Que te arañe tu perro parece no ser algo importante, pero para una mujer británica de 66 años, tal lesión resultó en meses de dolor atroz y un reemplazo de cadera, según un estudio de caso publicado en BMJ Case Reports.
La mujer, quien ya se había sometido a una cirugía de reemplazo de cadera en 1997 pero por lo demás estaba sana, se dio cuenta por primera vez de un problema cuando empezó a sentir dolor en la ingle y los glúteos. Este dolor duró varios meses antes de que visitara a su ortopedista.
El ortopedista canalizó a la mujer para estudios de diagnóstico, los cuales mostraron que no tenía cáncer, aliviando los miedos iniciales de ella. Los médicos sospechaban que el dolor podría deberse a una infección por el reemplazo de cadera a que se sometió la mujer.
Pero los resultados fueron no concluyentes, ya que seis de siete cultivos celulares —una técnica en la cual se toman células del cuerpo y se cultivan en un medio fluido— no mostraron nada. Sin embargo, el séptimo reveló la presencia de una bacteria inidentificable.
“Todo este tiempo, el dolor empeoraba, y estaba cada vez más asustada por lo que me estaba pasando en realidad”, reveló la paciente a los autores del estudio.
Después de que pruebas posteriores confirmaron la presencia del patógeno no identificado, los médicos enviaron muestras a un laboratorio especializado en microbiología de la Universidad de Cardiff para ver si podían desentrañar el misterio.
La mujer reportó que para este momento, 14 meses después de que vio por primera vez a su médico, sentía un “dolor horrendo”. Los estudios de diagnóstico mostraron un daño significativo en el tejido que rodeaba a la cadera prostética.
Una técnica de diagnóstico conocida como 16S PCR ayudó a los científicos a localizar finalmente la causa de la infección. A través de esta prueba, considerada como el estándar de oro en identificación bacteriana, el equipo identificó un microbio conocido como Capnocytophaga canimorsus. Esta bacteria puede transmitirse a través de las mordidas o lamias de ciertos animales, incluidos perros y gatos.
Toda la literatura médica incluye solo dos reportes de C. canimorsus infectando prótesis. Y ninguno de estos casos involucró una infección que se desarrollara tan lentamente y persistiera por un período de tiempo tan largo.
Después de que le dijeron la noticia, la mujer recordó que su perro le había rasguñado alrededor de nueve meses antes de que viera por primera vez al ortopedista.
Los médicos sugieren que el animal trasladó la bacteria a sus garras cuando se lamió las patas, permitiendo que la bacteria entrara en el torrente sanguíneo de la mujer cuando la arañó. Finalmente, a la mujer le dieron una cadera nueva y un tratamiento apropiado con antibióticos para eliminar el patógeno. Ahora, ella reporta que vive libre de dolor y funciona bien.
Aun cuando la C. canimorsus es relativamente común en perros —los científicos piensan que uno de cada cuatro alberga el patógeno en sus hocicos—, las infecciones provocadas por la bacteria son muy raras, porque solo ciertas cepas son peligrosas para los humanos, según un estudio previo publicado en la revista Nature.
Sin embargo, si las infecciones ocurren y no son tratadas, C. canimorsus puede llevar a envenenamiento de la sangre (septicemia), meningitis, inflamación del revestimiento interno del corazón (endocarditis) y otras condiciones potencialmente fatales.