Tatuajes hechos por uno mismo: Cuando uno se preocupa lo suficiente para obtener lo peor.

Decorar la piel con diseños de tinta es una antigua costumbre humana; Ötzi el Hombre de Hielo, cuyo cuerpo fue extraído de los Alpes en 1991, tenía más de 50 tatuajes que cubrían su cuerpo. Sin embargo, la era moderna del arte dermal comenzó en Estados Unidos. El arte de tatuar fue electrificado en 1891 cuando se modificó la pluma eléctrica de grabado de Thomas Edison, pero no dejo de ser más que una máquina de coser con pretensiones durante cerca de un siglo, perforando la piel a un ritmo de 80 a 150 veces por segundo para introducir la tinta en la piel. 

La contracultura occidental ha adoptado y actualizado esta costumbre, que alguna vez fue exclusiva de marineros, criminales y de la tribu maorí. En la última generación, los avances en la tecnología han cambiado las posibilidades de entintar, introducir diseños animados de cristal líquido, imágenes que brillan en la oscuridad que sólo son visibles bajo una luz negra, y tinta que puede ser borrada mediante rayos electromagnéticos. Al mismo tiempo, en las esquinas más de moda del mundo occidental, una moda en el uso del método más rudimentario posible, “golpear y perforar”, ha dejado a muchos tipos de vanguardia con tatuajes primitivos, hechos a mano, no demasiado diferentes de los de Ötzi. Es posible conseguir equipos de tatuaje en Internet por unos 40 dólares. Nada nuevo para mí; he visto antes el proceso y los titubeantes resultados. Pero nunca fuera de una prisión.

Allí, donde las personas tienen mucho tiempo para dominar este arte, los hombres construyen pistolas para tatuar con cualquier cosa que tenga un motor. Por esta razón, todas las videograbadoras están protegidas por rejas de seguridad, e incluso las grabadoras de casete descompuestas deben ser entregadas, aunque para entonces, el motor seguramente ha sido retirado y reemplazado con algo que tenga un peso similar. Pero en las cárceles de los condados, el método de “golpear y perforar” es común; he visto docenas de trabajos apresurados y ensangrentados, realizados con una aguja de coser, hilo y algo parecido a la tinta. Cada artista tiene su propia receta, pero el elemento común es el carbono. Una pieza de ajedrez u otro plástico se quema debajo de un trozo de cartón, obteniéndose un hollín negro que se combina con una mezcla exclusiva que, generalmente, incluye champú y saliva. Los resultados son los que cabría esperar: líneas que no son rectas, letras borrosas, infecciones para todos. Pero, definitivamente, son permanentes.

Nicole West es propietaria de StickandPokeTattooKit.com, y tuvo la amabilidad de mandarme uno de sus equipos para que yo pudiera ver qué es lo que puede adquirirse por US$40. La empresa tiene solamente dos años y ha aprovechado una reciente búsqueda de autenticidad. Los equipos se han vendido por todo Estados Unidos e incluso en países como Malasia, pero West dice que todos sus clientes pertenecen a una categoría concreta. “Personas que utilizan el método de “golpear y perforar”, cuando no son chicos de 15 años que usan una aguja de coser y tinta de pluma en la detención juvenil; suele ser activistas a favor de algo: veganos, fanáticos de la justicia social, homosexuales militantes y así.”

El equipo es presentado como un artefacto proveniente de los años dorados; el cuidadoso embalaje compensa la escasez de contenido: dos agujas, un poco de tinta y mucha gasa. El papel mismo en el que se incluyen las instrucciones parece cortado a mano e impreso en mimeógrafo. Los diseños recomendados (que deben ser simples) son anclas y corazones retro, y la garantía de que la tinta es de tipo vegano es importante para muchos compradores. Típicamente, los clientes no están encerrados en ninguna instalación de detención juvenil; la mayoría cuenta con una educación universitaria, aunque el hecho de obtener un tatuaje de tipo carcelario les resulta atractivo. Están en una. Los tatuajes “golpear y perforar” son una expresión de la ironía.

La belleza de un tatuaje feo

A los presos les encantan los tatuajes, así que cuando fui procesado por primera vez y confesé que no tenía ninguno, los guardianes me desnudaron porque creyeron que estaba mintiendo. Menos de dos años de adicción a la heroína me habían alejado de mi escritorio en una agencia literata para caer en el robo a mano armada con una navaja de bolsillo. En 2003, los periódicos me llamaron “El bandido compungido” debido a mi evidente rechazo por el robo, pero con todo, el juez me sentenció a 10 años. Mi piel sin tatuar no era más que un ejemplo de las miles de formas en las que me encontraba fuera de lugar en las 12 prisiones en las que cumplí mi condena.

Algunos presos tienen tatuajes porque su pandilla se los exige, mientras que otros cultivan una imagen más dura con cráneos, dragones y dagas. Pero en un nivel más individual y conmovedoramente humano, los presos desafían la confiscación de su humanidad con la modificación corporal. Se resisten a convertirse en un objeto almacenado en vez de un ser humano, y se tatúan, aunque esto vaya en contra de las reglas de la prisión y sea castigado seriamente. Los hombres usan tinta para luchar contra la pérdida de su individualidad, que es una parte intrínseca del encarcelamiento. Ser procesado en prisión, un procedimiento largo y tortuoso, desmantela sistemáticamente una de las marcas exteriores de la identidad. Primero te quitan tu ropa y la reemplazan con un uniforme. Luego, te cortan el cabello a rape. Por último, te dan un número, y a eso te reducen, a un número y tu cuerpo, y no puedes cambiar tu número. El fisicoculturismo y el tatuaje, e incluso la realización de perforaciones primitivas, son pequeñas rebeliones ante esta agresión contra la identidad, sin que exista ninguna ironía.

Aunque el moderno proceso de tatuaje fue inventado básicamente en el Bowery de Nueva York, el procedimiento fue ilegal en esa ciudad de 1961 hasta 1997. Fun City Tattoos, ubicado en St. Mark’s Place, fue establecido en 1976, lo que significa que funcionó cuasi-legalmente durante dos décadas. Afuera, había una cabina telefónica desde la que el posible cliente podía llamar; una vez examinado, pasaba por la cafetería para reunirse con su artista en la parte posterior. Actualmente, uno simplemente puede entrar y preguntarle a Melissa García acerca de los equipos para aficionados. “Con la legalización de los salones de tatuaje en 1997, marcarse a uno mismo con un equipo de “golpear y perforar” es simplemente una estupidez”, dice. “Hacer algo así para parecer ‘cool’ es lo opuesto a la autenticidad. En realidad, es algo pretencioso.” Este es un argumento común presentado contra la subcultura hipster. ¿Beber Pabst Blue Ribbon es pretencioso cuando uno puede permitirse algo mejor? ¿O decidir llevar anteojos gruesos de “nerd” en lugar de armazones ligeros y elegantes? No cuando se hace en nombre de la ironía. Por supuesto, con un tatuaje hecho por uno mismo, la ironía es permanente.

“Golpear y perforar” es una ciencia inexacta. Hace algunos años, quería hacerme un trabajo realizado con una aguja de coser e hilo, realizado en el patio de la Correccional de Greenhaven, al norte del estado de Nueva York. El “artista”, Tattoo Bob, era un carnicero que tatuaría cualquier cosa a cualquier persona por dinero; tenía una costosa adicción y dos cadenas perpetuas. Un miembro de la pandilla de los Bloods se estaba tatuando una letra en la parte de atrás su cuello, y Bob trabajaba rápido, temiendo que lo fueran a atrapar. La consecuencia habría sido pasar un año en aislamiento; estaba haciendo el trabajo por dos paquetes de cigarrillos. El joven pandillero me preguntó cómo lucía. Le dije que era fantástico, pero debió haber notado el titubeo en mi voz porque me preguntó qué letra era. Juro que no lo sabía. Afortunadamente, Bob logró mover los labios a tiempo para indicar “G”, permitiéndome mentir y dejar al tipo feliz, por lo menos hasta que sus amigos le dijeran la verdad.

Mi esposa y yo probamos el equipo, a pesar de que una voz interna me decía, en cadencias yiddish, que no lo hiciera. Muchas culturas del mundo han usado tatuajes como símbolos de importancia religiosa, y su permanencia estaba llena del significado místico. Sin embargo, los judíos los aborrecen junto con otras formas de modificación corporal. Los judíos ortodoxos creen que Dios quiere que los cuerpos de sus elegidos permanezcan sin adornos, y durante siglos, una persona como yo, desfigurada con tinta, no podía ser enterrada en un cementerio judío. Esa prohibición tuvo que ser modificado en 1945, debido a que los sobrevivientes de los campos de concentración tenían números alemanes tatuados en sus brazos. Los judíos actuales que se tatúan a sí mismos son los beneficiarios de este terrible giro de la historia. Desde un punto de vista cultural, la atmósfera también ha cambiado. En la vida moderna occidental, los tatuajes han sido aceptados como una forma de autoexpresión y ya no se relacionan con la criminalidad o la vida en las bajas esferas.

Si los tatuajes ya no denotan rebeldía, tal vez los malos tatuajes puedan hacerlo.

Colby Beck me mandó una fotografía de su tatuaje casero, y una explicación de por qué lo hizo: “Necesitaba tatuarme a mí mismo por el método de “golpear y perforar”. No se trataba de gastar dinero en un artista conocido o de la calidad del trabajo, sino de colocarme por encima de la forma en que me veía a mí mismo en el mundo. Durante mucho tiempo, me había juzgado a mí mismo según lo que creía que los demás pensaban acerca de mí. Sé que parece una locura, pero es cierto. Cuando finalmente dejé de poner a los demás antes de mí mismo, me di cuenta de que podía usar cualquier tatuaje que quisiera, y quién mejor para tatuarme que yo mismo. Me encanta cómo estas personas muy probablemente pueden permitirse ir al taller del tatuador local, pero eligen el método hecho por uno mismo por razones de autenticidad o credibilidad callejera. También hablo de mí mismo.” El resultado, un borroso corazón con el nombre “Becky” adentro, que podía haber sido hecho fácilmente en la penitenciaría de Rikers Island.

Los aficionados al método de “golpear y perforar”, con su tinta vegana y sus valores de “hágalo usted mismo”, probablemente se dan cuenta de que andan por ahí con lo que podría ser confundido con un trabajo hecho en la prisión. Incluso podrían disfrutarlo. Infligirse a uno mismo un tatuaje casero se relaciona con la autenticidad. Aparentemente, también es liberador para las personas como Beck. Mientras tanto, los profesionales lo encuentran simplemente pretencioso. Pero con la invisible Internet girando a nuestro alrededor en el éter, un paisaje de avatares y existencia digitalizada, un poco de primitivismo que incluya dolor y sangre podría ser simplemente el recordatorio que un hombre necesita para darse cuenta de que es humano. Y no un humano común; el tipo especial de homo sapiens autoconsciente y atrevido que introduce tinta en su epidermis con una aguja. No busca la belleza; ésta puede comprarse. Está aplicándose autenticidad. Permanentemente.

Y ahora, después de haber resistido más de una oportunidad, me he unido a las huestes de los tatuados. Hace veinte años, organicé “fiestas de tatuajes” en mi sala en el Lower East Side de Manhattan, donde roqueros punks se desfiguraban unos a otros. Resistí el impulso. Durante la década que pasé en prisión, dije que no aun cuando varias copias de mi álbum de Hieronymus Bosch, publicado por Taschen, eran usadas como modelos para otros. Pero la otra noche, con mi esposa empuñando la aguja, acepté finalmente la tinta y devolví el cumplido. Ahora, tenemos puntos iguales en nuestros pies. Son pequeños y apenas visibles, a menos que usted sepa la historia detrás de ellos, pero su realización fue para nosotros un ritual privado. Cuando mostramos nuestros puntos, somos irónicos sofisticados, pero de hecho, nuestro gesto desenfadado es la pose. Ahora compartimos algo que, a diferencia de un anillo de bodas, no puede irse por el desagüe. La ironía se dispersa, y el cavernícola y su pareja aparecen.

Cada uno de los 50 tatuajes de Ötzi el Hombre de Hielo significaba algo para él, aunque nunca sabremos qué. La borrosa letra en el cuello del pandillero también tenía trascendencia, aunque nunca supe qué significaba la letra G. Los puntos combinados en los pies de mi esposa y los míos también tienen un significado, y nosotros sabemos exactamente cuál es. Bajo la aguja, el revestimiento de la civilización se derrumba y el hombre aparece, independientemente de que se tatuaje a sí mismo en un patio de la prisión o que apriete los dientes mientras su esposa empuña una aguja. Sin perseguir la autenticidad, la hemos logrado. Quizás ésa sea la forma perfecta. No lo intentamos demasiado duro, ni dolió tanto.