El gobierno de México deportó a 98 migrantes centroamericanos que detuvo por intentar cruzar de forma violenta hacia Estados Unidos, luego del fracasado e inesperado intento de unos 500 de ellos de cruzar la frontera hacia Estados Unidos, cuyas fuerzas repelieron con gases lacrimógenos y balas de goma a la muchedumbre.
“Son 98 personas las que fueron puestas a disposición del Instituto Nacional de Migración (INM) y han sido deportadas”, dijo a la cadena Televisa Gerardo García, comisionado de la autoridad migratoria.
La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos dijo también este lunes que arrestó a 42 migrantes centroamericanos que lograron saltar el muro de metal oxidado y una segunda valla fronteriza coronada por alambre de púas, que divide a Tijuana de la estadounidense San Diego.
García aseguró a la radio local que “hay instigadores” en la caravana migrante -que llegó a Tijuana hace una semana tras partir de Honduras el 13 de octubre- para promover intentos de cruzar ilegalmente la frontera, como ocurrió el domingo.
“Aprovechan el anonimato de la bola, de la masa, para poder hacer sus actividades y por eso no han sido asegurados (detenidos)”, explicó, al referirse a una decena de presuntos instigadores.
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Mientras tanto, la noticia del fracasado intento corrió por el albergue donde se encuentran hacinados unos 5,000 migrantes de la caravana, en su mayoría familias hondureñas. Ahí regresaron, asustados y con sus ropas sucias y rasgadas, los migrantes que intentaron superar el muro fronterizo y no fueron aprehendidos.
“Es con el corazón y la esperanza rotos que estamos. Nosotros nos ilusionamos de que ya habíamos logrado llegar a Estados Unidos, que nos darían asilo”, comenta a la AFP Andy Colón, hondureña de 20 años que viaja con su hermana y dos niños.
Sus pantalones rotos y brazos rasguñados son prueba de su intento.
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El albergue amaneció rodeado de un fuerte dispositivo policial. Algunos migrantes enfadados saltaron las rejas del lugar, cuando policías federales les impidieron momentáneamente salir a la calle.
Tijuana fue escenario al mediodía del domingo del momento más álgido que ha vivido esta caravana desde que el 13 de octubre salió huyendo de la violencia y pobreza de Honduras, recorriendo más de 4,000 km hasta el noroeste mexicano.
Cuando unos 1,000 centroamericanos realizaban una manifestación hacia el puente fronterizo de El Chaparral para exigir a Estados Unidos que les permita pedir refugio, la mitad de la columna se separó y se lanzó hacia la frontera.
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Hombres y mujeres, muchas con niños pequeños, se confundían entre empujones, gritos y llantos mientras intentaban escalar o atravesar por boquetes la primera barrera.
Los sobrevuelos a muy baja altura de helicópteros militares de Estados Unidos, los gases lacrimógenos y las balas de goma lanzadas desde el norte hicieron regresar a los migrantes.
Al menos tres personas resultaron lesionadas con heridas, luxaciones o intoxicación, según autoridades mexicanas.