

Caracas, Venezuela.— Se dice que la política es una actividad humana que invita al diálogo, a vivir en paz y a resolver problemas para no llegar —por ejemplo— a la guerra. Pero pocas veces se habla de la política como un trajín que lleva, ex profeso, hacia lo contrario. La política, como un tejido de decisiones visibles e invisibles, está hecha de relaciones de poder; y el poder, en manos humanas, se vuelve, por lo tanto, pasional, caprichoso y necio.
Las ideologías políticas, para muchos, no son más que barnices intelectuales que, por medio de malabarismos retóricos, serán útiles para mantener a algunos en el gobierno, para asignar lugares a dedo, para distribuir oportunidades equitativamente —o no—, para impedir que seamos quienes deseamos ser o, incluso, abobarnos, a tal punto que no entendamos ni quiénes somos ni de dónde venimos.
Venezuela ha transitado por varias etapas discursivas políticas: del republicanismo clásico, al liberalismo lockeano, pasando por el positivismo determinista comteano, de ahí, al marxismo continental; para luego acercarnos —sin solución de continuidad— a desarrollismos aperturistas, nacionalismos oligárquicos, modelos socialdemócratas, colectivismos de encíclica, neoliberalismos y neocomunismos. Pero, al fin y al cabo, la sociedad no sólo parece estar determinada por los devaneos del caudillo de turno, sino que siguen siendo los políticos y los partidos quienes vegetan delimitados por el círculo breve de libertad de acción que les ofrece un Estado rentista. En pocas palabras, todos quieren sacar una parte del botín petrolero. Y son más los insultos que el conocimiento profundo de las ideas políticas, lo que vemos saliendo de las bocas y los panfletos de este nuevo circo —¿viejo circo, circo eterno?— gubernamental.
Todo el asunto “izquierda versus derecha” suena como un tema demodé para los teóricos no militantes, tantas veces fuera del debate público de los medios de comunicación. Es la dicotomía “Estado- Mercado” una de las diversas fuentes de atención, en especial, a partir de los fracasos estrepitosos de ciertos proyectos políticos, orientados a la construcción de una ciudadanía fuerte o un espacio común próspero.
Newsweek en Español estableció un debate con cinco brillantes politólogos venezolanos. Todos forman parte de una nueva generación, más transicional que enlutada por políticas y propagandas previas. Es un vistazo honesto y crítico al drama de un país que nació, creció y lo que sea que le ocurra en el futuro, siempre sobre —o bajo— la bendita maldición del oro negro. En esta mesa redonda, cenaremos política dura.. .que los comensales se presenten:
Raúl Medina (profesor EEPA UCV): “Me interesan los temas de teoría de la organización y la toma de decisiones”.
Jesús González (profesor EEPA UCV): “Me apasionan las encuestas y la comunicación política”.
Sebastián Cova (profesor UCAB, UCV): “Estudio la democracia griega clásica y me decanto hacia la utilidad de las obras de ficción para entender la política real”.
Guillermo Tell Aveledo (profesor UNIMET, UCV): “Yo trabajo, entre otras áreas, la historia de las ideas políticas”.
Guillermo Martín Castellano (profesor UCA, UCV, FLACSO): “Soy experto en temas municipales”.
ENTRE LA REVOLUCIÓN FRANCESA, LOS SIGNIFICADOS NACIONALES Y LA ACTUALIDAD DEL CONTINENTE
—Vamos a iniciar este asunto como debe ser: ¿qué se entiende por izquierda y derecha política, en sentido clásico?
Sebastián Cova: “El principal problema con estos términos es el de asumirlos como absolutos e inamovibles, como si se tratase de programas sellados o compartimientos estancos, cuando no son más que referenciales y, por tanto, completamente dinámicos; como revela el ejemplo de la revolución francesa… caso más que pertinente, porque fue entonces cuando se los acuñó y popularizó. Veamos: al principio, ‘izquierda’ eran solamente los diputados que estaban ganados a la idea de redactar una constitución que le diese un rol definido en el gobierno del país a los Estados Generales, mientras que ‘derecha’ eran simplemente los que preferían dejar las cosas como estaban, es decir, todo el poder de decisión concentrado en el rey. Dos años después, cuando la causa constitucional ya había triunfado y entraba en vigencia dicho texto legal, la ‘derecha’ pasó a ser los que querían utilizar el nuevo marco jurídico para ir implementando poco a poco una apertura económica, mientras que la ‘izquierda’ eran ahora los que querían despojar a la corona de todas sus prerrogativas y, eventualmente, incluso hasta de su derecho a existir.
“Cuatro años luego de eso, ya la izquierda eran los que habían favorecido la dictadura de los comité, la proscripción de ciertas libertades civiles, como la de prensa, y el establecimiento de un control de precios y redistribución de los bienes confiscados a la nobleza y la alta burguesía. En fin, que en un mero periodo menor de diez años y cuando apenas se los inventaba, vemos cómo los términos ‘izquierda’ y ‘derecha’ ya habían pasado a tener todos los significados posibles, al punto de llegar a ser lo exactamente opuesto a lo que habían empezado significando.
Guillermo Tell Aveledo: “Hoy, como entonces, esas ubicaciones son relativas a lo que es el espectro político ‘aceptable’, pero podemos decir que ser ‘de derechas’ es defender el statu quo, y ser de izquierda, lo contrario”.
Guillermo Martín Castellano: “En Venezuela, la izquierda sería la corriente ideológica que, influenciada en buena parte por el marxismo, tiende a preocuparse por la clase trabajadora y, por ende, busca hacer efectivas las reivindicaciones sociales. Luego de un periodo de lucha guerrillera, entre las décadas de 1960 y 1970 del siglo XX, la dirigencia de izquierda —comenzando por el Movimiento al Socialismo (MAS), división del Partido Comunista de Venezuela (PCV) — optó por la vía electoral. Sin embargo, desde la década de 1990 la izquierda venezolana se ha vuelto más bien sincrética, mezclando ideas tan distantes como las de Marx, Castro o Bolívar, o lo que Chávez y su círculo afirmaban que era ideología de la ‘Revolución Bolivariana’. Curiosamente, lo que inicialmente se consideró el partido de los pobres, Acción Democrática (AD), cuyo lema fue ‘Pan, Tierra y Trabajo’, pasó de ser visto como la socialdemocracia a ser tildado como derecha por el chavismo. Cabe destacar que la derecha —o más bien centroderecha— era sinónimo del Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI), que según el discurso de AD, era el partido del empresariado y la Iglesia católica”.
Raúl Medina: “En la cultura política nacional, izquierda sería quien lucha por destruir las diferencias entre ciudadanos… y derecha quien cree en el libre mercado, dos ideas distintas que han servido de juego a una polarización política sin sentido”.
EL ESTADO: PACTO, CONTROLES, SEGURIDAD Y PROTECCIÓN
—¿Cuál es el papel del Estado y su relación con los demás ámbitos de la sociedad?
Sebastián Cova: “La función original y primordial del Estado es proveer seguridad mediante la proscripción de la violencia a través de su expropiación… O, en criollo, la razón de ser del Estado es prohibirles a sus ciudadanos el violentarse unos a otros”.
Raúl Medina: “El Estado es la organización que rige la vida de la sociedad, no se produce como relación, sino como un pacto entre ciudadanos que establecen las reglas de las relaciones entre individuos, y esta se determina en todos los ámbitos. Otra cosa distinta es el gobierno y su relación con la sociedad… debe ser de servicio y control, una dualidad que se desprende de la delegación, y a su vez, de la necesidad de crear una autoridad legítima”.
Jesús González: “El Estado es una estructura de control social que hace la misma sociedad y que intenta controlar, de alguna manera, las relaciones entre los propios actores sociales… de manera de intentar mantener un cierto nivel de orden y estabilidad que permita el desarrollo de la sociedad. Es así que se vuelve una estructura que crea, genera y administra la justicia y las relaciones sociales”.
Guillermo Martín Castellano: “Desde la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935), todos los gobiernos en Venezuela han optado por el rentismo petrolero. No en balde la Constitución de 1961 permitió suspender las garantías económicas hasta 1991. Ello dio lugar a un Estado intervencionista y al proteccionismo económico; así surgió un empresariado beneficiario de cuantiosas subvenciones e inapto para competir internacionalmente y una clase media con alta propensión al consumo, derivada de la sobrevaluación de la moneda. La caída del precio del crudo entre las décadas de 1980 1990 obligó a adoptar ajustes económicos para los cuales la sociedad no estaba preparada. Con la llegada de Chávez y una nueva bonanza petrolera, y gracias a la Constitución de 1999, el Estado se hizo más intervencionista. El líder carismático desplazó a los partidos de masas y usó los recursos petroleros para ir más allá del control político municipal, alcanzando a las asociaciones de vecinos y sindicatos. Entonces aparecieron los círculos bolivarianos, los consejos comunales, los consejos de trabajadores y las unidades de batalla electoral”.
EL ESTADO, LOS POLÍTICOS Y LOS CIUDADANOS. FRACASO Y CORRUPCIÓN
—¿Al Estado venezolano lo hacen los políticos o es al revés?
Jesús González: “El caso venezolano es uno más de la historia del fracaso de los sistemas de corte socialista, que a nivel discursivo son muy persuasivos, pero en lo concreto traen hambre y miseria. En nuestro caso, toda la estructura del Estado está secuestrada políticamente, partidistamente… pero, además, esta estructura pierde sentido, pues está fallando en toda su relación con la sociedad”.
Guillermo Martín Castellano: “Desgraciadamente en Venezuela no hay cultura jurídica ni respeto a las instituciones. Chávez demostró que los políticos hacen al Estado; él diseñó un Estado personalista donde el Presidente tiene la potestad de disolver al Legislativo Nacional si este destituye a tres vicepresidentes ejecutivos; una adaptación de la Constitución de Fujimori, más propia del parlamentarismo”.
Raúl Medina: “Al Estado lo hacen sus ciudadanos, pero se determina sin duda por la actuación de sus políticos, entendidos estos como quienes están a cargo de las instituciones que forman ese Estado”.
Guillermo Tell Aveledo: “Al revés… el Estado, y especialmente los ejecutivos, alcanzan un enorme poder de distribución de recursos y con eso amasan una gran influencia. Pero eso porque el Estado es casi autónomo de la sociedad, gracias a la renta petrolera, como las viejas monarquías patrimonialistas. Irónicamente, hoy tenemos a un gobernante que no parece engrandecerse en ese rol, casi milagroso, del presidente de la república…”.
Sebastián Cova: “Aquí la pregunta es ‘si el Estado venezolano sigue existiendo o no’, pero asumiendo que sí, creo que debo partir reconociendo que en todas partes del orbe el Estado es un ente con vida propia al que prácticamente ningún político puede controlar del todo —o en algo—. La particularidad venezolana es el agravante de que el Estado es dueño monopólico de su propia fuente de financiamiento, que a su vez es un commodityque vale millones: el petróleo, por lo que el arma última con la que en el resto del mundo cuentan los ciudadanos para controlar a la criatura de Frankenstein aquí no existe”.
IDEOLOGÍAS Y PARTIDOS POLÍTICOS O ME LLAMO DE IZQUIERDA PARA CAER SIMPÁTICO Y REDISTRIBUYENDO ME VEO MÁS BONITO…
—¿Cuál es principal problema ideológico de los partidos políticos venezolanos?
Raúl Medina: “Que todos quieren ser de izquierda y se determinan cómo expresión del ‘Pueblo’… y se entiende, siempre este ‘Pueblo’, como pobres. El gran reto de los partidos no es legitimarse con la pobreza, sino abolir la pobreza, no es etiquetarse de izquierda o derecha, sino provocar un proyecto que procure el bienestar”.
Guillermo Martín Castellano: “El principal problema ideológico de los partidos es que, por querer seguir abrazando el modelo rentista, han renunciado a tener auténticas concepciones programáticas. No hay programa de gobierno ni proyecto de país, sólo estrategias vagas para alcanzar el poder y aferrarse a este —o al menos a las cuotas de privilegios asociadas a un cargo público”.
Jesús González: “Existe una debilidad ideológica, pues, y en esto radica el principal problema, en el caso de los partidos vinculados con el PSUV, hay un pasticho ideológico utilizado a conveniencia que van desde el árbol de las tres raíces —enmarcados en las tesis, si se pueden llamar tesis de Zamora, Rodríguez y Bolívar… por cierto, con inmensas contradicciones entre sí— hasta una adoración al fracasado modelo cubano… o alabanzas a dictadores africanos. Esto es un verdadero desastre. Pero, en términos generales, hay una crisis del sistema de representación de los partidos que hoy no incorporan los intereses de una mayoría muy importante en el país”.
Sebastián Cova: “A veces pareciera que es precisamente la poca o escasa variedad ideológica. Aquí todos los partidos son partidarios de la redistribución de la renta y la construcción y mantenimiento de un Estado grande y proveedor de todo tipo de bienes y servicios. Ningún partido se levanta en defensa de la reducción fuerte y profunda del sector público”.
Guillermo Tell Aveledo: “Definir esta relación retando el tabú de vivir siempre de la renta petrolera. No es que deba negarse a cobrarla, lo cual sería una estupidez, sino dejar de esperar que alcance para todo. Para tener una sociedad más justa, hay que permitirle que sea más productiva”.
SOLAMENTE PARA OÍDOS SORDOS
—¿Qué consejos le darías a la sociedad y a los que se dedican a la política?
Jesús González: “En nuestro caso hemos desarrollado un sistema de sociedad basado en un Estado Benefactor —Welfare State— que entró en crisis, que no tiene para distribuir bienes y servicios… por el contrario, para lo que se ha vuelto muy bueno es para redistribuir la pobreza”.
Sebastián Cova: “Precisamente el que dejen de pretender querer aconsejar y reconstituir a la sociedad. Como Adam Smith, opino que la sociedad es más próspera cuando se confía en sus propias dinámicas internas que cuando se le quiere imponer cambios que ella misma no ha reclamado, así sea desorganizadamente. La labor del político es la de olfatear qué es lo que la sociedad está clamando —muchas veces sin estar plenamente consciente de ello— para entonces empaquetárselo y vendérselo en un programa coherente y aplicable”.
Raúl Medina: “Que la reivindiquemos, que busquemos transferencia en nuestro ejercicio y que levantemos la idea de que un político no es un ser malévolo que nace de lo peor de la sociedad”.
Guillermo Tell Aveledo: “A los políticos, que tengan paciencia para escuchar a la opinión pública, pero que no se dejen abrumar por complacerla siempre. Y a los individuos y comunidades de la sociedad, que se permitan ser más espontáneos y más autónomos”.
Las opiniones son variadas, pero los resultados parecen empujar el bote hacia la misma playa: redistribuir es bueno cuando hay dinero, pero, cuando no hay nada para repartir, ¿qué se hace? ¡El Estado de Bienestar ha muerto!… ¡Que viva el Estado de Bienestar!, gritan los políticos caducos venezolanos. En esa Venezuela, de las extrañas razones, los herederos del laberinto parecen querer deshacerse de varios minotauros de felpa, a la vez. Lamentablemente, nadie quiere buscar un plano —ni preguntarle a un arquitecto cómo reorganizar los espacios para hacerlos más vivibles— y es que siempre se les ha hecho más fácil poner un anuncio tras del vidrio de Miraflores que diga: “Se solicita nuevo matador”, y esperar, como ha sido costumbre, que luego el tiempo —y el petróleo— produzca su buena dosis de olvido.