Lo que siento es que la sociedad civil no está en acuerdo con la vida cotidiana política del país. Y que generalmente se pone en desacuerdo, pero no tiene la oportunidad de tener esta gran unidad o esta unión de fuerza que sí dé por hecho una propuesta, sobre todo en este momento de elecciones que está por ocurrir el año que entra.
Con este evento del temblor hemos visto cómo se junta la sociedad y sí hay una mano muy fuerte que lo único que nos dice es que hay un claro “hasta aquí”, que no puede seguir el estado de las cosas. Además del gran derroche de gastos, que es algo sabido por todos, de lo que implica una elección en México. Ello, con los contrastes que tiene, con las grandes comunidades indígenas, con los grandes desniveles sociales y de justicia que tienen son verdaderamente ridículos.
En un momento así es cuando más se contrasta esta situación. Y sobre todo la gran ausencia de la eficiencia política de los partidos y de los políticos mexicanos. Esa ineficiencia contrasta con la gran cantidad de recursos que se chupa; contrastada, además, con la gran necesidad de justicia y de una claridad en el camino de lo que se tiene qué hacer.
Yo creo que esto apenas comienza, y que para nada hay que apagar la mecha. Hay que encenderla más y las comunidades políticas —así les digo—no tienen ni idea del país en el que están.
MUESTRAN MÚSCULO EN REDES SOCIALES Y, ¿LUEGO?
Todos estamos aprendiendo de lo que está pasando. El funcionamiento de las redes realmente fue sorprendente para bien y para mal. Estamos tratando de entender que, al inicio, el primer día, fue algo maravilloso: todo el mundo pudo comunicarse y mandar mensajes de “aquí estoy”, “estoy bien”, “estoy aquí guardado” o hasta “estoy bajo los escombros”; eso es increíble.
Pero lo que pasó con los corporativos de comunicación también está en descontrol de todas estas redes; la gente no sabe qué hacer y eso es basado en una necesidad de información brutal de querer salvarse, de querer salvar a su gente y de querer organizarse. Lo que quiero decir es que, el querer organizarse es una sed tan brutal, el querer tener un país justo tiene una sed tan grande que esta situación te da esa luz de ver cuál es esa gran necesidad.
Yo no creo que los partidos sean las opciones ahorita; creo que están perdidos. Yo no condicionaría el voto a nadie, ahorita la bronca es que no puedes tener esas opciones. Ni es el Presidente, ni es la Marina, creo más en la perrita que está salvando vidas. Creo más en las señoras que están exigiendo en los pueblos que, por favor, cuiden a sus hijos.
ORGANIZAR EL PODER CIUDADANO, ¿CÓMO?
Estoy tratando de entender cuál sería una iniciativa, pero organizar este poder ciudadano de esa sed tan grande que hay, yo creo ese es el gran punto, porque sí se nos puede deschavetar, se puede desparramar con todo un desorden. Mucha gente me ha escrito diciendo que se sienten muy tristes porque los mexicanos sacaron el tuétano del que están hechos, pero que tienen dos grandes caminos: el de la gran organización y la solidaridad, que es hermosísima y conocemos, y la otra, que es la de la gran mezquindad y el ver de dónde sacan provecho para lo que sigue.
No podemos seguir siendo mezquinos y miserables, como los chavos que no tienen otra y se vuelven narcos. Y que este es el momento para decir: sí hay una opción y este país es una gran comunidad y una gran nación. Tenemos que creer en esa nación.
Yo no creo en los partidos, no creo en las personas que están en los partidos, no creo en la política mexicana. Más que nunca creo más en su gente y en la fuerza que tiene. La gente tiene que creer en sí misma y en esa fuerza. porque eso es lo que los truena, que creen que no van a poder. La fuerza está en nosotros, no en las instituciones. O las instituciones bajan su perfil y se ponen al servicio de la gente o estas elecciones van a medirse en el sentido de qué es lo que vale la pena.
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