El gesto que divide. Con la celebración de sus goles para ganar a Serbia (2-1) en el Mundial, imitando con las manos un águila de dos cabezas, símbolo de sus orígenes albano-kosovares, los internacionales suizos Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri han generado polémica y la FIFA determinó que deben pagar una multa de 10 mil dólares.
Las fotografías de Xhaka y Shaqiri festejando con sus pulgares entrelazados e imitando la forma de un águila con sus manos, por el que este lunes fueron multados con 10,000 francos suizos cada uno por la FIFA, ocupaban el lunes todas las portadas de la prensa helvética, en un país más acostumbrado a acaparar titulares por el esquí que por el fútbol.
La ‘Gran Albania’ hace referencia a una doctrina nacionalista que aboga por reagrupar en un mismo país a todos los albaneses de los Balcanes.
Pero la victoria deportiva se veía acompañada de un debate político sobre la identidad suiza y la integración de los extranjeros en el país.
“No puedo alegrarme”, escribía en Twitter, en alemán, la diputada Natalie Rickli, de la Unión Democrática de Centro (UDC, partido de la derecha populista que cuenta con el grupo más importante en el Parlamento federal). “Los dos goles no se han marcado para Suiza, sino para Kosovo”, se indignaba.
“En el Mundial apoyamos a Suiza y jugamos por Suiza”, sentenciaba.
Shaqiri nació en 1991 en Kosovo, entonces provincia serbia con mayoría de población albanesa. Abandonó ese lugar con su familia cuando tenía apenas un año de edad.
Xhaka nació en Suiza en 1992 en el seno de una familia kosovar. Su hermano, Taulant, después de haber jugado con los equipos nacionales suizos hasta la categoría Sub-21, eligió luego defender los colores de Albania.
“Mercenarios extranjeros”
Otros diputados suizos se mostraron también críticos con los dos futbolistas, cuyo gesto consideraron “fuera de lugar e inútil”, como dijo Jürg Stahl, también de la UDC y presidente del Comité Olímpico Suizo.
Para otros representantes políticos, más que en las celebraciones de los futbolistas el foco del debate debe estar en la identidad suiza, en un país habitualmente muy preocupado por estas cuestiones.
Antes del encuentro, otro diputado de la UDC, Roger Köppel había calificado a la selección suiza de “tropa experimentada de mercenarios extranjeros con acento balcánico, enriquecida con algunos africanos helvetizados”.
También hubo voces políticas que consideran la polémica identitaria como negativa.
Geraldine Savary, diputada socialista, dijo al diario Le Matin que es “una vergüenza” el trato “a esos dos jugadores que tanto han aportado al país desde hace años y al sudor que han vertido”.
“No me dedico a la política”
El asesor federal (ministro) responsable de Relaciones Exteriores, Ignazio Cassis (Partido Liberal-Radical, derecha), que no fue suizo hasta la edad de 15 años y que optó por renunciar a su pasaporte italiano cuando entró en el gobierno, afirmó por su parte no tener “ninguna duda sobre que se pueden sentir emociones especiales hacia una nación que se ha elegido, sin olvidar la patria de origen”.
“Esos dos jugadores tienen también raíces y es totalmente normal que, en momentos de fuerte emoción, tengan ganas de rendirle homenaje, que piensen en ella, simplemente”, defendía por su parte otro diputado socialista, el consejero nacional Mathias Reynard.
Los protagonistas de la polémica explicaron que se vieron invadidos por la emoción del momento.
“Es un día especial para mí”, declaró Granit Xhaka. “Es una victoria para mi familia, para Suiza, para Albania y para Kosovo. Mi celebración iba destinada a la gente que siempre me ha apoyado y no dirigida en contra de nadie”, añadió, mientras que Xherdan Shaqiri fue tajante: “No me dedico a la política, me dedico al fútbol”.