Ruth Bader Ginsburg, la escandalosa ministra de la Suprema Corte tendrá su película biográfica.
En las escaleras de una institución prestigiada, cientos de hombres marchan con confianza hacia su futuro. En medio de ellos hay una mujer de vestido azul aciano en medio de un mar de trajes grises. Mimi Leder inicia su nueva película con esa escena, el primer día de Ruth Bader Ginsburg, la jueza de la Suprema Corte, en la Escuela de Derecho de Harvard. La directora de cine no tuvo que cerrar los ojos para imaginarla. “Pasé por la misma situación”, dice la primera mujer que se graduó del Instituto y Conservatorio Americano del Cine, en 1973. “Llena de miedo, pero llena de esperanza, siempre”.
En oposición al famoso documental RBG, el cual cuenta la vida de Ginsburg desde su nacimiento hasta sus disentimientos en la Suprema Corte; el documental de Leder, que lleva por título On the Basis of Sex, se enfoca en los primeros años de su carrera, empezando en 1956, cuando Ginsburg (interpretada por Felicity Jones) se convirtió en una de las nueve mujeres que se graduó en una generación de 500 hombres. Termina en 1972, con su histórico argumento sobre la discriminación sexual: un caso en el que no cobró y cuyos argumentos también construyó su esposo, el fiscal Martin (Armie Hammer). Charles E. Moritz v. Comisionado de Impuestos Internos. La historia del caso giraba en torno a un hombre a quien se le negó una deducción fiscal de $600 dólares en pagos a una cuidadora porque era hombre, lo cual propició una lucha por 10 años contra las leyes discriminatorias.
El documental cubre mucho terreno en el ínterin, desde la lucha de Martin contra el cáncer testicular en la escuela de derecho hasta las diferencias ideológicas de Ginsburg con su hija rebelde, Jane (interpretada por Cailee Spaeny), quien prefiere el activismo de Gloria Steinem a las menos glamorosas batallas de su madre en la Corte.
Leder, de 66 años, es mejor conocida por las películas de acción de la década de los 90, como El pacificador e Impacto profundo, y estaba muy metida en la dirección de los episodios de la tercera temporada de The Leftovers cuando el productor Robert Cort la contactó para una película sobre Ginsburg. Ella sintió una “conexión instantánea” con el guion. “Las dos somos judías, somos madres, y rompimos las barreras de género en nuestra propia manera”, comenta Leder. “Siempre he sabido quién era la jueza Ginsburg, pero nunca la conocí de esta manera personal”.
El secreto de esa intimidad es el guionista Daniel Stiepleman, quien es sobrino de Ginsburg. En el funeral de su tío Martin en 2010, el guionista tuvo la idea de la película. “Un amigo hizo un panegírico hermoso, y mencionó el único caso en el que Ruth y Martin argumentaron juntos. Pensé: ‘Guau, tenían mi edad, descifrando cómo construir un hogar, pero también luchando por una equidad verdadera’,” dice Stiepleman, quien tiene 37 años. “¡Esa sería una película increíble! Entonces pensé: ‘¿Qué clase de pendejo soy, hurgando en la vida de él en busca de material?”
Stiepleman, quien asistió a la escuela de cine, pero nunca había escrito un guion profesional, al final se armó de coraje para pedirle a su tía el permiso para escribir la película. La respuesta de ella: “Si así es como piensas que te gustaría pasar el tiempo”.
Tal vez no sea una sorpresa que Ginsburg le hizo acotaciones al primer borrador. “Nunca [fueron] sobre su ego”, comenta Stiepleman, sino más bien sobre hacerle justicia a personajes menores (“Necesitas retratar correctamente al Dr. Leadbetter. Él es el cirujano que salvó la vida de tu tío”), dándole crédito a quienes estuvieron antes que ella (“La gente debería saber que hice mi carrera sobre los hombros de activistas como Dorothy Kenyon y Pauli Murray”) y, lo más crucial, representar correctamente el derecho.
“Escribí una secuencia hermosa, conmovedora y dramática de 15 páginas que le envié a Ruth en un viaje a D.C. para hacer investigación sobre una ley”, explica Stiepleman. Ella dijo: ‘No. Tenemos libros de leyes. Así no es como lo hacemos’. Así que tuve que desecharla”. Se añadió otra escena, sobre cómo escribir un informe legal; Ginsburg sintió que “la gente debía entender que eso es importante. En las películas, siempre se trata de las argumentaciones orales. ¡El informe también es importante!”
Una preocupación importante de todos era honrar el legado de Martin, el marido de Ginsburg durante 56 años y un abogado influyente por méritos propios. Stiepleman recuerda el gran apoyo que dio a su esposa. Pero cuando el guionista trató de vender su película, la idea de un marido que cocinaba todas las comidas familiares y compartía la paternidad desconcertó a algunos ejecutivos de estudios. “Se repetía el mismo patrón, a las mujeres les encantaba el guion y su jefe hombre decía: ‘No me creo este personaje de Martin Ginsburg’,” comenta Stiepleman. “Recibimos esa nota muchas veces: ‘¡Cambia a Martin! ¡Hazlo que la amenace con divorciarse!”
