Al mexicano Javier Hernández, buen jugador, el Bernabéu puede juzgarlo con brusquedad, de acuerdo a la etiqueta.
JAMÁS LEÍ a Miguel de Unamuno, escribo de oídas. Mi abuelo contaba que fue encarcelado por injurias al rey, y mi padre recitaba su Cristo de Velázquez: ¿en qué piensas tú, muerto Cristo mío?, con cabellera negra sobre esa frente de Nazareno… Al relato familiar agrego un detalle pagano: Unamuno era tío de Rafael Moreno. El fútbol lo apodó Pichichi. Goleador que jugaba de interior izquierdo. Nació en Bilbao, pero murió en San Mames, cementerio de leones. Pichichi dio cuerpo al trofeo, era la anatomía del gol. Como Jerry West al logotipo de la NBA, Cy Young al mejor lanzador de Grandes Ligas o el espíritu de Jhon Heisman, el All American Boy con quien sueñan todas las franquicias de la NFL.
Pichichi murió con permiso del Athletic Club en memoria del fútbol. Lángara (3), Zarra (6), Di Stéfano (5), Puskas (4), Kempes (2), Hugo Sánchez (5), Romario (1), Raúl (2), Ronaldo (2), Forlán (2), Messi (3) y Cristiano (2); tienen sus cenizas en casa. Casi nadie. Anotadores colosales miran en la mesilla de noche una imagen con su nombre: Rafael Moreno, Pichichi, sobrino de Miguel de Unamuno, es el santo de los delanteros.
Veinticuatro años han pasado desde que Hugo Sánchez ganó el último, su quinto pichichi. Ningún mexicano se acerca, no digamos al trofeo, a las cifras de goles que Hugo marcaba, de 20 a 40 goles por temporada de liga. Messi lo ganó en 2012 con 50 goles, un año antes Cristiano había establecido la marca en 41. Hugo, el más feroz de los pichichis, con cinco, llegó a promediar un gol por partido. Messi 1.6 y Cristiano, 1.2.
Desde que Hugo dominaba la Liga Española, la participación del jugador mexicano va del Vasco al Chicharito: Javier Aguirre-Osasuna. Luis Flores-Sporting de Gijón y Valencia. Manuel Negrete-Sporting de Gijón; Wendy Mendizábal-Rayo Vallecano; Francisco Javier el Abuelo Cruz-Logroñés; José Manuel Chepo de la Torre-Oviedo; Luis García-Atlético de Madrid y Real Sociedad; Francisco Palencia-Espanyol de Barcelona; Germán Villa-Espanyol de Barcelona; Cuauhtémoc Blanco-Valladolid; Manuel Vidrio-Osasuna; Carlos Ochoa-Osasuna; Rafael Márquez-Barcelona; Gerardo Torrado-Tenerife, Sevilla y Racing de Santander; Giovanni dos Santos-Barcelona, Racing, Mallorca y Villarreal; Carlos Vela-Salamanca, Osasuna y Real Sociedad; Andrés Guardado-Deportivo La Coruña y Valencia; Omar Bravo-Deportivo La Coruña; Jonathan dos Santos-Barcelona y Villarreal; Antonio de Nigris-Villarreal; Héctor Moreno-Espanyol de Barcelona; Pablo Barrera-Zaragoza; Efraín Juárez-Zaragoza; Javier Aquino-Villarreal y Rayo Vallecano; Nery Castillo-Rayo Vallecano; Guillermo Ochoa-Málaga; Raúl Jiménez-Atlético de Madrid, y Javier Hernández-Real Madrid.
La diferencia entre aquel Real Madrid de Hugo y este de Chicharito se percibe mejor en el mercado que en la cancha. Hoy es un equipo que viste de rosa.
Color de rosa, el Madrid de las 10 copas de Europa saltó al campo de Anoeta, su último partido, para perder 4-2 uniformado de souvenir. Entre esta y la del dragón, el equipo 2014-2015 de Florentino Pérez es una versión para coleccionistas. La venta de camisetas es una variable para medir penetración.
El futuro de Javier Hernández (14) es tema de la industria textil. Su traspaso al Real Madrid se decidió en función de un pronóstico de ventas entre México y Norteamérica, asociado desde luego a su condición de delantero centro, cumplidor, batallador y profesional a carta cabal. El dorsal que dejó Xabi Alonso hizo un hueco en anaqueles. La operación CH14 coloca a Hernández en posición más estratégica en el mercado que en la cancha. Chicharito garantiza más impactos que goles. Produce seguidores. Genera notoriedad. Entre los delanteros que el Madrid tenía en cartera, el mexicano es el que menos conflictos causa entre la banca y el banco. Un ajuste de cuentas para cuadrar el balance de la temporada. Falcao, mejor futbolista, costaba más, pero vendía menos, y con James el Madrid ya tiene cubiertas las ventas del cono sur. Queda claro que en el Madrid ficha el presidente y el técnico acomoda.
Ancelotti es un gran acomodador. Un conciliador de los intereses de un club con responsabilidades deportivas y obligaciones comerciales. El italiano, experto en psicología de magnates, empezó con el Milán del primer ministro Berlusconi, siguió en el Chelsea del oligarca Abramovich, continuó con el PSG del jeque Nasser Al Khelaifi y por ahora se entiende con el empresario Florentino Pérez de Real Madrid. Ancelotti no había pedido comprar a nadie, lo que quería es que no le vendieran a Di María y Alonso. Pero el modelo del Madrid flaquea con futbolistas de madera. Di María y Alonso, dos vigas de carga, son otro ejemplo de la ruptura entre su sistema de mercado y su sistema futbolístico. Sin Cristiano, pero sobre todo sin Xabi Alonso y Di María, Real Madrid perdió el equilibrio aquella tarde en Anoeta. La tarde que Javier Hernández encendía las redes sociales, la Real Sociedad de Carlos Vela (4-2 al 75”), las apagó. Goleado en su segundo partido de Liga, el Madrid de Florentino Pérez luchó contra el de Ancelotti. Decidido a vender camisetas probando jugadores, el campeón de Europa regresa al kilómetro cero. Las benditas camisetas de Florentino, malditas para Ancelotti, han logrado que el Madrid se descosa.
La última Champions, religiosamente llamada la “Décima”, fue una ampliación de crédito para el millonario modelo de Real Madrid al que se le estaban agotando los recursos. Nadie salió más fortalecido de aquellas noches contra Bayern y Atlético que su presidente. Florentino Pérez volvió a abrir la caja fuerte y salió al mercado. Comprador compulsivo, hábil negociador con los símbolos del madridismo y un preciso dominador de los tiempos, consigue que las estrellas lleguen a su equipo en el mejor momento y a cualquier precio. Multiplicando el efecto. En plena Copa del Mundo, los nombres de Kroos, James y Keylor Navas ya se asociaban con el de Real Madrid, que se llevó uno de los mejores paquetes de Brasil 2014 y buena parte de la comunicación posmundial. El poder económico de este club puede ser chocante, pero es efectivo. Ningún directivo ha sacado tanto provecho a tan pocos títulos como Pérez. Del Madrid se habla en todos lados, su marca da tres vueltas a la tierra en diferentes husos horarios y las expectativas que genera, positivas o negativas, mantienen en constante alerta a fanáticos o detractores. El ruido que levanta es proporcional a sus triunfos o fracasos. Es sonoro, un altavoz escandaloso, por el que los patrocinadores pagan mucho. Florentino lo hizo de nuevo, es su trabajo.
Al Chicharito, buen jugador, el Bernabéu puede juzgarlo bruscamente, de acuerdo a la etiqueta. Por lo pronto, cedido por aun año, tendrá un lugar privilegiado en la calle de Padre Damián puerta 55. Dentro de los 1500 metros cuadrados de Adidas, será una de las estrellas en la tienda oficial de Real Madrid. Viene con un gran cartel del United y Nike. Pero dentro del Bernabéu la historia será distinta. Frente a Real Sociedad, Real Madrid dio la impresión de ser un equipo en construcción cuando hace unos meses funcionaba como maquinaria de relojería. Hernández no llega como refuerzo, es un suplemento de moda. La zona del campo en la que se mueven Cristiano, Bale y Benzema depende de lo que suceda 50 metros atrás. El trabajo ahora es de Ancelotti. Kroos y Rodríguez, fantásticos futbolistas, Keylor Navas y Chicharito, suplentes de lujo, llegan a un cuadro que ganó la Champions con tres contragolpes y un balón parado. No es lo mismo jalar marca en los grandes almacenes que en el campo. Javier Hernández llega a un equipo donde su presidente ve el fútbol color de rosa.
A pesar de haber sido un futbolista de enorme rentabilidad en Nike Store, Javier Hernández cruzó la puerta del Bernabéu en su primer día y, a continuación, natural y sin empaques, abrazó al madridismo con sencillez. Como si lo conociera de toda la vida. Chicharito es un buen hombre. Tiene un don para ganarse a la gente, cae bien, es entrañable. A veces resulta tierno, condición que no le ayuda en su papel de gatillero. El último fichaje del Madrid llega cedido, que en esto del fútbol significa “a prueba”. No le importa, ni deberá importarle. Viene del United respaldado por una hinchada exigente, que aun como suplente siempre le mostró respeto y admiración. Ancelotti y sus muchachos no tendrán quejas, les han traído un buen trabajador, un jugador de equipo. La afición del Madrid piensa lo contrario, sin conocerlo, todavía prefiere a Falcao. La temporada nos dirá si la del United extraña más a Chicharito. En poco tiempo Hernández se habrá ganado buena parte de la grada porque, cuando entra al campo, tiene esa rabia que, por ejemplo, le falta a Benzema.
Karim Benzema, a partir de esta semana, es para algunos el enemigo público número uno de Javier Hernández. Benzema jugó 52 de los 60 partidos de Real Madrid la temporada pasada. Fueron 35 partidos de Liga, donde estuvo sobre el campo 2772 minutos. Es decir, de los 3420 minutos totales del campeonato, Benzema solo se perdió 648. Jugó el 81 por ciento del tiempo oficial. De los nueve partidos de Copa jugó seis, con 373 minutos sobre el campo, en este torneo se perdió 437 minutos, fue casi un suplente. Y en la Champions, Benzema jugó 11 de los 13 partidos de Real Madrid sumando 912 minutos, se perdió 258. De los 5400 minutos oficiales de Real Madrid en los tres torneos, Benzema jugó 4057 minutos. Un 75 por ciento del tiempo total de la temporada. Otro de los atacantes titulares, Gareth Bale, jugó 2069 minutos en Liga, 387 minutos en Copa y 873 en Champions. Bale jugó el 61 por ciento de la temporada. Mientras que Cristiano Ronaldo, la gran figura, jugó 2450 minutos en Liga, 497 minutos en Copa y 993 minutos de Champions. Cristiano jugó el 72 por ciento del tiempo total de la temporada.
Entre los tres delanteros campeones de Europa, la famosa BBC, Benzema fue el más utilizado por Ancelotti. Supliendo a cualquiera de los tres, dependiendo el rival y el esquema, Chicharito tiene más oportunidad de jugar que siendo, como cree la mayoría, el suplente de Benzema. Otra cosa es con cuál de los tres atacantes encaja mejor el estilo de Javier Hernández. La realidad es que Benzema, aunque lo lleve, no es un nueve. Bale es un extremo natural, y Cristiano, que juega donde quiere, suele pegarse a la banda y tirarse unos metros atrás para arrancar con espacio. Con Cristiano y Bale en el campo, Chicharito jugará mejor. Aunque en la titularidad entren en juego también posiciones y variables como Isco y James. El Madrid puede jugar con tres atacantes como la temporada pasada, o ante el desequilibrio en medio campo hacerlo solo con dos. De cualquier manera Chicharito tendrá como base un 30 por ciento del tiempo total sumando los tres torneos para jugar, 1620 minutos más o menos para empezar. Su relación goles sobre minutos es estupenda; aunque, de ninguna manera, estamos frente a un goleador de época. Jamás será pichichi, pasarán muchos años, quizá nunca veamos a otro delantero mexicano levantando al menos un título de goleo.
Entre la llegada de Hugo Sánchez al Real Madrid y la de Chicharito, hemos contabilizado 27 futbolistas mexicanos en la Liga Española, 12 de los cuales eran delanteros. Luis García marcó 30 goles entre Atlético y Real Sociedad durante los años que jugó allí. La temporada 1991-1992 con el Atlético terminó quinto en la clasificación de goleo con 17 goles y por debajo de Bebeto (29), Zamorano (26), Luboslav Penev (20) y Hristo Stoichkov (20). La de Luis sigue siendo la mayor cantidad de goles marcados por un mexicano en una temporada de Liga Española después de Hugo Sánchez. Carlos Vela, con 16 goles la campaña anterior, ocupó la misma posición, quinto por debajo de Cristiano (31), Messi (28), Diego Costa (27), Alexis (19) y Karim Benzema (17). El mismo año Giovanni terminó el campeonato con 11 goles. La temporada 2014-2015 marca la mayor cifra de mexicanos en la liga, ocho en total. De los cuales cuatro son delanteros: Vela, Giovanni, Raúl Jiménez y Chicharito. Nunca habían coincidido tantos atacantes en la liga y en tan buenos equipos. Poniéndole en perspectiva, lo que consiguió Hugo Sánchez no solo es inalcanzable para ellos, es irrepetible para cualquiera que no se llame Messi o Cristiano.
Desde el primer partido, Hernández irá recogiendo minutos con los que construir su pequeño templo. Es un coleccionista de minutos. Tiene paciencia, temperamento. Se ha hecho viejo en los partidos de Old Trafford donde esperaba cada domingo una oportunidad. Real Madrid no debe tener duda, Javier Hernández no será un histórico, tampoco lleva la etiqueta de leyenda. Pero detrás del código de barras donde Adidas estampa las tres franjas, descubrirá un jugador acostumbrado a pelear contra el tiempo. Denle unos minutos, no se arrepentirán.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo es periodista, escritor y director de operaciones de Publicidad y Clubes de Fútbol en CANAL+ España.