Ser testigos de la formación de nuevas superficies terrestres es muy especial e impresionante. Eso es justo lo que está ocurriendo en la Isla de Hawái con las erupciones de su volcán Kilauea: la lava llega al mar y construye nuevos cimientos, al mismo tiempo que produce columnas de vapor espectaculares. Y esas erupciones son de una importancia tremenda para la formación de nuevos suelos.
Sin embargo, también son peligrosas. En los sitios por donde ingresa en el mar, la lava genera una niebla ácida y corrosiva, y expulsa al aire partículas de vidrio. No solo eso, las explosiones volcánicas también pueden lanzar bloques de lava a cientos de metros de distancia y producir olas de agua hirviente.
La lava del Kilauea brota por una línea de respiraderos abiertos en los flancos del volcán, y fluye ladera abajo hasta el borde de la isla, donde entra en el océano. Este es un proceso que se ha observado incontables veces en Hawái y en otras islas volcánicas. Y mediante miles de estas erupciones es como se forman las islas volcánicas como Hawái.
La actividad reciente del Kilauea está añadiendo lava nueva a la superficie de Hawái. Ese material sustituye a suelos más antiguos que se están perdiendo debido a la erosión y, de esa manera, prolongan la vida de la isla. En cambio, las islas más antiguas situadas al noroeste no tienen volcanes activos, por lo que están sometidas a la erosión del mar y terminarán por desaparecer bajo el agua. Lo contrario ocurre al sureste de la Isla de Hawái , donde un volcán submarino (LōʻIhi) está poniendo los cimientos de lo que, con el tiempo, será la próxima isla volcánica de esa región.
¿Cómo llega la lava del interior de Hawái al océano?
La lava que expulsan los respiraderos del Kilauea tiene una temperatura aproximada de 1,150ºC y debe recorrer entre 4.5 y 5.5 kilómetros para llegar al mar. Esa lava se desplaza rápidamente en canales, pierde poco calor y, por consiguiente, puede ingresar en el océano a una temperatura superior a los 1,000ºC.
¿Qué sucede cuando la lava entra en el mar?
Estamos presenciando uno de los fenómenos más espectaculares de la naturaleza: grandes columnas de vapor blanco (técnicamente, vapor de agua) se elevan en el aire cuando la lava caliente hace hervir el agua de mar. Si bien esas nubes de vapor parecen inofensivas, son peligrosas porque contienen pequeñas esquirlas de vidrio (lava fragmentada) y niebla ácida (derivada del agua marina). Esta combinación, conocida como “laze” (del inglés lava haze; niebla de lava), puede alcanzar altas temperaturas y es muy corrosiva. Si alguien se acerca, puede experimentar dificultades para respirar, así como irritación en los ojos y en la piel.
Excepto por la laze, el ingreso de la lava en el océano suele ser un proceso suave, y cuando el vapor finalmente puede expandirse y disiparse, no ocurren violentas explosiones provocadas por vapor.
No obstante, otro peligro yace oculto bajo el agua. La lava que entra en el mar se descompone en grandes lóbulos (conocidos como “almohadillas”), bloques angulares, y fragmentos de vidrio más pequeños, todos los cuales forman una pendiente empinada bajo el agua. Esto es lo que se denomina un delta de lava.
Un delta de lava de reciente formación es de lo más inestable, y puede colapsar de manera inesperada. Esto puede atrapar agua dentro de la roca candente y desatar violentas explosiones provocadas por el vapor, las cuales son capaces de lanzar rocas de un metro a distancias de hasta 250 metros. Esas explosiones se deben a que, cuando el agua se transforma en vapor, su volumen original se expande repentinamente unas 1,700 veces. Las olas de agua hirviente también pueden lesionar a las personas que se encuentran demasiado cerca. Algunas han muerto y sufrido heridas graves durante el colapso de un delta de lava.
Por ello, los puntos de entrada donde se unen la lava y el agua de mar ofrecen un doble peligro, y cualquiera que se encuentre en el área debe prestar mucha atención a la advertencia oficial de mantenerse alejado de esos sitios.
¿Qué más podemos aprender de estas erupciones?
Una vez que los deltas de lava se han enfriado y estabilizado, representan suelo nuevo. Diversos estudios han demostrado que los deltas de lava poseen rasgos distintivos, y esto ha permitido que los vulcanólogos identifiquen los deltas de lava en rocas más antiguas.
Han descubierto ejemplos notables de los deltas de lava cerca de las cimas de volcanes extintos (llamados tuyas) en Islandia y el Antártico. Los deltas solo pueden formarse en el agua y, en esos casos, la única fuente factible de agua es el hielo fundido. Esto significa que dichos volcanes tenían aberturas llenas con agua de deshielo, de hasta 1.5 kilómetros de profundidad, bajo capas de hielo: un hecho de lo más asombroso. Es más, esos deltas de lava son la única evidencia que queda de las capas de hielo desaparecidas hace mucho tiempo.
Es un privilegio ver estas escenas increíbles del encuentro de la lava con el mar. Las erupciones continuas son parte del proceso natural que permite la existencia de hermosas islas volcánicas como Hawái. Con todo, la formación de suelo nuevo también pone en peligro a quienes se encuentran muy cerca, bien debido al colapso de los deltas de lava o a la niebla ácida.
Dave McGarvie, trabaja en la Escuela de Ciencias Físicas, La Universidad Abierta, e Ian Skilling, profesor titular (vulcanología), Universidad de Gales del sur.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek
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Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el artículo original aquí.