Unos investigadores sugieren que nuestros cerebros son tan singulares como nuestras huellas dactilares.
En un estudio publicado en la revista Nature, un equipo de neuropsicólogos de la Universidad de Zúrich, Suiza concluye que la anatomía de nuestros cerebros es resultado de una combinación de factores genéticos y de experiencias personales.
Los investigadores llegaron a esa conclusión cuando intentaron responder si era posible identificar la identidad de un individuo a partir de la composición de su cerebro, como hacemos con las yemas de los dedos.
Con anterioridad, el equipo descubrió que la vida de una persona moldeaba su anatomía cerebral, y encontró que el cerebro de un músico era el modelo ideal para investigar los nexos entre ciertas profesiones y la neuroplasticidad.
Sin embargo, el equipo cree ahora que incluso un incidente a corto plazo, como mantener el brazo izquierdo inmóvil durante dos semanas, podría adelgazar la corteza cerebral, la cual controla el movimiento de la extremidad.
El Dr. Lutz Jäncke, profesor de neuropsicología en la Universidad de Zúrich y autor principal del estudio, dijo en una declaración: “Sospechábamos que las experiencias que tienen un efecto en el cerebro interactúan con la composición genética, de manera que, con el paso de los años, cada persona desarrolla una anatomía cerebral completamente individual”.
Este nuevo hallazgo es muy importante si consideramos que, hace apenas tres décadas, los científicos creían que el cerebro no poseía rasgos individuales o que estos eran muy contados, agregó Jäncke. Gracias a las imágenes por resonancia magnética -que digitaliza los escaneos cerebrales-, nuestros conocimientos de este órgano han avanzado a pasos agigantados en los últimos años.
“Y, con nuestra investigación, pudimos confirmar que la estructura del cerebro de las personas es muy individual”, apuntó Jäncke.
Para llegar a su conclusión, los investigadores practicaron tres estudios de resonancia magnética, a lo largo de dos años, para examinar los cerebros de 191 voluntarios sanos cuyas edades oscilaban entre 64 y 85 años.
Los científicos analizaron más de 450 características anatómicas, incluyendo el volumen cerebral total, el grosor de la corteza, y los volúmenes de la materia gris y la materia blanca.
Esas pruebas revelaron que cada individuo presentaba características cerebrales únicas, las cuales permitieron que los neuropsicólogos identificaran a los participantes con una precisión de casi 100 por ciento.
Jäncke agregó: “Es evidente que la combinación de influencias genéticas y no genéticas afecta no solo el funcionamiento del cerebro, sino también su anatomía”.
Sin embargo, señaló que es poco probable que la anatomía cerebral sustituya a las huellas dactilares para identificar a un individuo. La resonancia magnética es muy costosa y requiere de mucho tiempo, comparada con el método comprobado y muy económico de obtener las huellas dactilares.
Los autores reconocieron que una de las limitaciones de la investigación fue la escasa cantidad de evaluaciones practicadas a los participantes. Pese a ello, el equipo tiene planes para seguir estudiando a su población de voluntarios durante los próximos dos o tres años, y usarán sus hallazgos para validar los resultados existentes.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek