Puede afirmarse que el periodismo bajacaliforniano tuvo su época de oro en la etapa del diarismo que nace en 1941 con El Heraldo de Baja California, sin duda la más interesante, intensa y productiva.
Cuando todavía no surgía en México un proyecto académico para enseñar periodismo como carrera universitaria, el oficio se aprendía en las aulas de una redacción. En el trabajo de campo se ganaba una licenciatura y en la calle, se forjaba una maestría. El doctorado se nutría de la experiencia, sabiduría y vocación de los pioneros, hombres dedicados con pasión e idealismo, marcados por el compromiso social con un país de contrastes, injusticias y desigualdades por resolver.
Como otras profesiones, el periodismo ha sido refugio también de charlatanes y oportunistas, pero el gremio aglutinó a una mayoría de hombres, deseosos de vivir una de las profesiones más apasionantes del mundo, de ser testigos de hechos que ocuparían un sitio en la historia y, a veces, en algún sentido, ser protagonistas.
En la redacción aprendieron a usar un tipómetro para medir textos y calcular espacios en una plana de periódico, descubrieron el fantástico universo de la fotografía y sus infinitas posibilidades comunicativas, supieron de las convenciones más elementales del diseño y la belleza de las diferentes opciones tipográficas.
Entre la existencia de los linotipos, la aplicación de los sistemas computacionales y el diseño digital, surgió más de una generación autodidacta que abrevó de la lectura de los clásicos y el periodismo-literatura, heredado de maestros del periodismo mexicano.
De sus ejemplos se alimentaron la vocación y el espíritu de lucha en la defensa de la libertad de expresión mientras el conocimiento se ensanchaba y pulía en cada entrevista, en la cobertura de cada congreso, seminario o hecho noticioso, así como en el descubrimiento de las funciones que tienen cada una de las instituciones públicas y sociales. En los ejemplos de vida de cada hombre o mujer que ha construido y enriquecido el desarrollo de la entidad, en cada encuentro con personajes de la economía, las artes, la política, el espectáculo y la ciencia.
Esa generación aprendió no solamente de periodismo, sino sobre la vida misma.
¿Y la mujer?
Los registros conocidos a la fecha documentan la existencia de una mujer solamente en la historia de los medios de comunicación en la región, durante la etapa bajacaliforniana como territorio en la persona de María de Jesús Ruiz, sin embargo, las mujeres tuvieron un destacado y creciente campo de acción en la época del diarismo.
La incursión de la mujer en esta actividad no fue algo espontáneo, sino producto de una evolución y desarrollo de la sociedad, que para la década de 1950 materializa y convierte en constitucional el derecho al voto.
Las primeras mujeres en sumarse a las filas del gremio periodístico desempeñaban incluso un papel marginal, al ocupar puestos como cronistas de sociales, pero lejos estaba todavía la posibilidad de que las mujeres alcanzaran el rango de reporteras de información general.
Dalia Nieto de Leyva fue una de las primeras en lograrlo. Fue directora del periódico Nuevo Mundo en el año 1959 y tiempo después asumió el mismo cargo en el diario Noticias, de Tijuana. Pasó al menos una década más para que llegaran las demás periodistas mujeres. Así ocurrió por ejemplo con Dora Elena Cortés Juárez, que aprendió periodismo auxiliando a su padre, el cronista de sociales, Alfredo Cortés Cruz. A la muerte de él, en 1975, ella ocupa su lugar en el diario El Mexicano pero pronto decide aventurarse como reportera de información general.
Noemí Arce Guillén sería también una de las primeras en abrir la brecha. Su actitud altamente competitiva y su carácter combativo le valieron escalar pronto en la actividad como reportera de primera línea en los medios para los cuales trabajó en Mexicali y Ensenada.
La obra de Torres Ponce hace énfasis en el papel de las mujeres pioneras en el periodismo, como corresponsales o reporteras de la región, y cómo transicionó su oficio. Ilustración: Torres Ponce
Antes que ellas, Consuelo L. de Ávalos dejaba huella en el quehacer periodístico como corresponsal del diario capitalino Excélsior. Era una mujer menuda de avanzada edad y recio carácter que hasta mediados de los años 80 se mantuvo activa en el ejercicio antes de retirarse.
Alicia Huerta Politrón pasó a formar parte de las filas del gremio, gracias a la capacitación recibida en un proyecto educativo iniciado por el licenciado Rubén Téllez Fuentes, director de El Heraldo de Baja California, para formar periodistas mujeres.
Luz Elena Picos sustituyó el manejo de libros contables por la pluma y libreta de reportera, conforme se adentraba fascinada en el mundo del periodismo, del cual aprendió en la redacción de El Mexicano.
Otras se incorporaron entre fines de los años 70 y principio de los 80, entre las que permanecieron y las que transitaron fugazmente por los medios impresos. Sus nombres se añadieron a la lista: María Luisa Durazo, Isabel Ramírez Ramírez, Sonia García Ochoa, Araceli Domínguez Medina, Maricarmen Flores, Lupita Huerta, Lupita Cortés, Martha Millán y Cristina Mariscal Omaña.
Colilá Eguía fue una de las pioneras en la cobertura de sociales en Mexicali, pero su formación universitaria en la carrera de Sociología la llevaría en poco tiempo al terreno de la información general, al destacar actualmente como una de las mejores comunicadoras. Su programa de radio data de 1985 y se ha consolidado como uno de los de mayor influencia en la capital del estado.
Hablar de la crónica social en Tijuana es hacer referencia obligada a Clara Elena Beas, reconocida como maestra y pionera en su campo, así como Juanita Jiménez y Dora Orea Maldonado.
El libro La historia de los medios de comunicación en Baja California, hace un recuento de los pioneros en la prensa escrita, la radio, la televisión e incluso el internet. Ilustración: Torres Ponce
La presencia femenina en el periodismo bajacaliforniano empezaría a consolidarse a partir de los años 80, con la aparición de jóvenes periodistas que se forjaron en las aulas de universidades de Baja California y la incursión de mujeres periodistas procedentes de otras entidades del país, así como del vecino estado de California, EUA.
Éstas son sólo algunas: Marta Eugenia Dávila García, Virginia Fernández, Rocío Galván, Sandra Dibble, Julieta Martínez, Rosario Mosso, Martina Martínez, Artemisa Fernández Pinto, Araceli Dominguez, Teresa Rábago, Roxana Di Carlo, Isabel Tejeda, Elizabeth Vargas, Rosa María Méndez Fierros, Fernanda Soberanes, María de Jesús Gamboa, Lourdes Maldonado, Adela Navarro Bello, Gabriela Olivares, Sofía Buerba, Celina García Montoya, Indira Mata, Adriana Contreras, Carla Gómez, Brenda Covarrubias, Tere Coronado, Eneida Sánchez Zambrano, Jesusa Cervantes, Norma Bustamante, María Elena Díaz Flemate, María Esther Valdés, Ana Julia Contreras, Laura Tejeda y Helga Casanova.