Octavio Paz es el único escritor mexicano que ha conseguido la que quizás sea la presea más reconocida en el mundo literario. En 1990, México en pleno desarrollo de su modernidad, Paz recibió el Premio Nobel de la Paz en Suecia. Al momento, el autor tenía una obra extensa, de calidad mayúscula y sobre todo, representativa de la cultura mexicana.
La Academia Sueca calificó su literatura como digna de celebrarse por su “escritura apasionada, dotada de amplios horizontes y caracterizada por sensual inteligencia e integridad humanística”. El también diplomático mexicano es recordado por impregnar de estos talentos a su vasto trabajo ensayístico, de traducción y poético. Aunque prolífico en todos los campos, su ejercicio poético es sin duda uno de los más elocuentes jamás vistos en América Latina; quizás también era el que él más disfrutó ya que afirmaba, es un proceso “revolucionario por naturaleza”.
Sin embargo, el legado literario más importante de Octavio Paz tiene que ver con la capacidad extraordinaria que tenía para retratar los procesos históricos y sociales que alberga México. En muchos sentidos, Paz fue un literato de la sociología popular, aunque a muchos les pese dotarle de esa autoridad. En su discurso de aceptación del Nobel, él mismo proclamó lo que implica ser un escritor mexicano:
“Los españoles encontraron en México no sólo una geografía sino una historia. Esa historia está viva todavía: no es un pasado sino un presente. El México precolombino, con sus templos y sus dioses, es un montón de ruinas pero el espíritu que animó ese mundo no ha muerto. Nos habla en el lenguaje cifrado de los mitos, las leyendas, las formas de convivencia, las artes populares, las costumbres. Ser escritor mexicano significa oír lo que nos dice ese presente – esa presencia”, afirmó.
Por todo ello, a 25 años de habérsele condecorado con el Premio Nobel, México lo recuerda con admiración y agradecimiento.
Por su parte, el Fondo de Cultura Económica, honrará el aniversario con la publicación de tres títulos sobre el poeta (1914-1998), así como la venta especial de sus obras.
Asimismo, la aparición de una nueva edición de El laberinto de la soledad, uno de los volúmenes más vendido en el FCE. Con ello, la editorial pone de relieve que los títulos del galardonado autor mexicano siguen vigentes al renovarse con través del tiempo. Esta edición retoma la versión revisada por Paz para sus Obras completas e incluye Postdata, la conferencia que Paz dictó a finales de los años sesenta en la Universidad de Texas, y “Vuelta a El laberinto de la soledad”, entrevista que entabló con el hispanista y profesor Claude Fell.
Se vislumbrará también la postura central que el Nobel de Literatura 1990 tenía respecto a la vida pública e intelectual de Hispanoamérica mediante el texto “Aire en libertad: Octavio Paz y la crítica”, coordinado por José Antonio Aguilar Rivera. Este contiene textos de viejos y nuevos críticos de Paz, lectores que convivieron con él y combatieron contra él, amigos con los que debatió en la prensa y los libros, entre otros.
Autor del Laberinto de la Soledad, Piedra de Sol, Libertad Bajo Palabra, La Llama Doble, ¿Águila o Sol?, entre muchos títulos más, Octavio Paz es uno de los escritores mexicanos por excelencia, y 25 años después del Nobel de Literatura, sus palabras resultan más atinadas que nunca: “el Nobel no es un pasaporte a la inmortalidad. La relativa inmortalidad de las obras literarias y artísticas la da la calidad”.