Esa es la historia que cuenta La vida precoz y breve de Sabina Rivas, largometraje basado en la novela La Mara, de Rafael Ramírez Heredia, que bajo la dirección de Luis Mandoki y la producción de Abraham Zabludovsky, retrata la violencia y los abusos que padecen los indocumentados sudamericanos que intentan cruzar por México para conseguir el sueño americano.
“El tema de la migración ha sido tratado muy ampliamente, pero en su mayoría en relación con la frontera de Estados Unidos, donde los mexicanos son vejados y humillados. En este caso, la historia pone la luz en la frontera sur de México, en los migrantes sudamericanos que buscan una vida mejor y se enfrentan a algo que está ocurriendo en nuestro propio país y que desconocemos”, apunta Mandoki.
Después de cruzar en lancha, todos los días cientos de guatemaltecos, hondureños, salvadoreños y nicaragüenses, una vez en Ciudad Hidalgo, se fijan como próxima meta el tren, esperan su paso y corren desesperadamente para poder subir a alguno de sus vagones. Quienes no lo logran solo tienen dos opciones: una, que lleguen los agentes migratorios, los suban a sus camionetas, los detengan, deporten a algunos a su lugar de origen y vendan a otros; la segunda, que esos mismos agentes los entreguen a la Mara, cuya consigna es quitarles a los migrantes el dinero, los tenis y los pantalones que aún estén “buenos”, violar a las mujeres y golpear al que se rebele y, si eso no es suficiente, no hay ningún problema en silenciar a alguien de un tiro.
Y, aunque de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Migración (INM), se estima que por la frontera sur de México ingresan anualmente 1.9 millones de extranjeros, de los cuales 83 por ciento son visitantes registrados, los Apuntes sobre Migración de esta misma instancia señalan que, desafortunadamente, esos números no incluyen los movimientos locales entre las riveras del río Suchiate.
“En ese ir y venir de balsas pasa de todo frente a los ojos de la justicia y nadie hace nada. Se hacen evidentes las colusiones y contubernios entre autoridades y grupos delictivos que lucran con las vidas humanas. Eso habla de nuestro sistema de migración, tan corrupto y deficiente que permite una maraña de impunidad en la que aparecen personajes que se dedican a coartar y destruir las esperanzas de miles de personas”, agrega Mandoki, cuyo fin no fue hacer una película panfletaria ni de denuncia, sino hablar de una situación que ocurre todos los días, a cada instante.
Es uno de esos agentes corruptos, que lo mismo se dedica al narcomenudeo que a la trata de blancas y a las operaciones de narcotráfico a gran escala, el que decide regentear a Sabina en Chiapas, aprovechando su situación ilegal y haciéndole promesas que cada vez están más lejos de cumplirse. Sin muchas opciones frente a ella, Sabina va de “fiesta” en “fiesta” y de cliente en cliente, con la esperanza de llegar a Oaxaca o Veracruz, y de ahí poder seguir al norte.
Cuando Sabina deja el Tijuanita, a doña Lita se le va su mejor bailarina y cantante, la más bonita de su séquito de prostitutas de entre 13 y 18 años. Pero, muy pronto, don Nico, el cliente más ferviente de Sabina, quien se niega a darle los papeles para que no se le vaya, se encuentra bailando con Talía, una joven que tiene por objetivo llegar al “otro Tijuana”, casarse con un hombre muy rico, tener muchos hijos y poner un salón de belleza. Es claro: si una se va, llega otra, porque hay muchas.
“En la frontera ves una gran cantidad de jovencitas que nadie está escondiendo ni tapando. En Tapachula, Suchiate y Ciudad Hidalgo hay cientos de Sabinas Rivas, niñas y mujeres de todas las edades”, cuenta Greisy Mena, actriz venezolana encargada de darle vida a esta controversial protagonista y cuyo desempeño le valió el premio a Mejor Actriz en el Festival de Cine de Valladolid.
La película muestra esas realidades con una cara, un nombre y una historia en particular. Más allá de las cifras o los datos duros, obliga a involucrarse y introducirse en el universo de una persona, a ver su rostro lleno de golpes y lágrimas, y entender que, pese a todo, es solo una niña llena de sueños e inocencia que el oscuro mundo en el que vive no ha logrado arrebatarle.
La lucha de esa jovencita ingenua, llena de coraje y fortaleza, es una de las tres lecturas que Mandoki vislumbra y ofrece dentro de esta película; la segunda es la situación social de migración, narcotráfico y trata de blancas que le otorgan contexto; y, la tercera es una historia de amor insólita, en donde aparece el personaje de Jovany, el joven amante de Sabina Rivas, uno de los “tatuados” de la Mara.
“Su esencia no radica en el hecho de ser mara, sino de ser un migrante, un chico que se ve obligado a tomar decisiones muy fuertes, en circunstancias en las que hay que sobrevivir y no queda más que convertirse en víctima o victimario. No tiene herramientas emocionales de crianza. Él, como muchos migrantes, es producto de gobiernos indolentes, pueblos utilizados y olvidados, y familias quebradas”, comenta Fernando Moreno, actor que interpreta a Jovany.
No se trata de juzgar ni de mirar con prejuicio, sino de dar cuenta de que en un ambiente tocado por tantas circunstancias, otras muchas ocurren casi de manera natural.
“Vivimos en un mundo donde pasan tantas cosas que terminamos en un estado de anestesia, perdemos la capacidad de sensibilidad ante el sufrimiento de otros como seres humanos. No quiero inducir reacciones en los espectadores, pero sí me gustaría generar solidaridad a través de la historia de una migrante que se niega a verse a sí misma como víctima”, concluye Mandoki.
La vida precoz y breve de Sabina Rivas es una adaptación cinematográfica realizada por Diana Cardozo de La Mara, novela del escritor Rafael Ramírez Heredia.
Ficha técnica:
Director:
Luis Mandoki.
Productor:
Abraham Zabludovsky a través
de la compañía Churchill y Toledo
S. A. de C. V.
Elenco:
Joaquín Cosío, Greysi Mena, Fernando Moreno, Angelina Peláez, Mario Zaragoza, Dagoberto Gama, Tenoch Huerta, José Sefami, Beto Benites, Nick Chinlund, Tito Vasconcelos, Argel Galindo y Asur Zagada.
Dirección de fotografía:
Damián García.
Diseño de producción:
Antonio Muñohierro.
Productora ejecutiva:
Perla Ciuk.