
Las llamadas terapias de conversión —también conocidas como ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género)— son prácticas pseudocientíficas que buscan modificar la orientación sexual, identidad o expresión de género de personas LGBT+. Estas intervenciones parten de la falsa idea de que ser gay, lesbiana, bisexual o trans es un trastorno que debe “curarse” o “corregirse”.
Estas terapias pueden incluir desde tratamientos psicológicos forzados y intervenciones médicas no autorizadas, hasta violencia física, abuso emocional y prácticas religiosas coercitivas. Diversos organismos internacionales, como la ONU y la OMS, han condenado estas prácticas por considerarlas violaciones graves a los derechos humanos y han alertado sobre sus consecuencias: depresión, ansiedad, autolesiones y riesgo elevado de suicidio.
En México, varios estados han prohibido legalmente las terapias de conversión, reconociéndolas como formas de violencia y discriminación.
De acuerdo con datos difundidos por la organización Yaaj, las reformas conocidas como Ley #NadaQueCurar han sido avaladas por los congresos estatales de Baja California, Baja California Sur, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas.