Sin duda alguna los estereotipos de belleza se han trasformado aceleradamente en los últimos cien años pasando de estándares que reflejaban a mujeres saludables con curvas prominentes hasta establecer la delgadez como el ideal a alcanzar sin importar los genes, la salud o las distintas culturas de las que se traten. Estos nuevos estereotipos de mujeres altas, delgadas y cuerpos impecablemente tonificados han traído consigo una serie de trastornos alimenticios que crecen de manera alarmante entre las mujeres más jóvenes de nuestro país.
Pero, ¿qué es un trastorno?. Al hablar de trastornos hacemos referencia a un conjunto de síntomas, conductas de riesgo y signos que pueden presentarse con distintos niveles de severidad, es decir, no se refiere a un síntoma aislado. En este sentido, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se presentan cuando una persona no recibe la ingesta calórica que su cuerpo requiere para funcionar de acuerdo con su edad, estatura, ritmo de vida, etcétera.
Los principales TCA son la anorexia y la bulimia. La primera se caracteriza por el rechazo a mantener un peso corporal normal o por encima del mínimo para su edad y talla; terror a engordar, aun estando por debajo del peso ideal y; distorsión en la percepción del peso y de la imagen corporal. En tanto que la bulimia, se refiere a episodios de una ingesta descontrolada de alimentos, atracones, los cuales son seguidos de sentimientos de culpa, por lo que las personas recurren a medidas como: la inducción del vómito, el consumo de laxantes y diuréticos, ejercicio excesivo y ayuno prolongado a fin de compensar, inadecuadamente, el exceso de comida. Quienes presentan anorexia o bulimia piensan casi exclusivamente en cuánto y cómo comen o en dejar de hacerlo; están pendientes de su imagen de manera obsesiva debido a que la imagen corporal que tienen de ellos mismos está distorsionada y no corresponde con la realidad.
Si bien, los TCA son difíciles de medir debido a que son conductas que las personas no reconocen hasta el momento en que la enfermedad es evidente debido a la excesiva pérdida de peso y, por lo tanto, existe un subregistro de estos padecimientos, lo cual también se debe a que son consideradas más como un problema de carácter psicológico, de corte personal, que un problema de salud pública.
Sin embargo, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut-2012), en México, este tipo de padecimientos se ha incrementado un 300% en los últimos veinte años. Las mujeres representan el 90% de las personas que las padecen. La prevalencia de estos trastornos se concentra en las adolescentes entre los 14 y 19 años de edad.
De acuerdo con esta misma encuesta cada año se registran 20 mil casos de anorexia y bulimia entre adolescentes. Las principales conductas alimentarias de riesgo entre las adolescentes son: la preocupación por engordar, el comer demasiado y perder el control sobre lo que comen. Otro dato alarmante es que el 95% de los casos se desarrollan a partir de hacer una dieta estricta.
Por otra parte, en la población universitaria entre el 19 y 30% de las mujeres presentan algún tipo de trastorno alimenticio sin presentar la totalidad de los síntomas, lo que complica su detección y atención.
Hasta el momento, en el imaginario social las TCA son problemas que afectan, principalmente, a las jóvenes de sectores sociales de clases altas. Sin embargo, especialistas en el tema han advertido que estos trastornos se presentan en mujeres de todas las clase sociales y la falta de un abordaje integral que repare en las cuestiones de género, como los estereotipos de belleza reproducidos por los medios de comunicación; así como en las implicaciones en la salud pública pueden llevarnos, en algunos años, a enfrentar un problema de dimensiones similares a la obesidad.
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