Charlamos con el astrónomo Scott Shepard, quien descubrió 59 de las 79 lunas de Júpiter, 12 recientemente.
EN LOS AÑOS 2000, cuando el astrónomo Scott Sheppard comenzó a observar las lunas de Júpiter con seriedad, el planeta ya había sido descarnado como un pavo de Navidad.
Galileo descubrió cuatro lunas en 1610; encontraron otras nueve durante la primera mitad del siglo XX; y en 1979, la sonda espacial robótica Voyager añadió tres más. No obstante, Sheppard tenía una ventaja sobre sus predecesores: mientras estudiaba el posgrado en la Universidad de Hawái, los astrónomos comenzaron a adaptar sus telescopios con cámaras de alta sensibilidad. Y para 2004, cuando obtuvo el doctorado, Sheppard y sus colegas habían descubierto docenas de lunas jupiterinas, y algunas otras alrededor de Neptuno, Urano y Saturno.
Pero, el mes pasado, Sheppard detectó 12 lunas más. Esto eleva su cuenta personal a 59, mientras que el total de Júpiter asciende a 79. Newsweek entrevistó a Sheppard, quien es miembro de la facultad en la Institución para la Ciencia Carnegie, en Washington, D. C.
—Observaste a Júpiter siendo estudiante, pero últimamente te ha interesado el sistema solar más allá de Plutón.
—No sabemos mucho de lo que hay más allá de Plutón. Hemos estudiado el espacio profundo desde 2012, buscando objetos como asteroides o planetas enanos que se encuentran muy, pero muy lejos; dos a diez veces más lejos que Plutón.
—¿Eso incluye al Planeta X, el planeta no descubierto que, según los astrónomos, yace más allá de Plutón?
—Así es. En 2012 encontramos un objeto con la órbita más lejana que se conoce en el sistema solar. Cuando lo comparamos con otros objetos muy distantes de Plutón, notamos que se agrupan en ciertos tipos de órbitas. Eso sugiere que algo masivo, como un planeta, está empujándolos hacia órbitas parecidas.
—Si estás buscando al Planeta X, ¿cómo terminaste en Júpiter?
—Hemos instalado en nuestro telescopio una cámara nueva, la cual tiene el tamaño de un auto pequeño. Antes de obtenerla, observábamos el cielo como a través de un popote. Pero ahora podemos revisar diez veces más espacio celestial en una misma imagen.
“En marzo de 2017, nos dimos cuenta de que Júpiter se había elevado en el cielo nocturno; estaba justo arriba de nosotros. Así que decidimos hacer acercamientos para identificar lunas en primer plano que se movían a la velocidad de Júpiter. Trabajamos en eso al mismo tiempo que buscábamos objetos distantes más allá de Plutón”.
—Y, ¡lotería! Encontraste otras 12 lunas. ¿Qué revela la presencia de tantas lunas acerca del planeta?
—En el pasado, mientras Júpiter se formaba, probablemente estuvo envuelto en mucho gas y polvo. Cuando un [asteroide] se acercaba, perdía velocidad debido a la fricción del gas o algo, y entonces Júpiter lo atrapaba, como una aspiradora gigante que succionaba todo.
—La luna que llaman Valetudo se desplaza en dirección opuesta a las lunas vecinas.
—Esa luna es un bicho raro. Viaja por la carretera en dirección opuesta. Además, es la luna más pequeña en la órbita de Júpiter; mide como un kilómetro de diámetro. Creemos que Valetudo es el último vestigio de lo que fuera una luna más grande, tal vez de 10 a 100 kilómetros de diámetro y que, en algún momento del pasado, chocó contra otras lunas. Lo demás fue triturado hasta convertirse casi en polvo.
—¿Es posible que Valetudo pueda chocar?
—Ah, sí. Estamos corriendo modelos en una supercomputadora para simular las 79 lunas a lo largo de miles de millones de años y determinar la frecuencia con que Valetudo podría chocar contra ellas. El sistema solar tiene una edad aproximada de 4,500 millones de años, y es probable que las colisiones ocurran cada 100 millones o 1,000 millones de años.
—¿Cuál sería el aspecto de una colisión?
—Si por casualidad estás mirando a Júpiter, podrías ver un destello.