¿Qué estaba haciendo usted el 11 de septiembre de 2001? Yo me acuerdo perfectamente. Estaba en una reunión de negocios cuando un amigo abrió la puerta y nos dijo: “Se está cayendo una de las torres”. Ese día se nos quedó grabado a muchos, y me di cuenta de que casi todas las generaciones tienen alguna fecha en particular que se les quedó grabada a fuego. Mi madre, por ejemplo, se acordaba perfectamente de qué estaba haciendo el día que mataron a Kennedy, y mi abuela siempre hablaba del día en que murió Carlos Gardel, un famoso cantante de tango.
En el mundo de la tecnología también hay fechas importantes que han cambiado la historia de esta industria, pero muchas han pasado inadvertidas. Por ejemplo, ¿recuerda usted qué estaba haciendo el 23 de octubre de 2001? Seguramente no, pero muchas cosas que hacemos hoy se derivan de algo que pasó en esa fecha. Ese día, una compañía agonizante, con un presidente interino al que no le tenían mucha fe, lanzó al mercado un pequeño producto llamado iPod.
El dispositivo fue recibido con escepticismo por el mercado. Al fin y al cabo, solo servía para reproducir música, la única novedad que tenía era una ruedita para cambiar las canciones, y costaba el doble de su competidor más cercano. Para el Wall Street Journal, iPod eran las siglas que significaban “Idiot Price Our Devices”, es decir, “idiotas le ponen precio a nuestros productos”. Al principio, el iPod no tuvo mucho éxito, y las ventas entre 2001, 2002 y principios de 2003 apenas llegaron a las 219 000 unidades en su mejor trimestre. Sin embargo, en el segundo cuarto de 2003 algo cambió, y de pronto se vendieron 304 000 iPods, y las ventas se dispararon hasta llegar a los cuatro millones de unidades.
¿Qué fue lo que cambió? El 28 de abril de 2003 Apple anunció iTunes, la tienda en línea donde uno podía comprar una canción por un dólar. Esa unión de un reproductor de canciones con una base central donde comprar música a bajo precio produjo una combinación sustancial, la cual hizo explotar el éxito de ambos y que estableció un modelo que se mantiene hasta hoy, y que nosotros tenemos que seguir. Otros dispositivos aprovecharon este tipo de unión: el lector de libros electrónicos Kindle aprovechaba la base de más de 600 000 libros de Amazon, y el teléfono Nexus One de HTC, el primer smartphone con Android, conectaba su agenda con cuentas de Facebook o Twitter para obtener automáticamente la imagen de sus contactos.
De hecho, otra fecha interesante es el 15 de julio de 2006, día en que se lanzó, en una feria de música, un sitio muy raro llamado Twitter. Hoy todos lo conocen, es muy exitoso, y buena parte de su éxito viene de haberle permitido a sus usuarios enviar mensajes a su base de datos central desde sus dispositivos móviles. Actualmente, 40 por ciento de los mensajes que se publican en Twitter vienen de Smart Devices, y el otro 60 por ciento viene de herramientas hechas por terceros.
También es digno de recuerdo el 27 de enero de 2010. Ese día, alrededor de las 11 de la mañana, dejamos de trabajar para seguir la conferencia del presidente de una exitosa empresa. Ese día, Steve Jobs anunció el iPad. Al terminar la presentación nos fuimos a comer, y analizamos el producto como buenos ingenieros. No tenía puertos USB, tenía pantalla LCD, pero no i-Inc, y solo traía 32 GB de memoria, así que concluimos que no era lógicamente razonable que un producto con estas características tuviera éxito en el mercado.
El iPad salió a la venta unos meses después, el 23 de abril de 2010, y a los pocos días un amigo me lo mostró en Buenos Aires, Argentina. Yo ya lo había analizado, sabía lo que le faltaba y tenía la imagen de un producto malo. Pero cuando mi amigo me enseñó cómo funcionaba, lo que pensé fue: “Qué cosa tan simple, cómo no se me ocurrió a mí”. Nos habíamos equivocado. El iPad era un producto que no se tenía que analizar por sus características, sino por cómo funcionaba, por las cosas nuevas que tenía.
Además de las novedades tecnológicas que presentó, como el funcionamiento de su pantalla táctil, el iPad se convirtió en el principio de una nueva categoría de productos, y retomó la combinación de un dispositivo con una tienda de contenido con el marketplace (la App Store), que hizo posible el crecimiento del mundo de las apps y el modelo económico del “long tail”, con aplicaciones pequeñas y diversas que pueden generar tanta o más ganancia que otros productos masivos. Adicionalmente, su facilidad de uso facilitó el acercamiento de la gente más conservadora a la tecnología, que ahora tiene la oportunidad de aprender a usarla mucho mejor que antes.
Así pues, estos momentos fueron de mucho impacto para la industria de la tecnología, pues no solo significaron la introducción de nuevos productos, sino que cambiaron los modelos de negocio que regían el mercado. A partir de entonces, quedó claro que hoy el mundo necesita aplicaciones basadas en datos, y dispositivos conectados con una base de datos central, tanto en versiones web, como para Smart Devices.
Ante esto, como desarrolladores, lo que deberíamos hacer, con un smartphone en una mano y una tableta en la otra, es imaginar y crear aplicaciones para Smart Devices. ¿De qué manera? Trabajando en equipo y aprendiendo a colaborar porque la unión es la mejor receta para hacer de las buenas ideas un éxito. Como la dupla iTunes y iPod.
El autor es CEO de GeneXus Internacional.