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32 kilos, el peso de una enfermedad

Publicado el 29 de septiembre, 2016
32 kilos, el peso de una enfermedad

Las imágenes de Ivonne Thein alertan
de manera contundente y sin matices sobre la cultura de la delgadez, las
modelos de talla 0 y los perjudiciales estándares de belleza que aplauden los
medios de comunicación occidentales.

Las imágenes que conforman “32
kilos” representan chicas escuálidas, en los huesos, posando como si se tratara
de una sesión fotográfica para una revista de modas, o un casting de pasarela.

Hay varias mujeres con vendajes en
alguna parte del cuerpo, con la intención cruda de subrayar la gravedad de la
enfermedad, y gritar –en blanco y negro– que la persona anoréxica no está
flaca, se trata de un trastorno grave, serio.

Lo paradójico, por no decir
patético, de las fotografías de Thein, es que varias comunidades pro anoréxicas las han tomado como inspiración, y así lo han pregonado.

Las fotos pueden
resultar agresivas en su delicadeza; impresiones de una realidad humana que
entristece, y de una sociedad que enmarca la belleza física de la mujer dentro
de cánones imposibles de conseguir en una vida normal, sin photoshop.

“En mi opinión, la
anorexia es una enfermedad mental y no un estilo de vida. Creo que hay
diferentes razones por las que una mujer se vuelve anoréxica, pero es indudable
que una de esas razones tiene que ver con la fotografía de moda y la
publicidad, con la creciente aceptación de la imagen corporal”, dice Thein, y
agrega que se refiere a una aceptación que guarda relación directa con el peso
de quien pretende aparecer en un anuncio, en las páginas de una revista, en
cualquier idea que se publique”.

En las catorce fotografías de “32 kilos” la
autora eligió ciertas características específicas para demostrar que “las
imágenes no siempre están diciendo la verdad”; capturó la esencia de algunas
mujeres y luego manipuló digitalmente los retratos hasta que sus protagonistas
lucieran esqueléticas.

Trabajé con amigas
que son delgadas pero no anoréxicas. Definí la estética, el estilo. Fue un
proceso creativo en el que tardé varios meses mientras encajaba todo los
elementos de las imágenes”, confiesa sin rubor, al contrario, enfatiza que es
sabido por todos que las fotografías se manipulan y “aún así creemos en su verdad”.
Dice que a ella le gusta la idea de que el espectador dude sobre si lo que ve
es real o no.

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