El escritor Alejandro Morellón Mariano es franco al sugerirlo: “si un libro te aburre y no transmite nada, abandónalo”. Considera que la novela es extensa y el cuento es intenso. Se decantó por este último género por permitirle comunicar “hachazos contundentes”.
Morellón Mariano viajó en noviembre del año pasado a Sudamérica como uno de los cinco finalistas al Cuarto Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez otorgado por El Ministerio de Cultura de Colombia.
Ahí, fue elegido ganador por su libro El Estado Natural de Las Cosas (publicado en 2016 por Caballo de Troya y Penguin Random House).
Además de los 100 mil dólares obsequiados por la institución al ganador, los cinco libros finalistas serán añadidos a la colección de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas de Colombia.
Morellón nació en Madrid, España en 1985 y se educó en Palma de Mallorca. Durante su trayectoria como autor, fue becado por la Fundación Antonio Gala y obtuvo el Premio Fundación Monteleón por su obra La Noche en Que Caemos, publicado en 2013.
El acercamiento con sus lectores permitió entrevistarlo vía correo electrónico, y conocer más sobre su trabajo, su manera de ver las letras y vivir la narrativa, como escritor y como lector.
Esta entrevista fue editada por cuestión de espacio pero el sentido de las respuestas se conserva.
—¿Qué te motiva a caminar el sendero de la narrativa, qué te ha inspirado?
—En cuanto a mis motivaciones literarias a la hora de empezar a escribir, todo brotó como fruto de mis lecturas tempranas; escribir de alguna forma para retribuir aquellas primeras educaciones sentimentales que me brindaron los libros y a los que debo no solo el escritor que soy sino también la persona en la que me he convertido.
—¿Qué tal te sientes con el resultado obtenido en Colombia?
—Todos sabemos que los premios literarios son una cosa muy relativa. No sé cuántos de los casi 100 libros presentados se merecían ese premio, pero sí sé que cualquiera de los cinco finalistas que fuimos era justo merecedor. Bogotá me trató muy bien y el premio ha supuesto una alegría enorme para mí y los míos. También quiero destacar lo maravilloso de la iniciativa por parte del Ministerio de Cultura y de la Biblioteca Nacional de Colombia que, como dice mi amigo Daniel Salinas, pone al lector en el centro, ya que se distribuyen los libros finalistas en las casi 1,500 bibliotecas del país.
—¿Qué representa el mundo de la narrativa para ti?
—La narrativa es diálogo, es comunidad, es agujero por el que asomarse y atisbar las infinitas y variadas formas de la condición humana. Para mí es la mejor forma de conocer el mundo y todo lo que forma parte de él.
—Dicen que quienes nos acercamos a la literatura estamos hechos de muchos autores. ¿De cuáles escritores estás hecho tú?
—Recuerdo esa escena en Terminator 2 en la que, al caerse al metal fundido, el T-1000 manifiesta todas aquellas formas que ha ido adoptando durante la película. Si yo me hundiera de la misma manera, mostraría las formas de Franz Kafka y de Djuna Barnes, de Italo Calvino y de Armonía Somers, de Herman Hesse y de Mary Shelley, de Buzzati y de Lispector, de Onetti, de Pessoa, de Bradbury y de Úrsula K. Le Guin, de Poe, de Angela Carter, Maupassant, Borges, García Márquez, Camus, y más recientemente de escritores de relatos difíciles de catalogar como George Saunders y Yasutaka Tsuitsui.
—¿Hay acaso autores mexicanos que hayan inspirado tu carrera y tu vida?
—Jorge Ibargüengoitia, Juan Rulfo, José Emilio Pacheco, por decir solo tres.
—¿Cuál es tu libro favorito? Si hoy la Tierra se acaba y puedes escapar a Júpiter u otro planeta, ¿cuál te llevas?
—Por decir uno: El obsceno pájaro de la noche, de José Donoso.
—Además de las reglas básicas acerca del número de páginas, la gramática y los estilos, ¿en qué se diferencia mayormente un cuento de los demás géneros?
—El cuento tiene la complejidad y la ventaja de la inmediatez y de la contundencia. No se presta a palabras vagas, a descripciones innecesarias, requiere una pulsión instantánea y súbita, sin devaneos.
—¿Eres cursi al elegir una novela o simplemente lees la sinopsis y llevas a casa al libro que resulta más llamativo por la portada?
—Casi todos los libros que compro son recomendaciones, pero alguna que otra vez me concedo alguna compra azarosa, algún libro que me atrae por su sinopsis y sus primeras páginas. Descubrir buenos libros así es como cuando vas a beber agua y lo que te cae es tequila.
—Soy parte de los coordinadores de talleres literarios que comparte la idea de leer a tiempo y a espacio, pero, ¿se vale leer lo que sea?
—Hay que leer lo que sea con tal de que uno disfrute y se embriague de la lectura. Aquí no hay academia ni crítica que sirva. Si un libro te aburre o no te está transmitiendo nada, abandónalo, regálaselo al vecino y empieza con otro. Será por libros.