“Su amor y relación se convirtió en una metáfora de la película y la equidad”, opina Leder. “Le pregunté a la jueza Ginsburg: ‘¿Cómo supo que Martin era el indicado?’ Ella habló sobre haber salido con otro tipo que no podía jugar a las adivinanzas y cuán idiota era. Cuando conoció a Marty, se enamoró de su brillantez y humor. ¿Cómo podía no casarse con él?” (Por cierto, el comentario sobre “las adivinanzas” aparece en la película.)
Leder termina la película con la verdadera RBG, ahora de 85 años, subiendo las escaleras de la Suprema Corte. (El presidente Bill Clinton nombró a Ginsburg en 1993.) “Quería que ella ascendiera a su futuro: entró a Harvard, y ahora entra a la Suprema Corte”, dice la directora. “Para mí, el final tenía que ver con que ella ganara con sus propios logros y su poder de creer en sí misma”.
Ginsburg le dijo a la directora que pensaba que la película era “magnífica. Ella dijo: ‘No puedo imaginarme a alguien interpretándome que no sea Felicity Jones’,” comenta Leder. (Según Jones, Ginsburg tampoco “podía quitarle la vista de encima a Armie” cuando ella y Hammer se conocieron por primera vez.) Según Stiepleman, la jueza dijo: “Me encanta que la película sea tan alegre. La gente piensa en el feminismo de la década de 1970 como algo furioso, pero no fue así para mí. El mundo estaba cambiando, estábamos en la vanguardia de ese cambio, y nos sentíamos optimistas”.
En la mañana del preestreno de la película en Los Ángeles, Stiepleman se enteró de que su tía se había caído y fracturado las costillas. A pesar de su régimen duro de ejercicio (que incluye, según RBG Workout de 2017, lagartijas diarias y sentadillas a una pierna), fue un recordatorio para los liberales —consternados tras la confirmación de Brett Kavanaugh, el segundo juez conservador de la Suprema Corte nombrado por el presidente Donald Trump— que ella es vulnerable. Ginsburg ya se recuperó y regresó a la Corte, pero Stiepleman piensa que asumir “que RBG es una superheroína que continuará salvándonos a todos” afecta a su legado.
Leder está de acuerdo. “Ruth Bader Ginsburg no es una superheroína; es una mujer. Es una mujer que cambió la cultura con su inteligencia y elocuencia extremas. Esta película se trata de ella hallando su voz, y quiero que todas las personas que la vean sientan que también pueden hallar esa voz”.
VENTAJA ÍNTIMA
Al escribir un guion sobre Ruth Bader Ginsburg, ayuda ser su familiar.
Casi todos están de acuerdo en que la jueza Ruth Ginsburg es una pésima cocinera. “Era la peor”, dice su sobrino, Daniel Stiepleman, quien escribió el guion de On the Basis of Sex. “Ella me compartió una receta que usaba, la cual consistía en una lata de sopa Campbell’s y ejotes”. Afortunadamente para la familia, su marido, Martin, se encargaba del 100 por ciento de la comida.
Cuando Stiepleman crecía, Ginsburg fue quien, “cada año, desde los 5 hasta los 12 años, me traía una copia de la Constitución de Estados Unidos para Hanukkah”, comenta él. Luego, cuando él oía las historias sobre las cosas asombrosas que ella hizo por el movimiento de los derechos de las mujeres, él miraba a “mi tía callada y pensaba: ¿En serio? ¿Ella?”
Con el tiempo, él vio la luz. Y cuando se casó con Jessica Hawley, arriba, una becaria de oncología en la Universidad de Columbia, vieron algo más en su tía y su tío, hermano de la madre de Stiepleman: “Los modelos a seguir de cómo se supone que debe verse un matrimonio”, opina él. “Los dos tenían carreras increíbles, pero compartían por igual las labores de la casa. Así es como queríamos ser”.
Pero no fue sino hasta que escribió la película en agosto de 2012, dos años después de que Martin muriera de cáncer, que Stiepleman obtuvo “un entendimiento más profundo de dónde provino mi tía y cómo logró lo que tiene”. Algunas de sus historias fueron revelaciones, como la época rebelde de su hija Jane. “Hicimos una proyección para amigos y familiares”, comenta Stiepleman, “y mi prima Clara, la hija de Jane, dijo: ‘Mamá, ¿así eras en realidad cuando eras adolescente?’ Jane lo dudó y dijo: ‘Bueno…’, y todos los demás dijeron: ‘¡Sí!”
Al hablar con Jane para el guion, Stiepleman admite que su primer instinto fue preguntarle si se sintió descuidada por dos padres enfocados en sus carreras. “Ella dijo: ‘Habría matado por sentirme descuidada’. Tuvo el tipo de niñez en el que ambos padres leían sus informes. Ruth es tan inteligente y tan lógica, que puedo imaginarlo; bueno, no necesito imaginarlo”, añade él. “Le di los borradores de este guion y ella me regresó sus acotaciones. ¡Eso me dio mucha información de cómo debió haber sido que ella leyera tus ensayos!”
La intimidad mayor que Stiepleman ahora comparte con su tía fue la mejor parte de la experiencia. “Nos sentíamos cómodos mutuamente antes”, dice él, “pero la dicha de escribir esto fue que ahora siento que tengo una relación muy afectiva. Solo desearía que lo hubiera hecho cuando el tío Martin estaba vivo”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek