Desde Chile hasta México; desde Ayotzinapa, Guerrero, hasta Ferguson, Misuri, hay reclamos de justicia, una súplica para asegurar el bienestar, pero sobre todo, una indignada y furiosa falta de confianza en las fuerzas del orden.
América se queja a gritos, pero también a golpes, pedradas y hasta con llamas. Las manifestaciones, en muchos casos, se han salido de control, lo vimos en Ferguson, Misuri, con el caso del joven afroamericano Michael Brown que murió a manos del agente Darren Wilson, y lo hemos visto en México, por los 43 de Ayotzinapa, los jóvenes que estudiaban para ser maestros y que, a excepción de uno, no aparecen por ningún lado desde el 26 de septiembre del año pasado. Hasta ahora, únicamente los restos de Alexander Mora han sido encontrados, estaban calcinados. Las manifestaciones pacíficas y violentas se multiplican a lo largo y ancho de ese país.
En Chile, los protagonistas de airadas protestas a finales de 2014 fueron pescadores artesanales de la región de la Araucanía. Rechazaban la Ley de Pesca que, dicen, beneficia a las grandes empresas y así bloquearon una ruta, quemaron neumáticos y lanzaron piedras. La Policía respondió con gases lacrimógenos y disparando perdigones. El resultado: pescadores heridos y lastimosas pérdidas económicas.
Testigos electrónicos
¿Podrían las cámaras corporales escuchar a América, podría esta tecnología ayudar a combatir los casos de abuso policial o a poner tras las rejas a los violentos, serán estos artículos diminutos los perfectos aliados de la justicia?
En Estados Unidos, varias ciudades están incorporando al uniforme de los policías cámaras corporales, y hasta el presidente Barack Obama pidió fondos federales para equipar a 50 000 agentes en el país. La idea es que esos aparatos sean testigos fehacientes de la interacción entre policías y civiles y ayuden a mejorar las relaciones entre los oficiales y la comunidad, especialmente las minorías, como afroamericanos e hispanos.
Un estudio del Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge, realizado dentro del Departamento de Policía de Rialto, California, encontró que los agentes que no portaban cámaras corporales eran dos veces más propensos a hacer uso de la fuerza que los que las traían consigo. Estos alentadores resultados fortalecieron la experiencia del Departamento de Policía de Los Ángeles, cuyo programa piloto de principios de 2014 mostró que tanto autoridades como ciudadanos tienden a comportarse de mejor manera ante la presencia de cámaras. Así que entre 2015 y 2016 estos artefactos se incorporarán al uniforme de 7000 agentes de la Policía angelina.
Pistolas inteligentes
Sin embargo, organizaciones pro derechos civiles temen el uso indebido de estos videos y otros dudan de su efectividad, especialmente porque los agentes tienen el poder de apagar o prender sus cámaras corporales. En este sentido, la ciudad de Los Ángeles tendría como aliada la Taser X26P, una pistola eléctrica inteligente que, en cuanto el oficial desactive su seguro, encenderá automáticamente la cámara corporal a través de un bluetooth. Se espera que, en cinco años, 3000 oficiales sumen este sofisticado dispositivo a su equipo.
También se promete que los videos serán resguardados en servidores o nubes y habrá mecanismos para su análisis, pero aún no están claras las reglas para su uso.
¿Oídos sordos?
Un caso que alimenta el escepticismo es el de Eric Garner, en Nueva York; aunque no fue una cámara corporal de la Policía la que captó las imágenes, un testigo grabó la escena en la cual el afroamericano tirado en el piso, sometido por el oficial Daniel Pantaleo, repite 11 veces no poder respirar; sin embargo, un jurado investigador determinó no imponer cargos contra el agente.
Tenemos las de cal y las de arena, una tecnología que, aunque el mismo alcalde de Los Ángeles Eric Garcetti reconoce que no es una panacea, se espera que ayude.
Y con esta idea en mente, utópico sería, pero deseable también, pensar que en México, Chile, Argentina y en toda nuestra América se emulen estos programas y que las cámaras corporales en los agentes del orden nos ayuden a impedir que los policías corruptos entreguen a nuestros hijos al crimen organizado, eliminen la tortura, se documenten las buenas acciones de ciudadanos y autoridades y que los vándalos que tornan manifestaciones pacíficas en violentas terminen en la cárcel. ¿O será que la maldad vencerá a esta innovadora herramienta y los corruptos y criminales esconderán grabaciones, apagarán las cámaras y editarán los videos?