La salud depende mucho de lo que introducimos en nuestros cuerpos. Pero cuando el doctor pregunta sobre lo que comimos hace una semana, o incluso hace un día, recordar suele ser más difícil que confesar esa dona a media noche. Por suerte —al menos para los olvidadizos virtuosos—, hay un dispositivo minúsculo que puede ayudar.
Investigadores de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Tufts han creado un sensor en miniatura que puede colocarse directamente en un diente. De apenas 2 por 2 milímetros y con la forma de un cuadrado hueco, el sensor se comunica de manera inalámbrica con un dispositivo móvil. Mientras el portador consume alimentos y bebidas, la información sobre el contenido se transmite, directamente, al dispositivo, el cual se envía después a tu celular… o al de tu médico.
El sensor cuenta con tres capas que supervisan tu dieta. En el centro se encuentra lo que los ingenieros denominan la capa “biorresponsiva”, la cual absorbe los nutrientes mientras masticas o bebes. Los anillos cuadrados del exterior encierran la capa central y están hechos con oro (en efecto, el sensor promete una sonrisa dorada, sin el diente de oro). En conjunto, los materiales que componen las capas funcionan como una antena en miniatura que recibe y envía ondas de radio directamente desde tu boca.
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Y esas ondas cambian según la comida y la bebida que detecta el dispositivo. De manera específica, la sal, el alcohol y la glucosa modifican el espectro de ondas que absorbe o transmite el sensor. Esos cambios son como “chismes”, ya que sugieren el tocino salado del desayuno o un helado a medianoche. El dispositivo tampoco necesita una fuente de energía, porque utiliza las señales de radio que nos rodean.
Para su informe sobre el invento —publicado en marzo en la revista Advanced Materials—, el autor principal, Fiorenzo Omenetto, profesor de ingeniería y sus colegas de Tufts colocaron sensores en los dientes de un grupo de personas y les dieron a beber agua, jugo de manzana, alcohol, enjuague bucal y sopa. El dispositivo fue capaz de discriminar entre los distintos líquidos, y modificó la transmisión de las ondas de radio en consecuencia. Los cambios fueron consistentes durante las semanas de pruebas.
El sensor diminuto es el dispositivo usable más reciente para la atención de la salud. Su tamaño, aunado a la facilidad de uso (solo tienes que usarlo) lo convierten en una adición muy valiosa al arsenal tecnológico. Además, la composición del dispositivo es lo bastante versátil para detectar otros cambios, incluidos pH y temperatura.
Los ingenieros esperan expandir su alcance para que responda a más químicos presentes en nuestra dieta cotidiana. “Nuestra única limitación es la creatividad”, señaló Omenetto en una declaración. Cuán bien acogida será esa creatividad podría depender de tu intención de confesar al médico esa adicción a las patatas fritas.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek