En las elecciones en 14 de los 32 estados de México, el nuevo partido oficialista se enfrentará al refrendo o al rechazo del electorado.
El 7 de julio habrá elecciones en 14 estados de la República Mexicana, en las que estarán en juego, además del gobierno de Baja California, 2181 puestos políticos entre ayuntamientos y diputaciones locales.
Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Coahuila, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas gastarán en total más de 3000 millones de pesos en este proceso electoral, y es la primera vez que el nuevo partido oficialista, el Revolucionario Institucional (PRI), se enfrentará al electorado después de resultar ganador en las últimas votaciones en México, en las cuales recuperó la Presidencia de la República.
Además, en materia de democracia y elecciones, este proceso también pondrá a prueba la eficacia del flamante Pacto por México, aquel acuerdo firmado por el Presidente del país y los partidos de la Revolución Democrática (PRD), Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional y que en el inciso de votaciones tiene como propósitos fundamentales terminar con el uso electoral de programas sociales en todos los ámbitos y órdenes de gobierno y castigar a quienes cometan delitos electorales medrando con la pobreza que padecen millones de mexicanos.
De acuerdo con el catedrático Virgilio Bravo Peralta, profesor investigador de la División de Ciencias Sociales y Humanidades del Tecnológico de Monterrey campus Estado de México y especialista en temas de administración pública y derecho, después de lo vivido en las elecciones federales del 2 julio de 2012, los mexicanos arriban a las nuevas votaciones con mucho entusiasmo.
“Llegan con el estímulo de votar, hay todavía un buen ánimo respecto a la elección de 2012 y la entrada en vigencia del nuevo gobierno y los resultados parciales pero positivos respecto a las reformas constitucionales y a algunas acciones legales en contra de personas como la lideresa del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación [Elba Esther Gordillo], o los hechos recientes para castigar el desfalco en el estado de Tabasco y en donde al parecer existe la posibilidad de que el exgobernador [Andrés Granier Melo] sea enjuiciado y castigado”.
En entrevista con Newsweek en Español, Virgilio Bravo expresa que en general existe un ambiente positivo respecto a los resultados de la política, y ello a pesar de los inconvenientes y obstáculos que ha tenido en un momento dado el nuevo gobierno para poner en marcha nuevas acciones como el Pacto por México y las reformas constitucionales.
Sin embargo, añade Bravo Peralta, es necesario destacar que cuando se trata de elecciones locales, como las que se realizarán el 7 de julio, no existe el mismo ánimo para votar que en los comicios federales.
“Existe siempre el peligro latente de que se incremente el abstencionismo en algunos estados o que el abstencionismo gane terreno en las elecciones intermedias. Entonces el gran reto de las votaciones del 7 de julio será, definitivamente, superar los niveles anteriores de participación ciudadana y reducir en esa medida los niveles de abstencionismo”.
Participan 14 de 32 entidades
Justamente por eso las elecciones locales de 2013 son consideradas una herramienta de medición respecto a las votaciones federales de 2012 y 2015. “El que tengamos elecciones en Baja California para gobernador va a mejorar en mucho los niveles de participación y seguramente el abstencionismo no será un problema tan importante, pero por lo que respecta a los demás estados, hay que seguir de cerca los resultados esperando que se superen los niveles de participación y se reduzcan los de abstencionismo”.
El especialista en temas de administración pública y política considera que las elecciones del 7 de julio serán asimismo relevantes porque en principio de cuentas se va a movilizar más del 40 por ciento del padrón electoral del país.
“Son elecciones en 14 estados de 32 entidades federativas si incluimos al Distrito Federal, lo que representa casi la mitad de los estados del país. Y son relevantes también porque estamos a un año de la elección presidencial en la cual el PRI regresó al gobierno y esta será una prueba de fuego para los gobiernos priistas, que se reflejará en todo caso en el resultado de las elecciones al perder o ganar distritos y presidencias municipales”.
Otro de los panoramas que se vislumbran para estas elecciones locales es una alta participación de los jóvenes, quienes en la elección anterior registraron gran asistencia a las urnas: “Los jóvenes participaron en importante medida en el año 2012 y esperaríamos que también sigan actuando en estas elecciones. Es fundamental que los jóvenes se incorporen en mayor medida al electorado y participen y hagan valer su voz, su inconformidad o su aprobación”.
En Baja California, el partido oficialista está ante la oportunidad de ganar una de las últimas entidades consideradas bastiones de Acción Nacional, partido para el cual, justamente, este estado norteño tiene un significado especial, pues fue el primer gobierno que ganó como fuerza política.
“También hay estados muy grandes como Veracruz, donde se va a mover mucho el electorado. Y hay estados como Chihuahua y Tamaulipas o Quintana Roo, donde se ha visto un avance importante del Partido de la Revolución Democrática y es la oportunidad para el gobernador [Roberto Borge Angulo], un hombre joven, de los nuevos gobernadores jóvenes que tiene el PRI, de hacer un buen trabajo político y dar buenas cuentas al priismo nacional.
“En el caso de Chihuahua hay otro gobernador joven [César Duarte Jáquez] que igualmente puede dar buenos resultados respecto a las elecciones. Hablamos de estados como Tamaulipas, donde la última vez, en la elección de 2012, ganó el PAN cuando el gobernador es priista, entonces habrá que ver qué pasa allí. Y hablamos de estados como Oaxaca y Puebla, donde hay coaliciones que gobiernan, pero al parecer no han dado resultado, por su misma dinámica de alianzas, y el PRI puede recuperar las capitales”.
Según Virgilio Bravo, las campañas políticas, vigiladas por los institutos electorales locales, han marchado con normalidad. “A pesar de las resistencias, en un momento dado, de las fuerzas políticas locales, no ha habido mayores quejas o señalamientos de parcialidad o de inclinación por alguno u otro partido”.
El poderoso PRI
El analista político menciona que también merece destacar los casos de Zacatecas y Quintana Roo, en donde se incorporaron por primera vez las figuras de las candidaturas independientes. “Es un primer ejercicio, es un laboratorio de lo que puede resultar en 2015 y en 2018 respecto a las candidaturas independientes, y eso es positivo, de alguna manera forma parte de la reforma política, y aunque no todos los institutos electorales rescataron a tiempo esta figura para poder implementarla, por lo menos Zacatecas y Quintana Roo lo hicieron y veremos cuáles serán los resultados”.
En este recorrido por el mapa electoral del país también resulta especial el caso de Sinaloa, en donde, pese a que existe un gobierno de oposición (Mario López Valdez, del PAN), en las pasadas elecciones federales el PRI ganó un importante número de votos, “entonces veremos si esos votos se conservan o si hay alguna especie de división o fraccionamiento”.
En resumen, “por todos lados estamos viendo un ejercicio positivo, pacífico. Hay, obviamente, circunstancias como el asesinato de un candidato en Chihuahua, desafortunado totalmente, o el caso de candidatos que han renunciado por presiones de la delincuencia organizada. Pero pese a todo eso el proceso ha funcionado, ha marchado, y podemos ver que existen las condiciones para llevar a cabo, en la mayor parte de estos estados, elecciones limpias, transparentes y, sobre todo, que la sociedad quede conforme con sus resultados”.
El PRI mantuvo el poder político en México de manera hegemónica y totalitaria entre 1929 y 1989, cuando perdió por primera vez un gobierno, el de Baja California, ante Ernesto Ruffo Appel, el candidato del PAN, y luego la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados en 1997, ante el PRD.
Desde 1929 todos los presidentes de México fueron miembros de este partido o sus antecesores, hasta que se produjo la primera alternancia en el poder de manera pacífica, en las elecciones federales del año 2000, cuando ganó por primera vez un representante de la oposición, Vicente Fox Quesada del PAN.
La Presidencia de la República, que en 2006 continuó en manos del PAN, en la figura de Felipe Calderón Hinojosa, la recuperó el PRI en las elecciones federales de 2012, con Enrique Peña Nieto al frente, y en donde además ganó la mayoría en la Cámara de Diputados y se colocó como el grupo más fuerte en el Senado, lo que lo hace la primera fuerza política nacional.
Por ello Virgilio Bravo opina que el PRI es el partido con mayor fortaleza para las elecciones del 7 de julio. “Obedece primero a los resultados de 2012, que significó un trabajo de estructura a mediano y largo plazo. Que la Presidencia de la República esté en manos del PRI implica una percepción para la sociedad, la de un partido que ha recuperado el gobierno, y eso quiere decir que es un partido con resultados”.
Malas prácticas
“En todos los partidos políticos la fuerza radica en su estructura, y a pesar de los señalamientos hemos visto cómo el PRD no tiene una estructura profesionalizada, sólida, consistente. Más bien es un poco el resultado de incisiones del PRI y del PAN y cuestiones coyunturales. Por el otro lado, vemos que el PAN está totalmente desfigurándose, sigue deshaciéndose debido principalmente a los resultados de Felipe Calderón como presidente de la república, que ha llevado al traste a su partido. Entonces es el PRI, en general, el partido con mejor estructura que tiene el país”.
Sin embargo, no es fácil que el electorado mexicano olvide que durante muchas décadas el PRI utilizó todo tipo de artimañas políticas, tanto en elecciones federales como en locales, con tal de preservar el poder.
Manifiesta nuestro consultado: “Ningún partido se escapa cuando se habla de que el gobierno interviene en las elecciones. Hemos visto cómo el PRD en el Distrito Federal hace uso de la estructura administrativa y de sus grupos corporativistas, hace uso de las mismas mañas que ha criticado en los demás partidos, el recursos público con fines electorales. Hemos visto el caso del PAN también, sobre todo en Guanajuato, en donde tanto su exgobernador como el nuevo gobernador están señalados de corrupción y desfalcos y han intervenido también en las elecciones locales.
“También el PRI en algunos estados ha hecho uso de los recursos públicos, pero yo creo que eso es un mal de la cultura política mexicana. Es algo que tenemos que erradicar, algo que el marco jurídico tiene que ir combatiendo poco a poco, y hay herramientas cada vez mejores para poder atacar estos fenómenos. Ahora bien, recordemos que el PRI estuvo fuera del gobierno 12 años, y esas prácticas nunca se acabaron, al contrario, se sofisticaron. Estamos viendo muy recientemente noticias de que Felipe Calderón hizo uso de recursos públicos de manera abierta y deliberada en Michoacán, y bueno, se podrá acusar de muchas cuestiones al PRI, pero no de tener un presidente de la república como Felipe Calderón”.
—Dr. Bravo, la compra de votos, los fraudes, la coacción, etcétera, son prácticas muy bien arraigadas en la política mexicana —comenta por último Newsweek en Español.
—Y es algo que daña a la política nacional y a la sociedad mexicana, es un mal que tenemos que erradicar todos juntos, todos los actores políticos. Al hablar de esas viejas prácticas creo que el PRD y el PAN han sofisticado más esas prácticas, pero tampoco se puede meter las manos en el fuego por los gobernadores del PRI. Es un mal que todavía sufrimos.
“La cultura política mexicana tiene ciertos ingredientes. Siempre, sin excepción alguna, ha pasado por el caciquismo, por el corporativismo y por el uso de recursos públicos. Nadie se puede escapar de esos fenómenos”.