EN LOS ÚLTIMOS 60 años, dos chicas de Nashville han armado un alboroto con su pose exuberante y traviesa-pero-bonita: la cantante Miley Cyrus y la reina de las fotos picantes Bettie Page. Ninguna de ellas podría ser descrita como la chica de al lado: la primera se comercializa a sí misma como una hija de vecino fuera de control; la segunda se deleitó con su apariencia de vecina fuera de control.
Pero cuando se trata de las piernas de la cultura pop, las extremidades de Cyrus no son, ni mucho menos, tan largas como las de Page, que alcanzó el estatus de culto mucho después de desaparecer sin dejar rastro en 1957, en el apogeo de su fama. En la más reciente lista de Forbes de las celebridades muertas con mayores ganancias, Page ocupa el octavo lugar, empatada con el más inteligente, pero menos curvilíneo, Albert Einstein.
La “Wrecking Ball” original, célebre por su látigos, sus tacones de seis pulgadas y su sonrisa cándida e inocente, murió hace cinco años, a los 85 años de edad. En la década de 1950, Page ayudó a marcar el inicio de la revolución sexual, apareciendo desnuda, o casi, en revistas de chicas con títulos vulgares como Peek (Fisgonear), Wink (Guiño), Gaze (Mirada), Stare (Mirar fijamente), Titter (Risa nerviosa), Eyeful (Algo digno de verse) y Chicks and Chuckles (Chicas y risitas). La mayoría de ellas se vendía bajo el mostrador o por correo en envoltorios de color marrón.
Actualmente, ella está en todas partes. Tarjetas postales, carteles, cartas, calendarios, cajas de comida, toallas de playa, imanes para el refrigerador, etiquetas de ron, guardabarros, y cientos de sitios web de homenaje. Hay una subcultura de Bettie Page Zombie con portales de internet dedicados a mostrar variaciones de sus imágenes como muerta vivente. En Halloween, la ciudad de Roswell, Georgia, incluso organizó un concurso de fotografías picantes titulado “Bombshell Bettie’z Zombie Pin-Up” (Foto de Bettie, el bombón zombie).
Katy Perry le ha copiado el flequillo, Rihanna, sus conjuntos de dominatrix, Beyoncé, en sus videos musicales, la vulgaridad de sus películas eróticas. En Nueva York existe un bar llamado Nurse Bettie (Bettie la enfermera) y una tienda de ropa Bettie Page, una de las 17 que hay en el país. Más de una docena de libros le rinden homenaje, así como unas seis películas, entre ellas la película biográfica de 2006, The Notorious Bettie Page (La famosa Bettie Page), protagonizada por Gretchen Mol.
La última adición al canon es el documental Bettie Page Reveals All (Bettie Page lo revela todo), que se estrena en Manhattan el 22 de noviembre, antes de aparecer en edición limitada. Dirigida por Mark Mori, más conocido por el documental de 1991 Building Bombs (Construir bombas), nominado al Oscar, está narrado por Page en cintas de audio
Cuando era más joven, Page siempre dejaba algo a la imaginación. En el caso de Bettie Page Reveals All, imagine una presentación de PowerPoint repleta de imágenes de archivo y musicalizada por la Orquesta de Freeconferencecall.com.
Entre rebanadas de pastel de queso vintage, una larga fila de fotógrafos y exnovios aún atontados atestigua el encanto de Page. Nos enteramos de que ella amaba las hamburguesas casi tanto como retozar sin ropa, y que llevaba un ladrillo en el bolso para defenderse de los pretendientes no deseados. En las entrevistas de Mori no incluidas en la película, ella admite que solo había tenido tres orgasmos en su vida y que no aprobaba el porno hardcore. Cuando vivía en un centro de reinserción social a principios de 1990, miró una revista pornográfica y quedó horrorizada por su contenido tan explícito.
