Sometidos al bombardeo casi continuo de las imágenes y los sonidos del internet, cabría suponer que los niños de hoy quieren todo hace 10 minutos. Sin embargo, una investigación sugiere que la generación Z es más capaz de postergar la gratificación que la generación X.
Un equipo de psicólogos llegó a esta conclusión después de evaluar los resultados de la conocida “prueba del malvavisco”, que se aplicó por primera vez hace más de 50 años. A fin de evaluar el temple de un grupo de niños de entre 3 y 5 años, los investigadores les ofrecieron una golosina, como un malvavisco, una galletita o un pretzel.
Los psicólogos explicaron a los preescolares que podían comer su golosina de inmediato o aguardar 10 minutos y recibir una golosina adicional. A continuación, los investigadores salieron de la habitación para observar la respuesta de los niños desde el otro lado de un espejo de visión unilateral. La suposición era que cuanto antes cedieran a la tentación, menor sería su autocontrol.
El equipo responsable de esta investigación, publicada en la revista Developmental Psychology, analizó los resultados de la prueba del malvavisco original aplicada en la década de 1960, así como de las versiones posteriores practicadas en los años ochenta y a principios de los años 2000. Los investigadores puntualizaron que ninguno de los menores del estudio había estado tomando medicamentos para el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
Los científicos descubrieron que, en promedio, los niños que intervinieron en el estudio de los años 2000 aguardaron dos minutos más que los participantes de la investigación realizada en la década de 1960, y un minuto más que los sujetos de los años ochenta.
De los 358 adultos estadounidenses que respondieron a la encuesta en línea que formó parte de este estudio, alrededor de 72 por ciento manifestó que esperaba que los niños de hoy aguardaran menos que las generaciones anteriores. Y tres cuartas partes afirmaron que mostrarían menos autocontrol.
Walter Mischel, el psicólogo que desarrolló la prueba original en la Universidad de Stanford, fue uno de los coautores del estudio que aquí nos ocupa.
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Los autores señalaron que la capacidad para postergar la gratificación se ha vinculado con una diversidad de resultados positivos, incluidos mayores logros académicos y una mayor capacidad para lidiar con el estrés, para mantener un peso saludable, para ejercer su responsabilidad social, y para forjar relaciones positivas con sus pares.
Stephanie M. Carlson, profesora y directora de investigaciones del Instituto de Desarrollo Infantil en la Universidad de Minnesota, y coautora del presente estudio, añadió: “Si bien vivimos en la era de la gratificación instantánea, cuando todo parece disponible de inmediato a través de los smartphones o la Internet, nuestro estudio sugiere que los niños de hoy pueden postergar más tiempo la gratificación que los niños de las décadas de 1960 y 1980”.
“Este hallazgo contrasta, marcadamente, con la suposición de los adultos en cuanto a que los niños de hoy tienen menos autocontrol que los de generaciones anteriores”.
Los investigadores no pueden explicar, de manera precisa, por qué los niños sometidos a la prueba en los años 2000 pudieron aguardar más tiempo para consumir sus golosinas que los niños evaluados en décadas anteriores. Sugieren que una posible causa es el incremento significativo en las puntuaciones de CI observado en las últimas décadas, el cual se ha vinculado con factores como los adelantos tecnológicos y la globalización.
Del mismo modo, el efecto también podría atribuirse a la implementación de los programas de educación temprana, los cuales han derivado en que la cifra de niños que asisten a preescolar haya aumentado de 15.7 en 1968 a 60 por ciento en el año 2000; así como a la posibilidad para ejercitar el razonamiento abstracto, el cual es indispensable para muchos programas digitales.
“Creemos que el incremento del pensamiento abstracto, junto con la creciente inscripción preescolar, los cambios en las prácticas de crianza y, paradójicamente, las destrezas cognitivas asociadas con las tecnologías de pantalla, podrían estar contribuyendo a las mejoras generacionales para postergar la gratificación”, declaró Carlson. “No obstante, nuestro trabajo dista mucho de haber terminado. Persiste la desigualdad en los resultados de desarrollo entre los niños que viven en la pobreza”.
Mischel, actual profesor de psicología en la Universidad de Columbia, concluyó: “Aunque los resultados indican que, en nuestra muestra de niños, la capacidad de postergar no disminuyó en la prueba del malvavisco, los hallazgos no apuntan a su disposición para postergar la gratificación cuando enfrentan la proliferación de tentaciones que están disponibles en la vida cotidiana moderna”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek