaro – Irapuato; dos días después por la aparición del artefacto explosivo en Salamanca.
Los incidentes, ninguno banal, requerían una presencia al más alto nivel para emitir mensajes a la población de Guanajuato. No fue así, tuvimos una rueda de prensa anticlimática y sin respuestas sobre los hechos que preocupaban a los guanajuatenses, encabezada por Carlos Zamarripa, Alvar Cabeza de Vaca y Sophia Huett, que hablaba de todo menos lo que pasaba en la región de Celaya – Villagrán momentos antes.
El jueves, con la aparición de una manta de amenazas al presidente de la República y la alarma en la puerta 4 de Pemex, solo apareció en medios nacionales la vocera Huett para minimizar el hecho y hablar disparatadamente del delito de terrorismo tipificado en el Código Penal del estado, sin que siquiera hubiera detenidos ni por el artefacto, ni mucho menos por los bloqueos.
Pero en esa parafernalia y mezcla de mensajes dispersos, se extrañó la voz del político, de quien tiene por encargo de ley la obligación de conducir los destinos de Guanajuato, de quien tiene una visión periférica y puede convocar a la población a mantener la calma, al mismo tiempo que proyecta un liderazgo. Eso no ocurrió desde el gobierno de Guanajuato, pese a que la incapacidad del gobernador no lo limita para enviar mensajes. NI siquiera en sus redes sociales se lanzó ningún mensaje.
El día de ayer, al inquirir en Twitter por esta notable ausencia, la respuesta fue un tuit solitario sobre el abasto de gasolina y el prometido tren de gasolina que viene de Texas, del que se habla hace tres semanas. Es decir, la preocupación sigue siendo el abasto y no el sustrato que lo ha impedido: la inseguridad y la actuación del crimen organizado en el robo de combustible.
Combatir la alta actividad delictiva, lo que a todas luces es el mayor reto de Guanajuato, pues amenaza a sus habitantes, pero también al crecimiento económico, pasa por un diagnóstico correcto, una hoja de ruta y la mayor colaboración posible con el gobierno federal y los gobiernos municipales. Sin embargo, lo que más aportará será la construcción de liderazgos democráticos que vayan más allá de la endeble construcción de imagen que realizan los mercadólogos oficiales.
Como muestra la historia, los retos y las dificultades hacen crecer a los políticos que los enfrentan y asumen sus obligaciones. Las circunstancias no las elige nadie, pero la respuesta a ellas si es una elección personal. Ojalá lo entiendan.