Aunque Page no lo revela exactamente todo en el documental, se muestra lo suficiente como para mantener nuestra atención. La antigua estrella del cartel central de Playboy (Srita. Enero de 1955) que adornó un millón de muros de estaciones de servicio, analiza abiertamente su educación bautista, su abuso sexual a manos de su padre, un “maníaco sexual” (ni siquiera los animales de corral estaban seguros), su estancia en un orfanato, su violación tumultuaria, su no tan brillante carrera como maestra de escuela, su traslado a Nueva York y su “descubrimiento” por un policía fuera de servicio en una playa de Coney Island en 1949. Fue el policía quien convenció a Page de cambiar su peinado por ese espectacular flequillo.
Pronto comenzó a ganar US$10 por hora modelando para clubes de fotografía, compuestos por varias docenas de varones entusiastas que pagaban para fotografiarla en una variedad de “poses artísticas”. Una vez, mientras posaba desnuda en Nueva York, fue arrestada por exposición indecente. La palabra indecente indignó a Page. “¡No hay nada indecente en mí!”, le dijo a Mori.
Page habla acerca de sus actuaciones en filmes épicos de cinco minutos filmados en 8 mm como Betty’s Clown Dance (La danza bufa de Betty) y Fearful Ordeal in Restraint-land (Terrible prueba en la tierra de las restricciones). Habla del citatorio que recibió en 1955 para comparecer ante un comité investigador del Senado sobre la pornografía: el padre de un boy scout de Florida se suicidó cuando encontró fotos de bondage (esclavitud sexual) de ella en la habitación de su hijo. Aunque Page no fue llamada a declarar, afirma que el tumulto y otras presiones le hicieron abandonar el modelaje. Se convirtió en cristiana renacida, colgó para siempre su bikini con estampado de leopardo y desapareció de la vista pública. Tenía 34 años.
Durante los “años perdidos” posteriores de Page, ella luchó contra la pobreza y la enfermedad mental, que alcanzó su pleno florecimiento a finales de la década de 1960, tras ser arrestada por agitar una pistola en público. Unos meses más tarde, amagó a su tercer marido y sus tres hijos a punta de cuchillo, amenazando con matarlos si quitaban la vista de la imagen de Jesús que tenía en la otra mano. “Mi mente se quebró “, dice Page en el documental. Después de atacar dos veces a sus caseras ancianas, fue acusada de intento de asesinato y, en 1983, fue internada en un hospital mental. Estuvo así durante nueve años.
Page estaba casi olvidada cuando el artista David Stevens creó un personaje de Bettie en su novela gráfica The Rocketeer. Su reincorporación en la conciencia pública se aceleró en 1991, cuando Jennifer Connelly la interpretó en la versión cinematográfica del libro. La película puso en marcha un renacimiento, entre mujeres y hombres, que continúa incólume.
¿Cómo se puede explicar la perdurable mística de Page? En una época más sencilla, ella encarnó a una sexualidad juguetona, casi ingenua. Manohla Dargis, crítica de cine del New York Times, la califica como un verdadero genio del cuerpo. En toda la historia del arte, observa Dargis, las mujeres aparecen, sonriendo tímidamente lejos de la mirada del espectador masculino. Por el contrario, Page solía convertir su aparición en un espectáculo, mirando directamente a la lente con “una sonrisa que es a ratos centelleante y a ratos devoradora… Ella sabe lo que uno quiere, y ella lo quiere también”.
Ella también sabía lo que no quería. La escena más desgarradora de Bettie Page Reveals All se relaciona con un avance de The Real Bettie Page a la que la octogenaria Page asistió en la Mansión Playboy. Una de las líneas más santurronas de Gretchen Mol contra el bondage la ofendió tanto que salió hecha una furia de la sala de proyección, gritando, “¡Mentiras! ¡Mentiras! ¡Mentiras! ¡M-E-N-T-I-R-A-S! ¡Mentiras!”.
La modelo por excelencia no podía soportar a los farsantes.