Por Janissa Delzo
Los humanos no estamos volviéndonos más tontos, necesariamente. No obstante, si siguen disminuyendo los genes que nos predisponen a pasar más años en la escuela, es posible que nuestro CI se reduzca en las próximas décadas, según afirma un estudio muy amplio.
Una compañía genética de Islandia tenía curiosidad por averiguar cómo estaban siendo afectados nuestros “genes de logro educativo”, de manera que analizó los datos de más de 100,000 personas de todo el país. Nuestros genes para la educación se derivan de lo que los científicos denominan nuestras “puntuaciones poligénicas”, una medida general para predecir ciertos resultados. Según Scientific American, algún día, las puntuaciones poligénicas incluso podrían predecir el éxito académico.
Los hallazgos, que fueron publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, en diciembre de 2016, revelaron varias cosas, entre otras: que los genes para la educación pueden afectar el tamaño de la familia.
“No es que la educación, o las oportunidades profesionales que te brinda, impidan que tengas más hijos”, dijo Kári Stefánsson, CEO y autor principal del estudio de deCODE Genetics, la compañía islandesa de genética, en entrevista con The Guardian. “Si tienes la predisposición genética a recibir mucha educación, también estás predispuesto a tener menos hijos”.
Los resultados también demostraron que, de persistir la tendencia, podría ocasionar que nuestro CI disminuya alrededor de 0.04 puntos con cada década. Aunque, de sí, esa cifra es muy reducida, con los años podría acumularse hasta marcar una diferencia notable.
“Efecto acumulativo a lo largo del tiempo se traduce en que esto tendrá un efecto drástico en la predisposición genética para el logro educativo, y si no ocurre algo que lo contrarreste, podría tener un efecto profundo en el logro educativo de nuestra sociedad”, afirmó Stefánsson.
Con todo, es importante señalar que toda esta información se obtuvo en un solo país, y que hay muchos otros factores en juego. De hecho, los humanos siguen evolucionando, argumenta Jonathan Beauchamp, economista de la Universidad de Harvard. Por consiguiente, solo representa un problema si tratamos de pronosticar esta tendencia, porque puede cambiar sin que nos demos cuenta.