Rodrigo Preciado lleva un celular con él antes de dormir. Esa rutina que puede alterarnos el descanso, le ayuda a conciliar el sueño por las noches.
Con teléfono en el buró escucha un podcast o audio descargable, y solo así consigue dormir sin interrupciones, un mal que desarrolló en la adolescencia por problemas familiares y que lo acompaña hasta sus 31 años.
“Ya había intentado otras cosas que recomiendan como tomar un té, leche, leer, hacer ejercicio, y la verdad ninguna funcionaba”, comenta.
Encontró esta onírica herramienta tratando de entender su problema de insomnio, y también aprendió que usar el teléfono celular o una tableta antes de ir a la cama no le ayudaba.
Ahora cada noche se aleja de la luz azul de las pantallas y se acuesta a escuchar el podcast ‘Sleep With Me’, con la voz de un bibliotecario que cuenta historias.
Pero estar conectados con el mundo todo el tiempo, sobre todo antes de dormir, nos hace pelear con la almohada.
La luz artificial de la pantalla del celular, una tableta o la televisión, llega al cerebro y reduce la producción de melatonina, hormona responsable de decirle al cuerpo que es momento de dormir. Por lo tanto no hay un verdadero descanso.
Así las deidades mitológicas que por años nos llevaron a la tierra de los sueños no pueden competir con las facilidades que nos trajo la tecnología, y menos con el tren de vida actual.
Dormimos cada vez menos, y dormir no significa necesariamente descansar. Estamos en un aprieto porque nos estamos acostumbrando.
Nos vamos a la habitación pensando en el trabajo, en las facturas por pagar y en infinidad de pendientes que impiden el descanso que necesitamos.
Por eso ahora la tarea de Morfeo necesita de médicos especialistas del sueño como Alberto Servín Díaz. El detalle es que no hay más de 100 en México, y las dificultades para descansar en la noche son cada vez más frecuentes.
La mitad de los adultos en México tiene problemas de insomnio, y esto altera la vida diaria de entre el 10% al 15% de esa población, según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Servín Díaz dice que dormir es algo tan sencillo que no le prestamos la atención que necesita, y nuestros hábitos juegan en contra.
“La cama es para dormir y para tener relaciones sexuales. Aunque suene muy difícil de entender, nos ponemos en la cama a leer, a rezar, a comer, a ver la televisión. El cerebro ya no sabe si te vas a acostar para dormir, o te vas a acostar para hacer otras actividades”, dice.
Hay distintas respuestas a por qué dormimos, pero los investigadores concuerdan mayormente en que sirve para recuperar energía o asimilar conocimientos que adquirimos en el día.
También tienen claro que no podemos pasar las noches en vela sin consecuencias. En la primera semana habrá alucinaciones, y hay personas que murieron después de semanas sin poder dormir.
Una persona que no descansa por la noche tiene problemas para tratar con los demás porque se vuelve irritable, y no rinde igual en el trabajo o en la escuela porque fallan la memoria y la concentración.
El día puede parecer inacabable cuando hay que cumplir con la escuelas y el trabajo, como pasa con Susana Rodríguez.
Tiene 23 años de edad y no se recuerda sin problemas para dormir, pero siente que empeoraron hace tres años cuando entró a la universidad.
“Es una joda, es bastante cansado. Estás todo el día agotado, todo el día de mal humor, muy a la defensiva, te sientes tensa. No puedes pensar rápido, no puedes hacer las cosas con tanta rapidez”, platica.
Tiene temporadas en las que duerme tres o cuatro horas por noche, y ahora padece ansiedad. Entre más cerca está la mañana para comenzar actividades, la presión por querer descansar lo hace más difícil.
El insomnio se entiende como un problema para mantener el sueño, dormir muy poco, o no descansar cuando termina la noche.
Y si eres mujer y estás de mal humor en el día, es probable que tengas problemas de sueño. Las mujeres son más propensas a desarrollar insomnio a causa del ciclo menstrual, el embarazo y la menopausia.
Los niños también pueden estar pasando una mala noche. Primero porque pasan horas frente al televisor y los videojuegos antes de ir a la cama.
Segundo, los médicos notan que padres con muchas actividades heredan a sus hijos una vida ajetreada, cargándolos con varias tareas después de la escuela.
La investigadora Yoali Arana Lechuga dice que la Universidad Autónoma Metropolitana Ixtapalapa (UAM-I), encontró un aumento del insomnio infantil en el país.
“Alrededor del mundo, los niños mexicanos son los que menos duermen (…) hasta tres horas menos en promedio de lo que deberían”, comentó a la agencia informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
La UAM documentó que llevar la tecnología a la cama antes de dormir también puede ocasionar pesadillas o que las personas hablen dormidas, interrumpiendo su ciclo natural del sueño.
Tampoco se trata de aventar los dispositivos móviles por la ventana. La ciencia enseña que la vacuna tiene una dosis del virus que combate.
Hoy existen aplicaciones digitales que prometen regular los ciclos del sueño; música ambiental en línea para relajarse, y audios como los que escucha Rodrigo Preciado.
Las personas con problemas de sueño que usan este podcast lo describen de manera peculiar.
“Entre aburrido e interesante, si tiene sentido eso. Lo suficientemente interesante para que lo escuches, y no es algo tonto si no te puedes dormir (y le sigues prestando atención). Pero el tono de voz, los tiempos, son para relajarte”, cuenta Rodrigo.
Como él, Susana cree que su reloj natural fue alterado por problemas familiares cuando era muy joven.
Esto es común según los especialistas consultados. El insomnio puede ser de nacimiento, pero con mayor frecuencia nace por los hábitos o el estrés, y mal atendido se vuelve crónico.
Así pudo haber pasado ya con Rubén Apodaca Peraza. Un hombre de 41 años de edad que trabaja para un despacho contable y como muchas personas, usa dos teléfonos celulares: uno personal y otro del trabajo.
Comparte con Susana y con Rodrigo la falta de atención médica, y como ellos sortea las consecuencias de dormir por lapsos unas cuantas horas por noche.
“Cuando menos duermes es cuando más andas de mal humor. Al principio, ya después aprender a vivir con eso”, afirma.
En su caso, el mal humor es un problema menor. Maneja en las carreteras de Baja California, así que no puede pestañear.
Y si ninguna de estas consecuencias es suficiente para dejar a un lado el celular y los problemas del día antes de acostarte, hay una razón de peso para reconsiderarlo: no dormir bien engorda.
Esa es otra de las conclusiones a las que llegaron en la UAM-I, donde tienen 10 años investigando el proceso de dormir y sus implicaciones.
Guadalupe Terán Pérez, coordinadora del área de atención clínica, dentro de la Clínica de trastornos del sueño en la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, dice que hay una relación directa entre el aumento de peso y la falta de sueño.
“Si no dormimos bien nos da más hambre, tardamos más tiempo en sentirnos saciados. Esto se relaciona con obesidad, sobre todo en los niños”, asegura.
Esto es más grave cuando México es líder en Latinoamérica por problemas de obesidad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por todo esto los trastornos del sueño, unos 80 de los que el insomnio es el más común, están logrando algo de atención.
Desde hace diez años la Asociación Mundial de Medicina del Sueño celebra cada tercer viernes de marzo el Día Mundial del Sueño para hablar del tema.
México se suma pero sus esfuerzos parecen pocos y aislados.
Están las clínicas del sueño en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México (UNAM), con 20 años de antigüedad, y en el Centro Médico Nacional La Raza del IMSS, también en Ciudad de México.
El mismo Instituto Mexicano del Seguro Social publicó para sus médicos hace menos de una década la guía de Diagnóstico y Tratamiento de los Trastornos del Sueño.
“Sus consecuencias en la salud y mortalidad representan una carga de salud pública no reconocida”, afirman en el documento.
Los médicos entrevistados resaltan que en algunos estados y municipios no hay un solo especialista, y las clínicas existentes están saturadas.
Así la mayoría de los pacientes con problemas de sueño realmente viven una pesadilla. Pueden ignorar su condición, vivir sin tratamiento o tomar remedios caseros y recomendaciones de conocidos.
Estas incluyen fumar marihuana o beber alcohol, aunque esto también altera los ciclos del sueño como una cena abundante o alta en grasas.
Tanto Susana como Rubén aseguran que en algún momento buscarán atención de un especialista, aunque no saben dónde y también reconocen que la desidia les ha ganado.
Los medicamentos parecen una medida casi inevitable, pero no confían del todo en ellos porque temen desarrollar adicción.
Esto puede pasar si la persona usa los fármacos para dormir pero no atiende el problema de fondo que le quita el sueño, y que puede ser económico, de pareja, laboral, etc.
El insomnio de Rubén nació hace unos 15 años cuando llegó a Tijuana con sus padres, pero después tuvo que aprender a vivir sin ellos.
“Era una cuestión de defensa cuando te quedas solo. Cualquier ruidito, lo que sea, estar atento. Ya después se convirtió en estrés y otras cosas que lo complican”, platica.
Con raíces tan profundas en nuestra mente, los psicólogos y los psiquiatras están en la primera línea para combatir estos problemas, y se están sumando otros especialistas.
Morfeo necesita de mucha ayuda si queremos volver a tener buenas noches.